Le encanta jugar con el reloj de pared que preside el salón. Una vez se ha cerciorado de estar completamente solo, aparta cuidadosamente el cristal que protege la esfera y hace girar sus agujas con gran celeridad. Primero hacia la izquierda hasta que sus pequeñas manitas van perdiendo el interés. Y después hacia la derecha hasta que sus arrugadas manos dan muestras de fatiga. Entonces sitúa las saetas en hora, cierra la cubierta y regresa a su rutina diaria.
Este microrrelato tiene el honor de aparecer en el blog Internacional Microcuentista, de donde tomo la ilustración.
Buenisimo!!!
Me alegro de que te guste, Yolanda.
Enhorabuena por tu presencia en la Inter.
Muchas gracias. La verdad es que me ha hecho muchísima ilusión.
Ya eres Internacional 😉 Felicidades de nuevo. Besos!
?
Gracias Bea. En nada aparecerás tú. Seguro.
Texto leído en el recital poético y musical organizado por el Ateneo Jaqués en la Feria del Libro de Jaca 2014.