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Cima 55 de 68. Huelva. Cerro del Castaño. 960 metros. 15-2-2019

Aquí seguimos, ensanchando la historia del alpinismo español y universal, reescribiéndola con letras doradas. El escenario de nuestras hazañas de hoy ha sido el Cerro del Castaño, a menos de 1.000 metros sobre el nivel del mar y de poco más de 200 de desnivel, salvados en un caluroso viernes de febrero.

He leído que, durante algún tiempo, este Cerro del Castaño fue considerado el lugar más alto de la provincia de Huelva. Ya nadie duda de que ese honor le corresponde al Bonales Occidental, situado también al norte de la provincia, pero fuera de la sierra de Aracena. Este Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche es el lugar más conocido de las montañas de Huelva, una provincia cuya riqueza natural está entre las punteras de España. El siguiente reto quizás esté relacionado con los Parques Nacionales…

Cima

Como sucede en varias montañas de esta aventura, requieren más relato las motivaciones y la aproximación que el ascenso en sí.

¿Hemos venido ex profeso a este lugar situado a 800 kilómetros de nuestra casa? Claramente, no. Estamos preparados para pasar un fin de semana en Sevilla, donde mañana sábado nos reunimos 150 sorianos para comer y donde el domingo muchos de ellos corren la maratón, entre ellos nada menos que Fermín Cacho y Abel Antón, a quienes se va a rendir homenaje.

Como el día de hoy iba a ser largo, hemos decidido acortarlo quedando a las seis de la mañana, hora a la cual me han recogido en mi casa Alfonso, Eduardo, Elisa e Izana. Soy el único que no empieza por vocal. Tras un poco de atasco en Madrid, la primera de las dos paradas ha sido nada más cruzar la provincia de Toledo. La segunda, unos cuantos kilómetros después, ha sido en las cercanías de Mérida, pues hemos bajado por la A-5 y, después, por la autovía de la Ruta de la Plata.

La tercera parada ha sido la última antes de emprender la ascensión. Ha sido en Castaño del Robledo, el pueblo más alto de Huelva, su segundo municipio menos poblado y uno de los más bonitos según hemos podido comprobar a través de nuestros ojos y a través de los recortes de periódico colgados en el bar donde hemos parado a comer.

Hemos llegado alrededor de las dos de la tarde, una buena hora para comer un bocadillo y tomar algo en la terraza del bar. Todo ello ha sucedido en manga corta, algo bastante impensable en las latitudes donde habitamos.

Cuidando el ganado

Hemos decidido comer antes de subir porque teníamos hambre y porque tampoco nos esperaba una comida opípara. Alrededor de las 15.30 hemos empezado a andar.

Castaño del Robledo tiene un par de plazas. Hemos aparcado en la de abajo porque es la primera que hemos visto. Desde allí se andan un par de centenares de metros hasta la parte alta del pueblo, donde está la segunda plaza, con algunos bares y restaurantes.

Para subir al Cerro del Castaño hay que seguir hacia arriba por la calle de la derecha. Sobra decir que, en general, no hay mucha pérdida, y menos si se lleva grabada la ruta en track como intento hacer desde hace ya bastante: es casi imposible ir a algún lugar en España y que no haya ido alguien antes, lo haya grabado y lo haya subido a Wikiloc.

Subiendo esta calle, se llega a una señal de camino cortado. Nosotros, al igual que los vehículos, hacemos caso a esa señal y giramos a la derecha. Pronto encontramos una ruta marcada de 5,5 kilómetros que da la vuelta a todo este Cerro del Castaño.

Pero nosotros no queremos rodearlo sino pisarlo. Por eso, seguimos tal cual esta ruta circular y, cuando llevamos un poco menos de dos kilómetros, en vez de seguir de frente giramos a la izquierda. Es una de las pocas cancillas que encontramos entre tanto terreno vallado. De hecho, la ruta de ascenso sería mucho más corta de no existir todas estas tierras que es necesario respetar.

Castaños centenarios

Hasta esa puerta, el camino apenas asciende. Es más, hay algunos breves momentos de bajada que nos hacen dudar de que todo vaya bien. Pero no hay problema. En realidad, casi la totalidad del desnivel se salva cuando se abandona esa ruta circular y se gira a la izquierda para cruzar la valla.

A partir de ahí empieza el ascenso de verdad, entre antiquísimos castaños a los que el invierno no ha dejado ni una sola hoja. Parece que no es época, pero en el suelo hay miles de castañas, algunas de las cuales ya no se encuentran en la provincia de Huelva.

Ese ascenso dura unos 15 minutos. Se llega a un pequeño collado en el cual es necesario girar de nuevo a la izquierda. Dejamos los castaños y pasamos a un pequeño bosque de robles, no tan viejos como los castaños pero que ya van cogiendo altura. Entre estas dos grandes especies vegetales que dan nombre al municipio se encuentran también algunos pinos, menos numerosos.

Se atraviesa este robledal y, en apenas cinco minutos, aparece el vértice geodésico, que destaca menos que muchos de sus hermanos al estar oculto entre tanta vegetación, que también esconde parte de las vistas que se disfrutarían en caso de no existir los árboles. Aun así, el paseo es muy recomendable por todo este paisaje típico de las zonas de media montaña del sur del país.

El regreso lo hemos hecho por el mismo camino, salvo un pequeño atroche que hemos intentado y que no nos ha salido bien por la espesísima vegetación. Dar la vuelta han sido otros pocos minutos, nada grave.

En breve hemos visto de nuevo nuestro coche, el mismo que nos ha traído hasta Sevilla, donde ahora nos encontramos para completar un fin de semana de montaña, atletismo, sol de invierno y Andalucía.

Punto de salida: Castaño del Robledo.

Distancia: Son 4,5 kilómetros, quizás un poco más.

Desnivel: Se sale de 730 metros y se llega a 960. Las pequeñas bajadas de las que he hablado en la crónica son demasiado minúsculas.

Cuánto se tarda: En poco más de una hora se puede subir, bajar, hacer fotos, coger castañas y disfrutar.

Explícame cómo se sube sin literatura: Llegas a la parte alta de Castaño del Robledo. Un camino a la derecha es el comienzo de la ruta que rodea el Cerro del Castaño. Antes de la mitad de esa ruta, hay una puerta en el gran vallado. Se atraviesa y se sube sin descanso hasta llegar al collado. La cima queda a la izquierda, oculta entre robles, a unos cinco minutos.