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Las mil caras de un calabacín

Calabacines. No hay una casa ahora mismo que no tenga uno o varios ejemplares. Es la estrella del verano. Barato, fácil de cultivar, sano y rico si se prepara con un poco de mimo. No se puede pedir más a una hortaliza. O sí. Hoy le he dado unas cuantas vueltas a los calabacines de mi casa y os lo quería contar por si os da alguna idea.

Hay vida más allá de la crema de calabacín, creedme. Aunque sigue siendo uno de los platos más socorridos de toda cocina que se precie de serlo, las recetas no suelen variar más allá de si lleva o no patata, si lleva o no quesitos, si lleva o no pimienta. Se puede hacer algún que otro experimento, pero suele resultar fallido. Sin embargo, el calabacín tiene varios usos posibles. La clave está en el corte y en los acompañamientos. Cortándolo en láminas con un pelador, con su piel y todo, se obtienen unas tiras con las que formar rollos o raviol. Es importante una pequeña cocción previa para que se puedan manejar mejor. Con un minuto en el microondas, al vapor o escaldado es suficiente. Después se rellena y se enrolla y listo para comer. Como el calabacín no se caracteriza por su potente sabor es conveniente encontrar un relleno con un poco de fuerza. Es el caso del plato que presenta ahora mismo La Crepería, calabacín relleno con habitas y pesto.

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Más sencillo todavía es hacer las tiras del calabacín y rellenar con jamón y queso, por ejemplo. El tubo se pone un minuto en la vaporera y listo. Con unas gotas de aceite de oliva por encima se puede convertir en un excelente y sano aperitivo. Probadlo!

image Primero, formad tiras de calabacín con un pelador y montarlas de esta forma.

image Cocerlos en la vaporera durante un minuto.

image Bombón de calabacín de restaurante Baluarte.

Los rellenos pueden ser múltiples, si se cumple la máxima de que resulten sabrosos: queso crema y anchoas, jamón y tiras de pimiento, quinoa y aceitunas, revuelto de morcilla y piñones...

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El calabacín rallado también da mucho juego. Es imprescindible escurrirlo con un peso encima una vez rallado para que suelte el máximo jugo posible. Ya escurrido se puede usar para hacer una tarta salada, si añadimos queso rallado, nata, huevos y pimienta negra y lo horneamos hasta que cuaje. También se puede freír junto con patata rallada, espolvoreando al final sal, pimienta y azúcar. Un revuelto con calabacín, huevos y queso un poco fuerte resulta delicioso. Y también es posible hacer un bizcocho, del mismo modo que se hace el de zanahoria. Aquí os deja la receta de uno de los que más me ha gustado: http://www.marialunarillos.com/blog/2015/01/bizcocho-de-calabacin-receta-facil.html 

Creo que alguna que otra vez os he hablado de la ensalada de calabacín crudo, una especie de carpaccio muy sorprendente. El truco está en cortar el calabacín en rodajas finísimas y aliñarlo con una mezcla de aceite, limón, sal, pimienta y queso rallado, una vez más. Si se hace unas horas antes de comerlo, mejor, porque no habrá perdido aún el crujiente pero estará más sabroso. Para darle un toque diferente de color y sabor, añadí un poco de chile picado, pero ya se sabe que el picante es a gusto de cada uno.

image Ensalada de calabacín con chile.

Estas mismas rodajas pueden servir de base para otro tipo de ensaladas, por ejemplo si se añaden unas patatas cocidas, legumbres u otras hortalizas y se aliñan con una mayonesa de ajo, una salsa tártara o una césar.

Los calabacines cortados en taquitos, con piel y todo, pueden ser la base de un completo plato al wok, si se saltean, por ejemplo, con cebollas rojas, tiras de pimiento y secreto, aliñado todo con salsa de soja, limón y un poco de jengibre fresco. En mi casa, además, se le da el toque picante que siempre le va perfecto a este stir-fry, que también se puede hacer de pollo, ternera, pescado o gambas. Acompañado de unos fideos de arroz, o pasta de cualquier tipo, es un plato completo y muy sano.

image Stir-fry de calabacín y secreto.

Cortados en chips y fritos, como si fueran patatas; en pastel de verduras, asados en tiras y aliñados con aceite de oliva, rebozados con salsa de tomate, en tortilla, en lasañas vegetales, rallados y fritos como si fueran tortitas, rellenos de carne picada, cocidos y aliñados como si fueran espagueti… Las vidas del calabacín son infinitas. Solo hay que ponerle un poco de imaginación y ganas de hacer cosas nuevas.

Hasta la próxima, amigos.