Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 3. 11-12-2014. Ecuador (3). Día largo en Quito

Dos veces llevado en coche sin necesidad de hacer autostop

Hoy he vivido mi primer día completo en Ecuador, en su capital, Quito. Según han ido avanzando las horas, la ciudad ha crecido para mí. Estoy ahora cansado después de no sé cuántas horas de pateada, pero eso es lo mínimo que le pido a una gran ciudad a la que visito por primera vez y en la que no voy a estar mucho tiempo.

(Para terminar el día de ayer, diré que no hubo problemas ni en el vuelo de Miami a Atlanta, ni en el de Atlanta a Quito. Las tres ciudades comparten huso horario. Llegué a Quito rozando la medianoche. Lo más destacable de estos dos trayectos fueron las diademas con cuernos de reno que llevaban los auxiliares de vuelo de Delta entre Miami y Atlanta).

Anoche me fueron a buscar al aeropuerto de Quito desde el hostal en el que me alojé. Está en Tababela, es el Colibrí, apartado de todo menos del aeropuerto. No hay nada especial ahí. Me he levantado muy pronto para desayunar y caminar hasta la autovía, donde pasan los autobuses. En ese camino, y viéndome con las mochilas, un vecino de Tababela ha tenido a bien llevarme hasta la autovía. Se ha agradecido.

El autobús me ha recordado muchísimo a los que cogíamos en Nepal. Una persona se iba bajando en marcha animando a la gente a montarse y cobrándole. Los pasajeros pagaban al bajar, la mayoría, diciéndole al empleado de la compañía en qé parada se habían montado.

Tababela está lejos de Quito, unos 35 kilómetros. Me he bajado en Río Coca y ahí he cogido el Ecovía hasta Simón Bolívar. Me habían recomendado el Revolution, y aquí estoy. Como la habitación no estaba aún preparada por ser todavía las diez, he dejado mis cosas y me he puesto a andar.

El centro histórico de Quito es Patrimonio de la Humanidad y una de las siete candidatas a Ciudades Maravilla también de la Humanidad. Más allá de listas, el centro de la ciudad es impresionante, por su belleza y por su vida. Casi todo gira en torno a la Plaza Grande. En una distancia no excesiva se tiene acceso a los principales monumentos quiteños.

Tampoco está lejos el Panecillo, una elevación desde la que se tienen grandes vistas de Quito Norte y de Quito Sur. Menos mal que no me ha dado por ir andando, que es a lo que invita su ubicación: tanto en el hostal como en la oficina de Turismo me han dicho que el tramo medio de escaleras es realmente peligroso. Ojalá en unos años deje de serlo. Para ir al Panecillo hay que ir en autobús, taxi o en un grupo grande, pero sabiendo esto...

Gran lluvia

Me había olvidado en todo ese tiempo de que estaba en territorio ecuatorial. Pasadas las 12.00, se ha puesto a llover a lo grande. Como había desayunado pronto, empezaba a tener hambre. La he hecho desaparecer en uno de los miles de establecimientos en los que ello es posible por apenas dos euros: sopa, arroz, pollo, patatas y una bebida de soda de un color que yo no conocía.

Con el estómago lleno he caminado hasta la Basílica, iniciada a finales del siglo XIX. Allí me disponía a abandonar el centro histórico y conocer la parte moderna de la ciudad, en la zona de La Mariscal. He preguntado a un encargado de un parking (parqueaderos en Ecuador), y un señor que entraba a recoger su coche con su familia me ha dicho que justo iba para allá. Me ha convidado a acompañarles, así que me he ahorrado el segundo paseo del día. Tampoco ha venido mal.

La Mariscal, efectivamente, no tiene nada que ver con el centro histórico. Como no me esperaba nada de ella y como desconocía su existencia, me ha sorprendido muy gratamente. Se ven garitos muy modernos que estaban esperando que pasaran dos o tres horas para empezar a llenarse.

De regreso al hogar me he detenido en el Parque de El Ejido. Una gran multitud ha despertado mi curiosidad. Me he acercado, y había como 300 personas viendo partidos de Ecuavoley. Los equipos iban entrando según el resultado de los breves encuentros. Son equipos de tres, con unas técnicas y unas estrategias diferentes a las del voleibol. Muy interesante, sobre todo cuando lo jugaban los nuevos.

Y nada más. Pasadas las cinco de la tarde estaba en el hostal. Creo que mañana dejo Quito. Todavía no sé dónde voy a ir, lo más seguramente al Pacífico. Grande Quito.