El Cielo extiende su manto bajo el cual la Aurora, precedida por el Rocío y Lucifer, guía la cuadriga del Sol. Marte, acompañado de la Loba Capitolina, recibe la enseña romana de manos de un guerrero parto ante Hispania y Galia vencidas. Asoma Apolo con su lira sobre un grifo y a lomos de un ciervo Diana con la aljaba mientras la Tierra nutre con una cornucopia a los pequeños Rómulo y Remo.
Pero Augusto se muestra indiferente a cuanto sucede en su coraza de bronce, entregado como está en advertir, desde su pedestal y con el brazo en alto, a aquellos que se acercan hasta el Mercado Central del peligro que entraña el consumo de higos.
Ilustración: Lola Gómez Redondo