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De besos y pesos

¿Hay algo más romántico que contemplar, fundidos en un abrazo, la puesta de sol sobre el río? Así lo creen muchos  vecinos que cada atardecer se acercan hasta aquí para colocar el consabido candado decorado con ambas iniciales y arrojar después la llave al agua. El problema es que tanto amor supone una pesada carga difícil de sobrellevar para un puente que padece el transito de todo tipo de vehículos. El ayuntamiento, en una medida desesperada, ha solicitado a los ciudadanos que notifiquen si su situación sentimental ha variado para retirar de inmediato el oxidado testigo de tal unión, no vaya a ser que el operario municipal, cizalla en mano, en su “poda” aleatoria, de un corte certero ponga fin a una prometedora relación.