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¿Habrá verano?

Muchas veces un titular llamativo hace que la noticia que se esconde detrás se pueda propagar como la pólvora, aunque en realidad los argumentos que sustentan esa noticia no sean todo lo robustos que cabría esperar. Éste es el caso de la noticia que nos viene acompañando desde hace un par de días, me refiero al pronóstico estacional para el próximo verano difundido a través del canal meteorológico francés METEO en el que se aseguraba que este año las temperaturas iban a ser excepcionalmente más bajas que la media climática. Algunas otras fuentes han añadido más leña al fuego e incluso nos han venido a decir que éste iba a ser un año sin verano como el de 1816, caracterizado por la anormalidad de las temperaturas durante su periodo estival.

Por una parte, la comparación con el verano del año 1816 parece bastante exagerada, principalmente por la causas que motivaron lo que se conoce como el año sin verano y que trajo consecuencias desastrosas a todo el hemisferio norte. Para establecer cualquier comparación hay que recordar cual era el escenario atmosférico durante 1816. Por un lado, es importante recordar que a principios del siglo XIX aun nos encontrábamos en lo que se ha llamado la pequeña Edad del Hielo, a diferencia de la época actual en la que temperatura global parece ir aumentando año tras año. Aquel periodo frío fue debido principalmente a una baja actividad solar, así como también a otros diversos factores. Añadido a esta época fría, uno de los principales motivos de la anomalía de este año de principios del siglo XIX fue una alta actividad volcánica, en especial con la erupción del volcán Tambora en Indonesia a lo largo de 1815. Estas erupciones volcánicas provocaron que la atmósfera terrestre quedara cubierta de cenizas y por tanto que la radiación solar llegara con dificultad a la superficie terrestre.

Así, parece difícil la comparación entre 1816 y 2013 debido a las circunstancias tan diferentes que preceden a los veranos de uno y otro año. Por tanto, una vez recordado este episodio extremo vamos a centrarnos en lo que realmente más nos interesa y es en saber cual es realmente el pronóstico para el verano de 2013 y en cual es la fiabilidad de este pronóstico, que posiblemente es el principal elemento a analizar.

Los pronósticos estaciones se viene realizando en muchos servicios meteorológicos oficiales desde hace años en fase experimental, y es importante remarcar que se realizan en fase experimental porque su fiabilidad aun no llega a unos niveles aceptables de acierto en el pronóstico. Estos pronósticos estacionales suelen presentarse como la tendencia de temperatura y precipitación a gran escala a lo largo de los siguientes meses, en este caso entre los meses de junio, julio y agosto. Como ejemplo, la imagen a continuación muestra la anomalía de temperaturas prevista para el verano según el modelo de predicción estacional utilizado por la agencia meteorológica americana NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration). Si nos guiáramos por este pronóstico concluiríamos que la temperatura en el centro peninsular será entre 1 y 2 ºC más baja que la media climática, aunque en gran parte del norte peninsular esta anomalía no llegaría a superar 1ºC. ¿Sería suficiente esta diferencia de 1ºC para afirmar que no tendremos verano?

NOAA

Pero como he comentado antes, los pronósticos estacionales se realizan en muchos servicios meteorológicos y con los diferentes modelos meteorológicos utilizados por cada uno de ellos. También desde AEMET (Agencia Estatal de Meteorología) se desarrollan modelos de predicción estacional y los resultados son bien diferentes a los que obtiene la NOAA. Según la predicción estacional de AEMET, no se aprecia ninguna anomalía ni en cuanto a temperatura ni precipitación para el periodo Junio 2013-Agosto 2013. El informa completo lo podéis encontrar aquí:

http://www.aemet.es/es/serviciosclimaticos/prediccion_estacional

Estos estudios son solo dos ejemplos de pronósticos estacionales y vemos como sus resultados son bien diferentes. Así, después de analizar la fiabilidad de estos pronósticos estacionales y los diferentes resultados que nos presentan para el próximo verano según el estudio consultado, parece difícil sacar alguna conclusión definitiva. ¿Tendremos un verano más frío de lo normal? ¿Tendremos un verano normal? o ¿Tendremos aquel raro verano en que no paró de nevar del que hablaba Sabina? No queda mucho para saberlo.