Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Los medios de locomoción viajeros

(Comienza aquí una serie sobre los medios de locomoción viajeros. Tengo ya tres escritos pero la idea está completa en mi cabeza. Seguro que la cambio. En principio, serán nueve o diez entradas, no necesariamente consecutivas).

1. El avión (publicada el 12-11-2015)

Una mañana te despiertas en Férez y esa misma noche duermes en Jartum, Samarcanda o Santa Cruz de la Sierra. Esa es una de las dos ventajas de los viajes en avión. La segunda es el momento mágico del despegue, los trillones de conexiones interneuronales que han sido necesarias para pasar en tan poco tiempo de los viajes en carreta a la aviación comercial.

Habría una tercera, menos importante, que es la posibilidad de disfrutar desde el aire de paisajes espectaculares.

Sobre las nubes Sobre las nubes

Son ventajas tan fuertes, en especial la primera, que es comprensible que todos los días millones de personas necesiten pagar las tasas aeroportuarias.

Lo más romántico sería no utilizarlos, vivir siempre el viaje a ras de tierra, pero cualquier persona entiende que todos tenemos límites temporales demasiado marcados y que los aviones son la mejor manera de vencerlos.

A pesar de las esperas en los aeropuertos y de las incomodidades para colocar el equipaje de mano en las aerolíneas de bajo coste, me encantan los aviones.

Preferiría tener uno, pero de momento no lo veo cercano, y menos desde que leí que el Airbus 380, el modelo del que me había encaprichado, puede estar en problemas.

Viajar lejos en avión y moverme entonces por abajo, eso es lo que he hecho cantidad de veces y espero seguir haciendo.

2. El barco (publicada el 16-11-2015)

Hay dos grandes modalidades de viajes en barco: los cruceros circulares y los trayectos lineales. Con la competencia de tiempo y precio que suponen los aviones, los barcos cuentan con dos grandes atractivos.

El primero es el propio vehículo y las relaciones que en él se facilitan, la vida a bordo. Los grandes barcos de recreo cuentan con más oferta de ocio que el 99% de las ciudades del mundo. Yo crearía directamente una ciudad flotante, en la que las generaciones fueran sucediéndose.

El segundo gran atractivo es el medio, ya sea el río (en sus orillas es donde mejor se percibe la vida), ya sea el mar (el mar no tiene competencia, asomarse en un día de calma desde la cubierta, durante horas, o sentirse ínfimo en un día de tormenta).

Entre el Cabo Norte y Narvik Entre el Cabo Norte y Narvik

Por eso, y aunque me encantaría participar también en uno de esos cruceros en los que no te da tiempo a nada cuando llegas a los puertos, tengo más ganas de hacer un gran viaje lineal.

Mi sueño sería atravesar el Pacífico. Si los mapas del mundo no fueran eurocentristas como lo son, nos daríamos cuenta de la total grandeza del gran océano.

Considero que de momento solo he utilizado el barco como medio de transporte viajero un par de veces. Una, entre Tenerife y El Hierro, en 2011. La otra, entre el Cabo Norte y Narvik, en 2009. Ojalá una de las siguientes sea entre Panamá y Yokohama.

3. El tren (publicada el 28 de noviembre de 2015)

También llamado ferrocarril o caballo de hierro. Quizás debería haberlo dejado para el último porque es mi favorito, pero le ha tocado salir en tercera posición.

Todo en él me parecen comodidades: las estaciones suelen estar céntricas, no hay que llegar dos horas antes, se duerme como en casa, se puede leer un libro o escribir en el ordenador sin marearse, a veces hay un bar desde cuya ventana puede contemplarse el paso de los campos y las ciudades, los paseos están permitidos, las estaciones (incluso las abandonadas) suelen poner la altitud a la que se encuentran sobre el nivel del mar.

En Ulan Bator, en el Transiberiano, con mis compañeros de camarote noruegos. Julio de 2008 En Ulan Bator, en el Transiberiano, con mis compañeros de camarote noruegos. Julio de 2008

He hecho varios viajes en tren. Madrid-Lisboa, Madrid-París, Burgos-París, Narvik-Estocolmo parando en Abisko, Delhi-Kochi, el Transiberiano entre Moscú y Ulan Bator parando en Irkutsk, Sofía-Bucarest, Nueva York-Las Vegas parando en Chicago, París-Munich, Upsala-Lulea, el de los Alpes neozelandeses entre Chrischurch y Arthur's Pass, además de otros muchos más cortos en España y en otros países europeos.

