Cuentan los ancianos de la aldea que en lo alto de la Montaña Blanca existía un enorme árbol cuyas frondosas ramas se extendían más allá del horizonte, cruzando bosques, ríos, desiertos y mares. Las gentes de los distintos lugares observaban estas interminables ramas con recelo pues llegaban del territorio vecino y movidos por el miedo, decidieron talarlas. Y sucedió que al verse privados del cobijo que el grandioso árbol ofrecía, los hombres de la Tierra se sintieron profundamente desamparados.
Ilustración: Lola Gómez Redondo
Esa es la paradoja Raúl, el miedo, el desconocimiento de las cosas, los recelos con los vecinos, lleva a situaciones aún peor.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Estoy de acuerdo contigo, David. El desconocimiento lleva al miedo y éste a la violencia.
Qué bonito, Raúl. Una preciosa metáfora para reflejar los absurdos enfrentamientos que creamos.
Abrazos.
Por desgracia, Patricia, hemos olvidado que descendemos todos del mismo árbol primigenio.
Parece que algunos descendieron del árbol y otros se cayeron de cabeza.
Esa teoría explicaría muchas cosas, Juan. Je, je.
Me gusta el punto místico y de hermandad con el planeta que desprende este micro. Abrazos!
En estos momentos es importante destacar lo que nos une. Ya se encargan otros de remarcar lo que nos diferencia con no se sabe que intenciones.
Texto finalista en el III Concurso de Microrrelatos Iluminafrica.