Después de
lesiones, enfermedades, agresiones, errores de cálculo, inclemencias meteorológicas,
incompatibilidades de agenda con compañeros, espacios necesarios para otras
actividades... ahora ha tenido que llegar una gran pandemia global, la del
coronavirus, para frenar el avance de este reto al que ya solo le quedan tres
muescas, después de haber tachado este domingo 19 de julio de 2020 el Almenara,
la cima más alta de la Sierra de Alcaraz y el lugar más prominente de la
provincia de Albacete.
Esta vez,
la expedición ha estado conformada por cuatro personas, cuatro habituales. Ayer
sábado salimos de Soria a las siete y media de la mañana José Luis, José
Vicente y Sergio. Después de tomar un café, recogimos a Félix en Madrid a las
diez de la mañana.
Comprobamos
que la distancia con nuestro destino, Ruidera, era de poco más de dos horas,
así que la hicimos de un tirón. Respetando el espíritu viajero del reto, ayer
visitamos las lagunas de Ruidera, situadas a caballo entre las provincias de Ciudad
Real y Albacete. Nos sorprendió tanto su belleza como la cantidad de gente que
va a disfrutarlas en verano.
Esta mañana, nuevo madrugón. A las 6.30 han sonado nuestros relojes y poco después de las siete nos hemos puesto en marcha. Tras almorzar en Villanueva de la Fuente, nos hemos dirigido hacia Riópar. Poco antes de llegar a este pueblo, se gira a la izquierda para coger la carretera AB-415. Después de varias revueltas, se aparca en una de ellas justo después de pasar el kilómetro 191 hacia el 190. Apenas hay espacio para un par de coches.
Allí ha empezado nuestra caminata, alrededor de las 9.30. Desde el lugar del aparcamiento sale una senda más bien ancha, evidente, apta incluso para todoterrenos. Es nuestra senda.
Es pronto
pero ya va haciendo calor. Por suerte, todo ese primer tramo cuesta arriba
transcurre entre pinos, en sombra. Después de ganar alrededor de un centenar de
metros de desnivel en poco tiempo, llega un punto en el que toca perder algunos
de ellos. Es el único tramo de bajada en toda la ida.
En ese punto
llega el primer cruce, justo después de pasar un antiguo pozo. Hay que
olvidarse de los caminos de la derecha y la izquierda y seguir de frente, por donde
va una valla. Ya hace unos minutos que la senda se ha estrechado.
Este tramo
parece una pequeña torrentera, aunque un día de julio como hoy parece difícil
encontrárselo con agua. Aquí el desnivel es todavía escaso. Apenas subimos y
sabemos que nos quedan todavía muchos metros que salvar. Ya llegará el momento.
El camino, marcado, gira ahora un poco a la derecha, hacia lo que parece otro torrente. Nos sorprende encontrarnos a un ciclista bajando por aquí, por un terreno muy técnico y lleno de ramas cortadas en alguna limpia forestal.
Esta parte se empina algo más, pero todavía no mucho. Aún hay árboles y, con ellos, sombra. El tramo finaliza en una pista que parece accesible para coches. Suponemos que el ciclista habrá subido por allí y, si alguien quiere subir al Almenara andando lo menos posible, puede probar por esta vía.
No ha sido
nuestro caso. Nada más llegar a la pista, nos toca abandonarla. Es a partir de
ahora donde vamos a salvar en muy poco tiempo todo el desnivel que nos falta.
Este tramo final no tiene nada que ver con todo lo anterior. Para empezar, porque el reloj ya ha avanzado y el calor, con él. Además, los árboles y la sombra han desaparecido. Y para continuar, porque para llegar a la cima el camino ahora es empedrado y con un desnivel de verdad potente. Aquí nos hemos encontrado con un grupo de siete jóvenes de Madrigueras (Albacete) y con un corredor de montaña. El Almenara tiene movimiento.
Como sucede
con frecuencia en estos picos de final tan empinado, el vértice geodésico llega
así de pronto.
Vaya
vistas. Impresionante de verdad. Montañas y cresteríos por todos lados, y solo
algunos cortijos a lo lejos. Algunos de esos cresteríos tienen en su cara norte
altísimas paredes verticales. Hay algo de calima, ni una nube.
Hemos
disfrutado de unos quince minutos en la cima, y podrían haber sido muchos más.
El regreso
ha sido exactamente por el mismo sitio. El principio, por tanto, ha exigido
cuidado, dentro de que el riesgo es casi nulo por esta ruta más allá de algún
resbalón.
El tiempo
de bajada ha sido casi el mismo que el de subida, poco más de una hora. El rato
fuerte de calor lo hemos hecho de nuevo entre sombras. Poco antes de las doce
estábamos otra vez en el coche.
Muy bonita ruta, con muchas posibles variantes como casi todas las de este largo proyecto que está a punto de cumplir siete años.
Sabemos
cuántas cimas faltan, tres: Burgos, Cáceres, Málaga. No sabemos cuánto tiempo
le queda, pero seguimos manteniendo el objetivo inicial de terminarlo antes de
que acabe 2020. No dependerá solo de nosotros, como todas las cosas, pero por
nosotros no va a ser.
Hoy domingo, después de bajar del Almenara, hemos visitado el espectacular nacimiento del río Mundo y, ya en Ciudad Real, Villanueva de los Infantes, Manzanares para dejar a Félix en el tren y, a la caída de la tarde, Campo de Criptana y sus molinos que fueron y son gigantes.
Punto de salida: En una curva cerca
del kilómetro 191 (yendo hacia el kilómetro 190) de la carretera AB-415.
Distancia: Siete kilómetros y
medio. Hemos hecho una ruta completamente lineal.
Desnivel: 500 metros
positivos, la gran mayoría a la ida, pero alrededor de medio centenar de ellos
al regreso.
Cuánto se tarda: Hoy, dos horas y
media. Una hora y poco para subir, 15 minutos para disfrutar de la cima, una hora
y poco para bajar.
Explícame cómo se sube sin literatura: En el mismo lugar del aparcamiento sale una senda ancha hacia arriba. Desde ahí hasta la cima solo hay dos momentos de duda. Primero, a la media hora más o menos, en un cruce de caminos. Hay que seguir de frente, aunque parezca el camino menos claro. Y segundo, cuando se llega a la gran pista apta para coches. Desde aquí es fácil, ya que la pista baja en ambos sentidos, así que hay que girar a la izquierda hacia la cima, que en días claros como hoy se muestra evidente.