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Del Olmo a Numancia

Al olmo viejo, no hendido por el rayo

Ni en su mitad podrido, las lluvias mil

De invierno, y un loco solanillo

Un trozo de corteza han desprendido.

Y vaya la que se ha montado.

No parece sino que hubiese caído el olmo verdadero, con Machado encaramado a él.

Podíamos polemizar mejor con el abandono de Numancia.

No, el equipo de fútbol no: Numancia.

“2013 ha sido un año de recuperación para el sector del turismo en nuestra ciudad con un claro incremento de visitantes”.

El pasado año se incrementaron un 16,50% las visitas a las oficinas de turismo sobre todo en época estival, dónde subieron un 40% y en Navidades un 25%.

Según las estadísticas el número de entradas vendidas para acceder a los monumentos fue de 561.762, 11.000 más que en 2012, lo que supone, un 5% más que al año anterior. Y ha repercutido en un 40% en el ascenso de la ocupación hotelera.

Ahora están preparando un museo que será otro centro cultural y dará empleo a muchas personas e incrementará el número global de visitantes.

Qué lástima y qué bochorno, estos datos están referidos a Mérida.

Nosotros no tenemos la voluntad necesaria para hacer algo ni parecido.

Y eso que tenemos la ciudad de verdad.

La ciudad que un año tras otro sufre el abandono de quienes deberían cuidarla, ponerla al día, proseguir a buen ritmo las excavaciones, seguro que aún tiene mucho que contarnos.

Aquellos irrepetibles numantinos que la hicieron famosa en todo el mundo, aquellos cuyo espíritu ha sido signo de tenacidad, de esfuerzo, de sacrificio, de heroísmo durante más de 2.000 años.

¿Qué pensarán ahora?

¿Qué también ellos son víctimas de la crisis?

Para crisis la que sufrieron con Roma.

En Francia, basados en leyendas, han fabricado hace mucho años un sucedáneo de Numancia que han logrado convertir en mito.

Han realizado películas, han hecho millones de tebeos, han creado personajes conocidos por todos a nivel mundial. Y han ganado millones de euros, que parece ser lo único importante.

Nosotros que tenemos la de verdad, la auténtica, no hemos hecho nada.

Ni siquiera sirve de discusión entre los políticos.

Únicamente unos cuantos locos enamorados de su historia se empecinan en recordar la gesta, y ya se están hartando.

Mejor.

Que se vaya olvidando todo el mundo de Numancia.

Dentro de unos años al pasar por las carreteras la gente ya no sabrá si esas cúpulas horrendas son viaductos romanos o si en aquel cerro tan aparente harán viviendas unifamiliares.

Un canto a la desidia, al abandono, a la miopía generalizada, a la ceguera política.

En una conversación telefónica pedía a un joven su nombre y me contesta: Megara.

Bueno, “será el nombre del correo electrónico”, pensé.

No, no, tu nombre y apellidos.

Pues eso, Megara.

Hoy nos reímos con la anécdota.

¿Será Megara de lo poco bueno que saquemos de la historia?