-¿Nombre?
- Jorge Juan y Santacilia. Natural de Novelda.
- Suba a
bordo. Le estábamos esperando.
En cuanto
puso un pie en cubierta, se acercó hasta él efusivo un miembro de
la tripulación.
-¡Dichosos
mis ojos! Ha de saber que somos grandes admiradores de sus trabajos
allá en el Virreinato del Perú. Sería un verdadero honor si
tuviera a bien acompañarnos - exclamó señalando a un grupo de
hombres entre los que destacaba un genovés absorto en mil cálculos
ante mapas y cartas de navegación.
- ¡No le
atosigue, pardiez! Que antes nos tiene que relatar con todo lujo de
detalles como se la jugó a los ingleses en su propio terreno - Bramó
un almirante tuerto, marco y cojo con rendida admiración.
- Y no olvide narrarnos su encuentro con el Sultán de Marruecos. No sé si sabe que yo sufrí cautiverio en Argel – espetó otro de los presentes, éste tullido de la mano izquierda a causa de un disparo de arcabuz.
- ¡A fe
mía que sois cargante! Dedíquese a las letras que es lo suyo y
déjenos a los hombres de mar – respondieron al unisono una pareja
de expedicionarios marinos, uno vasco y otro portugués, mientras le
tomaban amistosamente del brazo al ilustre científico, ingeniero
naval, espía y diplomático alicantino.
Y mientras tenía lugar esta calurosa bienvenida, el navío se alejaba de la costa española para desaparecer finalmente entre la espesa bruma.