¿Uno que me gustaría? Muchos. Allá van un par: el que cruza Vietnam de norte a sur y alguno de los que atraviesan las vastas llanuras del lejanó Canadá.

Cuanto más lentos, más me gustan.

4. El coche (publicada el 9 de diciembre de 2015)

¿Es realmente necesario explicar las ventajas de viajar en coche? No voy a diferenciar entre el coche propio y el alquilado, aunque considero que a nada que el viaje lo compartan al menos tres personas sería obligatorio llamar por lo menos a una casa de alquiler para pedir precio.

El 99,24% de estos viajes, cuando son comenzados, conocen también su destino. La grandeza de viajar en coche reside en el 0,76% restante, en montarte, cerrar la puerta, abrocharte el cinturón, arrancar el motor y darle sentido literal a una de mis frases favoritas: “Rumbo a lo desconocido”.

Pero incluso en el más habitual caso de que sepas dónde vas, la velocidad y libertad de posibilidades que ofrece el coche no conocen contrincante.

Con Nacho y con el coche que compartimos recientemente once días en Rumanía Con Nacho y con el coche que compartimos recientemente once días en Rumanía

Por eso, muchas veces, no lo usamos bien. Es una batalla que estoy comenzando ahora y que no quiero que termine nunca. Siempre la he tenido en mente: luchar contra la prisa de llegar al destino. Esa batalla la tengo por causa de una de mis principales aficiones, que es conocer lugares (pueblos, árboles, bares, miradores, desvíos, ciudades, monumentos, ríos, lagunas…).

Se puede madrugar un poco más, se puede llegar un poco más tarde e incluso se puede llegar al día siguiente. Igual que dije de los viajes en tren, mejor cuanto más lentos.

Hace poco salió el tema con dos amigos, en conversaciones separadas, de uno de mis sueños viajeros: comprar un coche antiguo muy barato y viajar con él sin fecha prevista de regreso ni destino final preseleccionado. Si tengo que decir ahora uno, por ejemplo Shanghai, donde sería relativamente fácil venderlo y comprar con ese dinero un billete de avión de regreso, siempre y cuando no hubiéramos tenido que llamar a alguien desde La Junquera para que viniera a recogernos.

Dedicada a P.G.C.

5. La furgoneta (publicada el 22 de enero de 2016)

Viajar en furgoneta tiene unas ventajas muy parecidas a las que tiene viajar en coche, como ya expliqué en su entrada correspondiente, publicada el 9 de diciembre. Esas ventajas son fáciles de entender: la libertad de horarios, de coger desvíos, de hacer paradas...

Pero viajar en furgoneta tiene otros alicientes. Hay dos modalidades de viajes en furgoneta. La primera es la más parecida a viajar en coche, con la única diferencia de que caben más personas. Eso supone ahorro de combustible, de peajes y de llamadas teléfonicas o de wasapeos para ver dónde paramos.

Así viajamos, por ejemplo, el pasado mes de diciembre a Andalucía. Fuimos nueve personas en una furgoneta de alquiler. Dormimos una noche en una casa rural de Grazalema (Cádiz) y dos en un alojamiento en mitad del campo en Canillas de Aceituno (Málaga).

En la furgoneta con la que fuimos a Andalucía En la furgoneta con la que fuimos a Andalucía

Pero no le habría dedicado una entrada a los viajes en furgoneta si no existiera la segunda modalidad. Y cuando digo furgoneta, me refiero a un vehículo que se pueda conducir con la licencia de conducir B, en el que se pueda dormir cómodamente y que no sea una caravana o una autocaravana.

Todos hemos dormido muchas veces en nuestros coches como hemos podido. No es cuestión de generalizar, yo al menos lo he hecho.

Decenas de veces he hablado con mi 'brother' de que tenemos que comprar una furgoneta barata para agarrar cualquier fin de semana, cualquier puente o cualesquiera días y no tener que preocuparnos de los hoteles ni de las casas rurales, para dormir en el centro de cualquier ciudad o al final de cualquier camino entre las montañas.

No es nada espectacular, simplemente hay que coger y hacerlo. Mi hermana y David lo hicieron, por ejemplo, y hasta escribieron unos pequeños relatos con su anterior compañera: leerlos. Debo intentar que mi próximo vehículo responda a esas características.

