
Cuidado con los tréboles de cuatro hojas. Ese fue el único consejo que me dio mi venerado maestro cuando me encomendó continuar la ardua tarea de evangelizar estas tierras. Como le viera hacer en tantas ocasiones a mi predecesor San Patricio, me dispuse a hablarles de la Santísima Trinidad tomando una de esas simpáticas plantitas que brotan por doquier. Pero al agacharme, comprobé horrorizado que todas lucían cuatro foliolos. Aquellos paganos me contemplaban confundidos. Más si cabe cuando, desesperado, me vieron arrancar la cuatra hoja. Percibieron tal agresividad en este gesto que huyeron despavoridos. Decidí entonces tomar en su lugar una horca de tres puntas pero ahora me toman por el mismísmio Diablo.
No tengo a los celtas por un pueblo que sale huyendo. Más bien irían corriendo a por sus famosas espadas para mostrárselas a aquel religioso.
O para llamar al druida de turno a que les prepare alguna extraña pócima.
Go(o)d luck
¿Quién haría el mejor trabajo imponiendo una fe cualquiera sino el mismísimo diablo?
Saludos,
J.
Muy interesante que esté detrás la mano del diablo para desesperación de nuestro pobre monje.
Gracias por tomar en cuenta el comentario.
Saludos,
J.