Odiaba la Navidad. Cada año, por esas fechas, tapiaba puertas y ventanas sin olvidar la chimenea para impedir la llegada de ese gordinflón de gruesa barba. Ya cada año, al despertar, descubría regalos a los pies de su cama. Presa de la ira abría la ventana y los arrojaba fuera. No tardaban en ser recogidos por los humildes niños de la calle. Tal y como había previsto Papá Noel.
Ilustración: Lola Gómez Redondo
Me recuerda al señor Scruch en Cuento de Navidad.
Bueno, me voy a dormir que esta noche vienen los Reyes Magos. Ya les he dejado los zapatos, la leche y las galletas. Je je.
Espero Juan que SS.MM no te hayan traído carbón. Y si es así, al menos que sea del dulce.
Pero qué ingenioso es este Papá Noel. Hasta consigue que el huraño protagonista realice buenas acciones sin enterarse.
Imagino a los niños pobres del barrio debajo de su ventana cada Navidad. Para ellos, es su Santa Claus particular.
¡Qué bueno!!! jejeje
Aún a su pesar, será recordado por siempre como el buen vecino que ayudaba a los demás.