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Cima 3 de 45. Granada. Mulhacén. 3.478 metros. 23-12-2013

El invierno pudo con Francia y Alemania pero no ha podido de momento con el avance de este pequeño proyecto, que confía precisamente en su pequeñez y modestia para continuar hasta el final. Hoy (repito con el pretérito perfecto compuesto que abandonaré sin darme cuenta) hemos ascendido al pico más alto de Granada, el más alto de la península Ibérica, el que todos alguna vez en España han tenido que escuchar en el colegio. El Mulhacén. El invierno, recién llegado, ha sido completamente respetuoso con nuestros planes, mucho más de lo que nos habríamos atrevido a pedirle. Hemos venido seis personas y las seis hemos llegado a la cumbre. Ya estamos las seis en Capileira.

Primera llegada a Capileira

Por cuestiones de logística, cuatro personas viajaron el viernes 20 hasta tierras de Granada (Alfonso, Cristina, José Vicente y Nacho, grupo 1) y otras dos lo hicimos el sábado 21 (Óscar y el firmante, grupo 2). Comimos juntos en Granada el sábado antes de partir a uno de los lugares más reconocibles y reconocidos de España: Las Alpujarras. Desde Granada se viaja hacia el Sur por la autovía de Sierra Nevada y, a los 40 kilómetros aproximadamente, se gira a la izquierda hacia Lanjarón y Órgiva antes de afrontar la fotografía más famosa de las Alpujarras, la de las impolutas Pampaneira, Bubión y Capileira bajo las cumbres más elevadas de Sierra Nevada y de toda la piel del toro. En Capileira dormimos el sábado.

Día 1. Domingo 22

Un año más, los niños de San Ildefonso no eligieron ninguno de los números que guardábamos en el cajón de la mesilla.

Nos volvimos a separar por esas mismas cuestiones de logística. El grupo 1 partió de Capileira aproximadamente a las 10.30. Óscar les acercó en coche hasta la central eléctrica, y desde allí subieron por el río Naute hasta el refugio de Poqueira en algo más de tres horas, siempre arropados por una densa niebla que no les impidió la visión de varios ejemplares de cabra montés, alguno de ellos macho de buenas dimensiones.

El grupo 2 tuvo una caminata más corta. Subimos en coche hasta la Hoya del Portillo, a más de 2.100 metros sobre el nivel del mar. Es fácil llegar hasta allí, tan fácil como continuar la carretera que cruza Capileira y abandonarla unos diez kilómetros después, cuando una valla la corta. Realmente, los últimos seis kilómetros son de camino en buen estado. Nuestra caminata empezó en esta Hoya del Portillo. Se empieza subiendo fuerte durante un kilómetro y medio hasta un mirador. Desde allí, una senda que parte a la izquierda termina, después de agarrar una bifurcación también a la izquierda, en ese mismo refugio donde nos esperaban nuestros compañeros. Tardamos unas dos horas. El último tramo es de bajada y, afortunadamente, está bien marcado. La niebla no nos permitió ver el refugio hasta casi toparnos con él. Cuando fue bajando el sol, bajó con él la niebla. Merece la pena esperar para ver el atardecer desde el refugio, con el Mediterráneo al fondo y un mar de nubes bajo nuestros pies. A las 19.30 tocaba cenar, después de entretener el tiempo como pudimos. Antes de las 22.00 ya estábamos en nuestros sacos. Habría unas 25 personas en el refugio, no es temporada alta.

Día 2 y cumbre. Lunes 23

A las 7.30 empezaba el reparto del desayuno así que no fue necesario madrugar en exceso. Nos levantamos a las 7.00, desayunamos fuerte, intercambiamos cuatro palabras con los montañeros que conocimos el día anterior, terminamos de apañar nuestras mochilas y, a las 8.40, empezamos la ruta.

Haciendo un primer resumen, hay dos maneras de subir al Mulhacén desde Poqueira: por el río y por la loma. Después de lo que hablamos en el refugio con gente conocedora del terreno, decidimos subir por el río y bajar por la loma sin regresar a Poqueira. Eso suponía intentar hacer cumbre con todo el peso de nuestras mochilas, pero en el regreso nos evitaba varios kilómetros al seguir la loma hasta el mirador que hay sobre la Hoya del Portillo, donde debería esperarnos la furgoneta.

El inicio del camino es muy sencillo. Hay que acercarse hasta el río Mulhacén, a escasos metros del refugio, pero no cruzarlo. Una senda sube casi paralela al curso de agua. A la media hora fue necesaria una primera parada para calzarnos las botas alguno de los que llevábamos zapatillas. Empezaba a haber bastante nieve pero no de modo uniforme, únicamente donde el viento la había ido depositando. Tiene que ser también bonito subir al Mulhacén cuando esté todo repleto de nieve. No era el caso.

Lo más sencillo es subir todo el río hasta el final, hasta una collada denominada la Hoya de la Caldera y, una vez allí, girar a la derecha para subir al techo de la península. Pero sabíamos que no íbamos a ser capaces de seguir el camino fácil, aconsejados también por algunas personas del refugio.

