Blog | Periodista y cocinera

Dos sitios con encanto, en Soria

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Cuando uno se da una vuelta por ahí siempre vuelve con la sensación de que en Soria no hay muchos locales, bares y restaurantes, con el encanto que tienen algunos de los que hoy podemos encontrar fácilmente en otras capitales. Desde esta sección no voy a señalar a nadie, porque todo el que decide montar un negocio de hostelería en Soria merece todo mi respeto, pero seguro que todos tenemos en la cabeza establecimientos sorianos, nuevos o reformados, que aún con bastante dinero de por medio se han montado sin 'alma'. No deja de ser una visión subjetiva. En cualquier caso, creo que el panorama ha empezado a cambiar y más lo va a hacer en el futuro, y ya en la capital como en algunos pueblos nos encontramos ejemplos de pequeños bares y restaurantes acogedores, diferentes, originales.

En Soria acaba de abrir, casi con sigilo, Le petit café, un pequeño y coqueto local en la plaza del Salvador con aire de bistro que, sin embargo, tiene claro marchamo soriano. Me lo cuenta Javier Robert, el propietario, quien asegura que su idea era montar un espacio diferente, acogedor, en el que poder tomar un café, un chocolate o un batido, en el que celebrar tertulias, leer e incluso ver cine; un sitio de paso o de reunión, tranquilo y distinto, alejado de los cánones del centro soriano de bar de tapas y cañas. En el local también se puede comprar pan y, curioso, vino (sólo Ribera del Duero) y champán, aunque Le petit café no sirve alcohol.

El local tiene cierto parecido con conocidos cafés, aunque se ha buscado el sello soriano para su puesta en marcha. En la decoración ha intervenido Ferrus, los muebles son de San Polo, algunas de las fotografías pertenecen a la soriana Yamina Sanz, e incluso los bizcochos y tartas artesanas así como la bollería salada llegan de la mano de Tomás y Ana, que regentan La Posada de Garray (antes, Chocolate a tres, en la capital). Javier resalta también que Le petit café, junto con la Bodeguita de Hemingway (en la que cuenta con otro socio) dan trabajo a diez jóvenes sorianos, lo que no es poco tal y como está el panorama actual. Y otro punto a tener en cuenta es que se ha cuidado la selección de cafés y tés que se sirven, procedentes del comercio justo.

Javier cree que los sorianos no somos diferentes al resto de los españoles, que también nos gustan los sitios bonitos y con encanto que podemos ver en Madrid, Barcelona o Berlín y que el panorama hostelero soriano tiene que cambiar con el relevo generacional. Yo también lo creo. Ojalá cunda el ejemplo.

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El Fielato, junto al Duero, se ha convertido en un lugar de mucho tránsito, tanto de sorianos como de turistas. Era imprescindible un bar en la zona, un sitio para descansar o disfrutar del paisaje. La remodelación del centro de visitantes, junto con la adecuación de los márgenes, lo permitió y ahora se ha agrandado la zona del bar con un acogedor restaurante que regentan con soltura Gloria y Nacho.

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El local abre fines de semana, festivos y vísperas de festivos por la tarde, aunque en verano se abrirá todos los días. En el Fielato no hay término medio, o se llena o no hay nadie, de ahí que el servicio del bar y del restaurante se adecúe a la demanda. Me parece una medida inteligente de la que bien podrían tomar nota otros locales. La oferta culinaria no es extensa, pero sí suficiente, honesta y ajustada de precio, con lo que el local y el paraje hacen el resto. No se pide más. El pequeño restaurante conserva fotografías antiguas de Soria y está decorado de forma sencilla, pero con gusto. Una estufa en la entrada y las mesas de madera dan el calor y la confortabilidad que necesita un bar soriano en invierno. En verano, la terraza y la luz del río conforman el mejor escenario para reunirse, beber y tapear. El equipo es conocido y profesional. Triunfo asegurado. Larga vida al Fielato gastrobar.

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