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Rutina

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Debía estar ahí parado, de pie, durante horas. Así un día tras otro sin respetar fines de semana. Era lo que tenía trabajar de vigilante de seguridad en un comercio. En cuanto salga otra cosa me marcho – se repetía en un vano intento por infundirse ánimos. Pero lo único que salían eran clientes y clientes con bolsas repletas de ropa siguiendo la moda marcada en inexpresivos maniquíes que desde el escaparate acompañaban a nuestro protagonista. Con el tiempo se convirtió en parte del mobiliario. Tanto fue así que con el cambio de temporada, los dependientes sustituyeron su insulso uniforme por las últimas tendencias del momento.