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Último día de pan en Valdeavellano de Tera, permanecen magdalenas y demás

Este sábado 1 de octubre es un día especial en Valdeavellano de Tera y en todo el Valle del Razón. Su panadería deja de hacer pan, aunque continuará con la elaboración de sus conocidos productos reposteros: magdalenas, tortas dulces, roscas, sobadillos y pastas de vino moscatel.

Pablo de Pablo San Miguel continuó el negocio de sus padres Julián y Juliana hace algo más de 41 años. Tomó las riendas de ese pequeño local en la calle Real (calle de la Taberna para los habitantes del pueblo) el 10 de abril de 1981, recién regresado del servicio militar. 

'Heredó' ese horno que había abierto 35 años antes su padre, cuando llegó de Almarza a Valdeavellano en 1946. En estos 76 años, el pan y la repostería en el Valle siempre han llevado el apellido De Pablo, con un pequeño parón de unos meses cuando el padre Julián cayó enfermo y el hijo Pablo estaba en ese servicio militar.

A su regreso, lo dicho, decidió seguir haciendo pan, un oficio que ya conocía desde que acabó el COU y empezó a trabajar con sus padres, Julián y Juliana. No mucho después de empezar a trabajar él, a mediados de los años 80, la panadería antigua se les quedó pequeña, y se trasladaron cerca, a la calle de La Plaza (la calle de la Panadería oficiosamente casi desde entonces), a un terreno de mayor tamaño en el que construyeron no solo la panadería, sino también la casa de los tres hermanos.

De hecho, en todos estos años de existencia, nunca han tenido empleados más allá de hermanos, padres, mujer, cuñados, hijos, sobrinos... Desde hace 33 años, el negocio es compartido por Pablo y por su mujer, Carmen Santacruz.

La razón por la cual el horno dejará de cocer pan no es la jubilación, sino el deseo de llevar una vida más descansada hasta que llegue ese momento de dejar de trabajar. El detonante final que les ha hecho tomar esta decisión ha sido el verano de este año: tres meses de trabajo diario casi ininterrumpido levantándose a las 4.30 de la mañana, con jornadas que se alargaban hasta las 20.00 horas.

Como no querían pasar otro verano así, decidieron dejar de hacer pan para centrarse en los cinco productos antes citados. Ni habrá madrugones, ni habrá trabajo todos los días ni, lo más claro que tienen, volverán a trabajar un domingo.

La idea inicial que tienen es, en estos meses de invierno, elaborar la repostería y abrir la tienda tres o cuatro días a la semana, lunes, miércoles, viernes y sábado. En verano, aunque todavía quedan meses, sí planean abrir los seis días de la semana que no son domingo.

En estos 41 años, como es fácil imaginar, han cambiado mucho tanto el negocio en sí como Valdeavellano de Tera. Antes, durante todos los días del año, se vendían grandes cantidades de pan ya que muchas casas del pueblo estaban abiertas todo el año y con varias personas en cada núcleo familiar. En verano había un pequeño incremento, algo más en agosto, pero nada que ver con lo que viene sucediendo en los últimos años.

El último verano, el terminado hace pocas semanas, de 9.00 a 14.00 había continuamente gente en la puerta de la panadería guardando cola para comprar las barras de medio, las de cuarto, las hogazas o las tortas extendidas. Pero también, comprando importantes cantidades de esos productos reposteros, de los que vendía kilos y kilos a diario.

Los compradores son cuatro tipos de personas. Primero, los que viven todo el año en Valdeavellano. Segundo, los veraneantes de todas las edades que regresan a su pueblo en estos meses de calor. Tercero, los turistas, cada vez más frecuentes en todo el Valle del Razón. Y cuarto, personas que se desplazan ex profeso desde Soria ciudad o desde otros pueblos para comprar el pan o cualquiera de los demás alimentos embolsados. Todos ellos merecen el viaje.

Durante casi toda su etapa al frente del negocio, la Panadería De Pablo también ha repartido por los pueblos de la zona: Molinos de Razón, Sotillo del Rincón, Aldehuela del Rincón, Villar del Ala, Rollamienta, Rebollar, Tera y Espejo de Tera. Esta semana, un vecino de Rebollar les ha llevado una libreta que conservaba de hace 64 años, en la que se iban apuntando todas las compras para su posterior pago.

Con el tiempo, de manera reciente, dejó de acudir a algún pueblo hasta que decidieron no repartir más, ya que muchos de los vecinos de estos pueblos iban a Valdeavellano no solo a comprar el pan, sino también a tomar algo en alguno de los bares del pueblo o a comprar en alguna de las dos tiendas. De hecho, a partir de ahora, el pan, de Martialay, se podrá comprar en el supermercado Proxim situado al lado de la fuente de los cuatro caños, en pleno centro. 

Esta semana está siendo especial para Pablo y Carmen. Han acudido algunas personas a las cinco y media de la mañana para ver cómo se cocía el pan que llevan consumiendo décadas. No muchas veces en estos 41 años habrá tenido compañía tan de mañana.

Pero mucho más especial va a ser la jornada de hoy, la última con pan en Valdeavellano de Tera después de 76 años. Varias personas les han hecho encargos especiales, como hogazas de dos kilos que se podrán comer durante bastantes días después de salidas del horno.

En la Panadería De Pablo, aparte de la consistencia de su pan y del sabor de su repostería, se han conservado en este tiempo algunas peculiaridades como el hecho no solo de no disponer de datáfono para pagar con tarjeta, sino de no tener siquiera una caja registradora, con lo que las cuentas se siguen haciendo a mano sobre un papel cuando requieren cierta complejidad.

Esto es así porque mucha gente acude a la panadería a realizar compras sencillas de una o dos barras de pan, pero también hay numerosos pedidos de cantidades elevadas de pan y repostería, para regalos o para llevar a sus localidades de origen y congelarlas.

En estos años de existencia de la panadería en Valdeavellano, se pasó de un horno fijo de leña a otro giratorio. De ahí fue necesario comprar otro giratorio antes de pasar al actual, un horno de gasoil de varios pisos que se adquirió hace 22 años, todavía en pesetas, y que habrá de durar los dos años en los que Carmen y Pablo piensan continuar con el negocio repostero.

Por todos esos hornos han pasado millones y millones de litros de agua, otros tantos kilos de harina y miles de puñados de sal y levadura para elaborar ese pan que ya no se cocerá más. Para la repostería, los demás ingredientes que se utilizan también son escasos: huevos, aceite, azúcar, moscatel, anís, manteca, chichorras..., suficientes para elaborar estas delicias gracias a tantos años de dedicación.

Todos esos postres, desayunos o meriendas se podrán seguir comprando tanto en Valdeavellano de Tera como en Soria ciudad. Panadería De Pablo reparte dos días a la semana en una quincena de establecimientos de la capital de la provincia, algo que continuará a partir de ahora, a partir de este 1 de octubre de 2022 que ya es un día histórico en el Valle del Razón, después de 76 años de relaciones interpersonales a través de algo que es muchísimo más que un simple alimento... el pan. Muchas gracias.

Dedicada a N.

Julián y Juliana

Junto a la panadería de la calle Real: Juliana, Julián y sus tres hijos

Pablo, cociendo en el antiguo horno

Los hermanos Pablo, Javier y Carmen, rodeados de huevos

El panadero Julián y su hija Carmen