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Balance veraniego

Desde el mismo momento en que allá por el mes de mayo se lanzaron alarmantes pronósticos por parte de los meteorólogos del canal francés Meteo sobre cómo sería el verano de 2013, muchos hemos estado esperando el momento de que acabara el mes de agosto y poder sacar conclusiones sobre cómo se han ajustado a la realidad aquellos pronósticos. A pesar de que desde muchos organismos oficiales y muchas otras fuentes de información meteorológica se intentó matizar y poner de relieve la baja fiabilidad de estos pronósticos, el alarmismo fue calando y se convirtió en tema de conversación y preocupación durante los primeros días de verano, en gran parte debido a que los días veraniegos se hicieron esperar. A todo esto ayudaron, por supuesto, algunos medios de comunicación que vieron un filón en convertir este pronóstico en noticia, con titulares como ‘’El año sin verano’’, llegando a ser una de las noticias más visitadas de sus página web, y estoy hablando de algunos de los diarios de más tirada nacional.

Pues bien, ya ha llegado el momento de sacar conclusiones sobre cómo se ha comportado el verano de 2013 en lo que a la meteorología se refiere. Y se hace ahora porque en la meteorología consideramos el verano meteorológico como los meses de junio, julio y agosto, a diferencia del verano astronómico que empieza a finales de junio y acabará a finales de setiembre. Para hacernos una idea de la evolución termométrica de este verano no hay nada mejor que ver la gráfica de la evolución de la temperatura máxima y mínima en la ciudad de Soria a lo largo de estos meses y compararla con los valores medios del periodo 1971-2000.

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Vemos como los valores de las temperaturas no se han alejado mucho de los valores medios en julio y agosto, eso sí, con algunas irrupciones frías durante los últimos días de julio y los primeros de agosto. A pesar de estas entradas frías que provocaron importantes bajadas de temperatura, julio y agosto no fueron unos meses muy diferentes, en cuanto a las temperaturas, a lo que estamos acostumbrados de otros años. Diferente fue el mes de junio, un mes que se puede considerar frío y que fue la prolongación de una primavera también algo más fría de lo normal. Es en este mes de junio cuando encontramos la principal anomalía de este verano del 2013, ya que a partir de los últimos días de junio, y a pesar de las entradas de aire frío ya comentadas, podemos considerar que el verano ha sido normal.

Otro ejemplo aun más claro de cómo los valores de temperatura no se han alejado tanto de los valores a los que estamos acostumbrados en Soria y en toda la península Ibérica, es la comparativa que tenemos en la tabla a continuación. Son los valores de las temperaturas máxima y mínima en Soria de cada uno de los meses de verano y comparados con los valores medios de cada uno de los meses calculados para el periodo 1971-2000. Como se ve, únicamente las temperaturas media máxima del mes de junio, y en menor medida la mínima de agosto, han estado por debajo de la media.

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Por lo que a la precipitación respecta, la distribución ha sido muy irregular, como corresponde a estas fechas de verano donde las lluvias se suelen producir en forma de tormentas de distribución geográfica y temporal muy dispersa. Gran parte de las lluvias caídas se produjeron en el mes de julio, mientras que junio y agosto han sido algo secos.

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 Pero el hecho más singular del verano de 2013, en cuanto a la pluviometría, no fue que se produjeran gran número de tormentas, que no suele ser del todo extraño en verano, si no la fuerte intensidad con que éstas descargaron a lo largo de julio. Estas tormentas afectaron principalmente al noreste peninsular, y en especial a los Pirineos y al Sistema Ibérico, y tarde tras tarde fueron observadas en muchos puntos de la geografía soriana con especial violencia. En muchos casos la tormentas vinieron acompañadas de granizo de gran tamaño, con los daños que suelen ir asociados a este tipo de fenómenos. Fue en el norte y este de la provincia de Soria donde estas tormentas alcanzaron una mayor intensidad.

Llegados a este punto, creo que ya podemos sacar conclusiones y decir bien alto y claro: ¡En el 2013 hubo verano!. Y partir de aquí habría que hacer una seria reflexión sobre como se transmite la información a la sociedad, ya sea por parte de los meteorólogos o por parte de los periodistas. Aquí, como en otros ámbitos, es importante  saber cual es la fiabilidad de las fuentes y a partir de ahí difundir una información veraz, para así no caer en alarmismos innecesarios.