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Peccata minuta

Fue tal la insistencia de  55TeresaAna de Mendoza y de la Cerda que Teresa de Jesús no pudo negarse a mostrarle sus escritos personales, eso sí, con la condición de no revelar su contenido. Por ello, cuando la Santa descubrió a aquella leyendo el manuscrito a sus ayas con gran burla, se sintió presa de una ira hasta el momento desconocida. Para ocultar tan desafortunado episodio, los biógrafos recurrieron a toda suerte de falsos relatos como el desgraciado accidente practicando esgrima o el marcado estrabismo de la Princesa de Éboli que justificasen así su famoso parche.

Ilustración: Lola Gómez Redondo