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Desesperación

Ilustración tomada de Amazon.es

Ni el abanico, recuerdo de sus últimas vacaciones, ni el polvoriento ventilador de aspas, ni siquiera el escandaloso aparato de aire acondicionado lograban aplacar el insoportable calor de la oficina. El hombre con la camisa empapada bajo las axilas y espalda se pasaba, una y otra vez, el pañuelo por el cuello y la frente, desesperado. Esa misma desesperación le llevó a tomar un folio, a falta de otra cosa, y trazar en él todas las letras del abecedario. A continuación, vació de lápices la taza y la colocó boca abajo. Posó su dedo índice sobre ésta y con los ojos cerrados, invocó a cualquier presencia que anduviese por el viejo edificio. Todo ello con el deseo de que la temperatura descendiera abruptamente y el sudor se tornara frío por el miedo.