Acortar por la ladera

Una vez que vimos el Mulhacén a la derecha, decidimos que lo mejor sería llegar a él en línea recta. Con seguridad es lo más corto, pero no lo más rápido. No soy capaz de concretar ni la pendiente ni la longitud de la pala de nieve que tuvimos que subir, pero sí sé que nuestra velocidad de avance fue muy baja, que no dejábamos de resbalarnos y que estuvimos más de hora y media en esa situación. Los seis llevábamos los crampones pero solo uno decidió ponérselos.

Aproximadamente a la mitad de la ascensión, por cuestiones del avance de la marcha, el grupo se separó en dos, alejados poco más de un centenar de metros. En el que yo estaba, después de abandonar el tramo de mayor acumulación de nieve, conseguimos avanzar pisando los salientes de las rocas, cuidándonos de que no tuvieran hielo y de pisar sobre ellas y no sobre la nieve que las rodeaba, lo que suponía en ocasiones hundirse hasta la cintura.

Con paciencia, después de muchos pasos hacia adelante y no pocos hacia atrás, los dos grupos nos juntamos en la loma. A nuestra derecha, el Mulhacén II. A nuestra izquierda, el objetivo, el Mulhacén. Durante la última media hora nos estuvo dando el sol, anticipo de lo que sucedería en la cumbre.

Después de lo que habíamos pasado en la empinadísima y resbaladiza ladera Oeste, el tramo desde la loma hasta el pico fue como la etapa de los Campos Elíseos en el Tour de Francia, solo para disfrutar... en días como el que vivimos. Si hace mucho viento, algo que en el Mulhacén no es noticia, cualquier minuto en la loma puede ser una eternidad.

Repito que no es el caso. En unos diez minutos hicimos cumbre los seis miembros de nuestro club, el Banzaii Antártica Asociación Soriana de Montaña. Unos abrazos y algunos cánticos sorianos iniciados por los más animados siguieron a la conquista de la cima. Apenas corría el viento y hacía un espléndido sol. Las vistas de cerca eran espectaculares: los hermanos Veleta y Alcazaba, la increíble cara norte del Mulhacén, la ciudad de Granada, la prolongación de la sierra hacia la provincia de Almería... Las vistas de lejos (el mar Mediterráneo y África, por ejemplo) no pudieron sin embargo ser disfrutadas debido a la bruma.

Regreso hacia la furgoneta

No importó. Después de tres horas y media de ascenso entre el refugio y el pico, permanecimos en él cuarenta minutos. Alguien se dio cuenta de que era necesario partir, y lo hicimos. Ahora nos esperaba un camino mucho más largo en metros pero más corto en tiempo. Fuimos descendiendo la loma pasando por el Mulhacén II hasta llegar a una pista de buena anchura. A la derecha va quedando el refugio de Poqueira y a la izquierda el pueblo de Trevélez, otro punto de partida habitual para ascender al Mulhacén.

La loma finaliza en el mirador donde habíamos estado el día anterior Óscar y yo. El tramo final, kilómetro y medio de bajada entre pinos, ya nos permitía olfatear la furgoneta. Llegamos a ella tres horas después de que a alguien se le ocurriera abandonar la cumbre. Allí estaban algunos de nuestros compañeros de refugio, acampados en su vehículo y disfrutando del buen tiempo. La furgoneta nos devolvió a los seis hasta Capileira, donde continuamos con la celebración de las buenas horas pasadas.

El proyecto personal-colectivo avanza poco a poco. Ya van tres cimas, tres vértices de un amplísimo triángulo casi equilátero. El descubrimiento de regiones imprescindibles de España y la convivencia con otras personas eran dos objetivos añadidos que se habían marcado como acompañamiento del principal: subir montañas.

Ver ruta en Wikiloc

Punto de salida: Refugio de Poqueira, accesible a pie desde Capileira y Trevélez (Granada)

Distancia: 19,5 kilómetros

Desnivel: Se empieza a 2.500, se sube rápidamente hasta casi 3.500 y se baja de modo más sosegado hasta algo menos de 2.200.

Cuánto se tarda: Aquí sí que depende muchísimo de si hay nieve o no y, si la hay, de la cantidad acumulada. A nosotros nos costó bastante subir la ladera pero luego bajamos muy ligeros. Tuvimos la suerte de la ausencia casi total de viento. Empleamos siete horas y diez minutos el día de la ascensión en sí, tiempo al que es necesario sumar el de acceso al refugio. Estando en forma, se puede hacer esta ruta circular en un día, madrugando un poco más o esperando a la primavera-verano. Pero los refugios de montaña tienen algo...

Explícame cómo se sube sin literatura: Duermes en el refugio de Poqueira y desayunas en él. Según sales por la puerta giras a la derecha y vas siguiendo unas altas estacas rojas, se supone que para marcar el camino cuando haya mucha nieve. En cinco o diez minutos llegas al río. No lo cruces. Déjalo todo el rato a tu izquierda y, en media hora o menos, ya verás el Mulhacén a tu derecha. Puedes hacer como nosotros y afrontarlo en línea recta, o bien continuar de frente hasta la Hoya de la Caldera y girar a la derecha cuando llegues a ella. Con visibilidad, no es difícil. Para bajar como nosotros, del Mulhacén hay que seguir el camino hacia el Mulhacén II. Ya desde allí es posible ver la gran pista que lleva hasta el mirador. Se alcanza esta pista y se sigue durante un buen rato, no debería haber pérdida. En el mirador viene marcada la estrecha senda entre pinos hasta la Hoya del Portillo.

La canción de Fernando: