Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 265. 26/31-7-2021. Seis días por Liechtenstein, la Selva Negra y otros lugares

Entre el 26 y el 31 de julio, de lunes a sábado, con José Mari y Óscar, hemos hecho una ruta por algunos países del centro de Europa (Suiza, Liechtenstein, Austria de paso, Alemania). Con llegada y salida al aeropuerto de Zurich, este ha sido brevemente el recorrido de estos seis días casi completos, ya que aterrizamos de mañana y despegamos de tarde.

Lunes 26 de julio:

Zurich-Vaduz-Malbun (Liechtenstein)

Despegue en Madrid a las 8.40, con Iberia. Aterrizaje en Zurich a las 11.05. En el aeropuerto, cogimos el Volkswagen Polo que nos ha acompañado estos seis días. Salimos rumbo al Este, y paramos a comer lo que compramos en un supermercado, todavía en Suiza. Alrededor de las 15.30 entramos en Liechtenstein, uno de los principales objetivos del viaje para conocer el país número 55 del mundo.

Frontera suiza, cerca de Sankt Gallen:

Liechtenstein es un país de apenas 160 kilómetros cuadrados. En la tarde de este lunes visitamos sus dos castillos (Vaduz y Balzers), y dimos un brevísimo paseo por su capital Vaduz, donde casi todo estaba ya cerrado poco después de las 17.00.

Subimos a dormir a Malbun, una localidad preciosa, a más de 1.600 metros sobre el mar. Allí se encuentra la única estación de esquí del país, arriba de un gran valle que limita con Austria, país accesible a pie en una caminata nada larga. Cuando nos disponíamos a dar un paseo por estas montañas, se puso a llover, momento que aprovechamos para hacer esa visita a Balzers antes de regresar al hotel que habíamos reservado poco antes, ya que este viaje lo hemos hecho sin saber cada mañana dónde íbamos a dormir la noche inminente. Cenamos en una pizzería, de lo poco que había abierto a las 20.00, lo que nos animó a cambiar desde este primer día los horarios a los que solemos movernos en Soria y en España.

Vaduz, Malbun, Balzers:

Martes 27 de julio:

Malbun-Nonnenhorn (Alemania)-Schaffhausen Cataratas del Rin (Suiza)-Brend (Alemania)

Un amanecer espectacular desde nuestro hotel, rodeado de empinadísimas laderas verdes, es la manera de comenzar el día y de despedir nuestra breve estancia en Liechtenstein. Hacemos alguna parada al bajar para retratar este pequeño valle-país encajado entre montañas de casi 3.000 metros y el gran Rin.

Amanecer en Malbun y el Rin en Liechtenstein:

Nuestro siguiente objetivo es pasar cuatro noches en la Selva Negra, al sur de Alemania. Para dirigirnos a ella, tenemos que atravesar primero Austria, donde no paramos. Sí hacemos una breve parada a orillas del lago Constanza, en la localidad de Nonnenhorn, para tomar el típico café de media mañana, en sus piscinas. Vemos varios dirigibles sobrevolándonos. No es extraño, ya que nos encontramos cerca de Friedrichsafen, la cuna de estos vehículos aéreos.

Nonnenhorn:

Encontrándonos en tierra de fronteras, nuestra siguiente parada es en el cuarto país del día, Suiza, y eso que todavía no hemos comido. Visitamos Schaffhausen, ciudad que no sería tan visitada si no se encontraran en ellas las Cataratas del Rin, un gran rápido del río que se forma justo en un meandro, lo que se ha aprovechado para montar un gran conglomerado turístico. Nosotros hicimos el recorrido de ida a pie y regresamos en una barca que cruza el río en un par de minutos o tres después de pasar cerca de esta catarata.

Cataratas del Rin:

En estos cambios de país por carretera no nos piden ninguna de la documentación anti-Covid actual que sí es imprescindible en los aeropuertos.

Desde Schaffhausen nos internamos ya sí en la Selva Negra. Una mezcla de error, casualidad e intuición nos lleva a dormir en el Naturfreundehaus de Brend, muy cerca del nacimiento del río Breg, una de las dos fuentes verdaderas del río Danubio (Donauquelle). Estamos en la divisoria de las cuencas, nada menos, del Rin y del Danubio. Las Naturfreundehaus son alojamientos rurales ubicados en lugares naturales privilegiados, muy recomendables.

Donauquelle, nacimiento del Breg, primera fuente del Danubio:

Miércoles 28 de julio:

Triberg, Baden-Baden, Sasbachwalden

El tercer día de nuestro viaje nos lleva a tres lugares muy habituales de la Selva Negra.

Despertar en Brend:

El primero es Triberg. Además de que el pueblo es muy bonito, algo que en esta zona de Alemania es como no decir nada, tiene dos elementos diferenciadores. Por un lado, el considerado reloj de cuco más grande del mundo. Conseguimos llegar justo a las 9.59 de la mañana para ver el canto del pájaro una decena de veces. Desde ahí volvimos al centro del pueblo para entrar en la zona de la cascada, considerada también la más alta de Alemania con sus diferentes saltos. Hay varios recorridos posibles, nosotros hicimos uno más bien corto antes de seguir ruta.

Triberg:

El segundo es Baden-Baden, una ciudad con sabor a algo mítico desde su misma denominación. Allí se encuentran unos de los baños termales más famosos de Europa. Fuimos directos a ellos (a Caracalla), sin entrar en la ciudad. Por 16 euros se pueden pasar tres horas en las piscinas con el agua a diferentes temperaturas, entre 38 y 18 grados. En esta última, la más pequeña de todas, apenas metimos los pies. No hay fotos porque no se pueden hacer dentro y porque fuera es un gran edificio sin más. En toda esta zona ya estuve en 2007 con mi hermana, cuñado y Luis, y Baden-Baden es uno de los lugares que repetía.

El tercero es Sasbachwalden. Leímos que era el pueblo más bonito de la Selva Negra y, aunque esas consideraciones siempre son arriesgadas, desde luego merece la pena, por sus casas, sus viñedos en cuesta, sus miles de flores... Fue el lugar donde más nos costó encontrar hotel (tampoco mucho, pero se nos fue un poco la hora), porque el que más nos gustaba estaba lleno. Quizás también se nos habría escapado de presupuesto... Nos dimos un paseo por el pueblo antes de cenar y recogernos, siempre bastante antes de lo esperable en un viaje por España.

Sasbachwalden:

Jueves 29 de julio:

Gengenbach, Friburgo, Titisee, Sommerecke

Para este tramo final del viaje, mientras viajábamos de nuevo al sur para encarar ya la vuelta, decidimos buscar pronto un hotel en el que pasar las dos últimas noches. El lugar elegido fue la aldea de Kirnbach, perteneciente al municipio de Wolfach, en el valle del río Kinzig. Ya lo teníamos medio mirado, así que apenas nos costó cerrar el trato.

Antes, hicimos una breve parada en Gengenbach, ya que nos cogía de paso y ya que también aparecía como uno de los pueblos recomendables de esta gran comarca.

Gengenbach:

Desde Kirnbach, viajamos a la ciudad más grande de la Selva Negra, la universitaria, ecológica y renovable Friburgo de Brisgovia, con algo más de 200.000 habitantes. Aunque en una proporción muy pequeña, fue casi el único lugar del viaje donde vimos personas con mascarillas en exteriores. En Liechtenstein, ni en interiores ni en exteriores. No teníamos grandes pretensiones en Friburgo más allá de comer, entrar en su catedral, sorprendernos con sus históricos minicanales (Bächle) y darnos un paseo, y eso fue precisamente lo que hicimos.

Friburgo de Brisgovia:

Desde allí, en vez de regresarnos directamente al hotel, pasamos por otro de los sitios ultraturísticos de la Selva Negra: Titisee. Como en la primera pasada ni pudimos aparcar, tuvimos la suerte de tomar el café en un restaurante a unos dos kilómetros con unas vistas impresionantes tanto del lago como de la población que llevan ese mismo nombre de Titisee. A la vuelta sí pudimos entrar en ella para confirmar que no estábamos entre los primeros 10.000 visitantes del día de la ciudad.

Titisee:

La última parada del día, sin contar el hotel, fue otra Naturfreundehaus, la de Sommerecke, a cuatro kilómetros de nuestro hogar. Aunque estaba cerrada (abre de viernes a domingo), no nos costó congeniar con el dueño allí presente para convencerle de que nos sirviera una consumición con otras vistas maravillosas de buena parte de la Selva Negra y de la vecina Francia, con una temperatura estrictamente ideal.

Naturfreundehaus Sommerecke:

Viernes 30 de julio:

Rodelbahn Gutach, Zell am Harmersbach, Fohrenbuhl 

Nuestro hogar las dos últimas noches:

Para nuestro último día completo pretendíamos no hacer mucho kilómetro en coche, aunque en las jornadas anteriores tampoco hicimos ningún exceso. Decidimos quedarnos por el valle del Kinzig, y empezamos lanzándonos (un par de viajes cada uno) por el Rodelbahn Gutach, una atracción mucho más frecuente por estos lares que por los nuestros.

Rodelbahn Gutach:

A continuación nos dirigimos a alquilar unas bicicletas, a ser posible eléctricas, a varios lugares muy cercanos que nos habían recomendado. Aprendimos que, si de verdad se pretende pasar varias horas en una bicicleta, es imprescindible hacer la reserva con antelación. Todas ocupadas o los locales cerrados. Sin paseo en bicicleta, al menos nos dimos una vuelta por una de las localidades donde lo intentamos, también con un casco muy interesante y una garza real recorriéndola junto a nosotros: Zell am Harmersbach.

Zell am Harmersbach:

Ya que no pudimos pedalear, decidimos andar. Subimos a comer a la Naturfreundehaus de Sommerecke que tanto nos había gustado el día anterior. Pedimos al dueño que nos recomendara alguna caminata, y nos mandó a la cercana Fohrenbuhl. En mitad del paseo, el sol desapareció y se puso a jarrear, algo que nos ha pasado más de un par de veces en estos seis días, pero al menos pudimos disfrutar durante una hora de la Selva Negra más pura.

Caminata:

Como habíamos prometido, regresamos a Sommerecke, donde no había plazas para dormir por una boda que se celebraba el día siguiente, el sábado. Ya había bastante ambiente pre-boda así que decidimos volver no muy tarde a nuestro hotel para no animarnos.

Sábado 31 de julio:

Donaueschingen y a casa

El sábado fue el día de nuestro regreso. Como volábamos tarde, no fue un día desaprovechado, y sí muy tranquilo y disfrutón yendo por carreteras secundarias al aeropuerto de Zurich, con un par de paradas, sin contar la del llenado del depósito de la gasolina.

Cerca de nuestro hotel, ciervos:

La primera parada fue en Donaueschingen o, más concretamente, en un precioso enclave en el que se unen el Breg (en cuyo nacimiento estuvimos) y el Brigach, dos pequeños arroyuelos que no tendrían mayor importancia si de su confluencia no naciera el gran Danubio (Donau). Es una especie de fuente circular, con algunas referencias como la altitud, los kilómetros del río, los países por los que pasa... Es un lugar inolvidable para los amantes de la geografía.

Donaueschingen:

Y la segunda parada, sin ningún criterio, la elegimos para cuando estuviéramos a punto de abandonar Alemania, por aquello de hacer más hambre. Tuvimos suerte, en un restaurante ya cerca de la frontera, con unas hamburguesas buenísimas para cerrar nuestra experiencia gastronómica del viaje. Elegimos la opción de Google de ir a los sitios sin peajes, para evitar autopistas justo antes de entrar en Suiza y recorrer estas carreteras con mayor encanto.

Con bien de antelación estábamos ya en el aeropuerto, para despedir un nuevo viaje por Europa con todas las ventajas de ir en un coche de alquiler y sin ningún alojamiento reservado, una de las maneras más entretenidas de viajar, siempre que sea lógico y posible como esta vez lo era.