De pronto, me vi tendido sobre el altar que coronaba la pirámide escalonada, completamente paralizado por el miedo. A mis pies, una multitud observaba expectante. El silencio era absoluto. En un momento dado, el sacerdote azteca levantó solemne el cuchillo de obsidiana sobre mi pecho desnudo. Y de repente, sin saber por qué, me sobrevino un incontrolable ataque de risa.
Entonces comprendí que no es conveniente mezclar hongos alucinógenos.
Ilustración: Lola Gómez Redondo
Los hongos alucinógenos como el alcohol, nada de mezclas. Je je.
Visto el resultado, tal vez se trataban de hongos «de garrafón».
Vaya como iba el amigo…menuda guaza llevaba. Je je…hay no es bueno mezclar jeje