Tras la temprana diana recorriendo el barrio, nos pusimos nuestras mejores galas y acudimos al local, nerviosos y emocionados, por ver nuestra Caldera. ¡Qué bonita! Representaba nuestro logotipo, diseñada en vertical y decorada con abundantes flores, como quería la Jurada. Moderna y florida, lucida y personal. ¡Gracias Carmelo por tan bella obra! ¡No nos pudo gustar más!
Bajamos a la Plaza Mayor, donde por fin un sol radiante iluminaba el día de más esplendor, el Domingo de Calderas. Nuestros carteleros abrían el desfile, seguidos por gran cantidad de piñorros y piñorras que nos quisieron acompañar. Entremezclados en el desfile, Javi y Dani tocaban la dulzaina y la caja, un guiño al gaitero de La Mayor. La Caldera, portada por nuestros Cuatros vistiendo traje regional, seguida por los Jurados, nuestros Secretarios y familiares.
Al llegar a la zona habilitada para nuestra Cuadrilla en la Alameda, nos esperaba una mesa decorada con cariño y esmero, gracias a nuestras colaboradoras más detallistas. Tras una corta espera haciéndonos fotos con la Caldera y la mesa y respondiendo a la prensa, llegaron las Autoridades a degustar las viandas preparadas para este día tan especial. De vuelta, bailamos la Caldera y la dejamos en el Ayuntamiento como manda la tradición, para que todos la pudieseis ver, y después disfrutamos de una apetitosa comida de gala en el local de la Cuadrilla.
Tras una agradable y divertida sobremesa, gran parte de la Cuadrilla fuimos a los toros para disfrutar del ambiente y de grandes figuras del toreo como El Fandi o Manzanares.
Cuando caía la tarde, recogimos la Caldera en el Ayuntamiento. Bailes, canciones y meneos de esta hasta llegar al local. Recargamos pilas y finalizamos la noche con otra pequeña vuelta al barrio.
A descansar, pues se acercaba el último día de nuestras fiestas… el más solemne, el que cerraba esta experiencia que nunca olvidaremos.
Deja una respuesta