
En casa tenemos por costumbre no poner al niño Jesús hasta el mismo día de Navidad. Pero este año llegó el 25 de diciembre y la figurita no aparecía por ningún lado. Buscamos en su caja, en el armario, debajo de la mesa y nada. Al no haber recién nacido al que adorar, los reyes magos decidieron volver a Oriente y tanto los pastores como las aguadoras o los pescadores terminaron regresando a sus quehaceres cotidianos. Solo acabadas las navidades y recuperado el rincón para el cenicero de cristal y el tapete de ganchillo, apareció el niño dios con la inocente serenidad de saberse por fin a salvo del malvado Herodes.
Rey Baltasar en el belén de la zaragozana plaza del Pilar, cortesía de Javier Vázquez.
¿Y dónde se había metido? Si se puede saber…
Saludos!
J.
Quién sabe. Tal vez protegido por el árbol de navidad con sus espumillones y sus luces.