6. La bicicleta (publicada el 25 de febrero de 2016)

Cuando hablamos de bicicleta como medio de locomoción viajero hay que erradicar tres acepciones. 1.- Coger la bicicleta para desplazarte por tu ciudad o por tu pueblo. 2.- Coger la bicicleta el sábado a las 8.30 de la mañana y volver a casa a las 14.00 después de haber hecho los kilómetros que sean. 3.- Coger la bicicleta para hacer las típicas rutas que ya vienen marcadas. La más famosa de estas últimas es el Camino de Santiago.

Es posible que esta última acepción pueda ser válida, pero el concepto de bicicleta como medio de locomoción lo veo diferente. Solo he hecho dos viajes así. Si entre todos los viajes que he hecho en mi vida de cualquiera de las maneras me tuviera que quedar solo con uno, sería el que hice en 2009 entre Lulea (Suecia) y el Cabo Norte (Noruega). Fueron algo más de 1.000 kilómetros en 12 días, casi completamente llanos, sin apenas coches salvo el primer día y disfrutando en cada pedalada de la paz de las grandes extensiones del norte de Europa. El otro es el que hice en julio de 2015, cuando uní Soria y Cuenca en cuatro días.

La visión de alguien que va en una bicicleta con alforjas y a un ritmo lento por la carretera es una de las más gratificantes que existen. La otra es salir de trabajar a mediodía y encontrarte en tu ciudad a una persona con las dos manos ocupadas: en una, un mapa o el móvil para buscar un hostal; en otra, la bicicleta con las alforjas. El verano pasado me sucedió algunas veces en Soria.

Entre Lulea y el Cabo Norte, en junio de 2009 Entre Lulea y el Cabo Norte, en junio de 2009

En estos viajes en bicicleta hay que circular solo por la mañana y dedicar las tardes a descansar, leer o tomar algo con los amigos si se ha ido acompañado. También se puede intentar entablar nuevas amistades, sin forzarlas. Es mejor hacer 70 kilómetros al día que 120, y llegar más cerca que más lejos si eso va a permitir disfrutar más relajadamente del viaje. Es lógico que haya algo de cansancio, pero el ejercicio físico no es uno de los objetivos más importantes de los viajes en bicicleta.

Pueden ser por carretera, por caminos o por el monte. A mí me gustan por carretera para ver pueblos y gente paseando, además de porque el manejo de la bicicleta es más suave y se disfruta más el paso de los kilómetros. No me gustan los coches, así que es importante elegir bien las carreteras. Mi próximo viaje en bicicleta está programado en nueve etapas. No doy más pistas.

7. A pie (publicada el 22 de marzo de 2016)

Con esta entrada finalizo en parte esta serie sobre los medios de locomoción viajeros. ¿En parte? Sí, porque haré un par de entradas más mezclando otros medios menos habituales. Con estos siete primeros medios de transporte se cubre casi el 100% de los viajes que realiza el ser humano.

Sin menoscabar la utilidad, la eficiencia o el encanto de los demás medios, el más auténtico, puro y gratificante de todos es viajar a pie. Lo ideal sería silbando y con un hatillo, pero también me vale con una mochila no muy pesada.

Digo algo parecido a lo que dije de los viajes en bicicleta. Un viaje a pie no es hacerse el Camino de Santiago o la Carros de Foc del Pirineo ilerdense, por poner dos ejemplos de rutas que he hecho.

El viaje a pie perfecto sería saliendo del propio hogar, pero también vale desde cualquier otro sitio siempre y cuando se unan dos puntos siguiendo una ruta sobre la que nunca se haya publicado un folleto ni haya marcas indicativas. Tres ejemplos: Madrid-Elche, Buenos Aires-Río de Janeiro, Moscú-Riga.

En los lagos de Covadonga En los lagos de Covadonga

Nunca he hecho un viaje a pie. Me gustaría hacer uno saliendo de Soria y llegando al mar, por ejemplo a las cercanías de Bilbao. Andaré entre 25 y 30 kilómetros al día. Las dos primeras etapas son fáciles de adivinar: Soria-Valdeavellano de Tera y Valdeavellano de Tera-Lomos de Orios.

Con el resto de medios de transporte (con unos más que otros) se pierde la noción del mundo tan grande en el que vivimos. Por eso me gustaría hacer uno andando a un ritmo ligero y tranquilo. Por el mero hecho de leer estas palabras estás automáticamente invitado a acompañarme a cualquiera de las etapas.