Era
la mayor de nueve hermanos. Todos ellos con nombres poco habituales.
Aunque ésto, como todo, va por modas. Y si algo tienen las modas es
que siempre regresan (como las hombreras, los pantalones de campana o
las pobladas barbas) En aquella época no se llevaban los de origen
bíblico. En cambio ahora, vuelven a estar de
plena vigencia. A Quiteria le hubiera divertido conocer chicos
llamados Joel (como el profeta) o Aser (el octavo hijo de Jacob) y
chicas de nombre Betsabé (mujer del rey David) o Nazaret. Y aquel
físico enclenque suyo pronto se hubiera tornado hermoso como el de
su tocaya, la bella Quiteria, aquella novia de las fastuosas bodas de
Camacho que tan fabulosamente describiera Miguel de Cervantes en su
Quijote.