Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 303. 22/27-4-2023

Viaje al sur: Lugares top, amistad, Michelin

Atardecer en El Puerto de Santa María
photo_camera Atardecer en El Puerto de Santa María

Solo una cosa resulta tan grata como viajar acompañado. Solo una tan grata como permanecer en el mismo lugar todos los días de la escapada. Solo una como dormir en hoteles, buenos hoteles o albergues. Solo otra como no tener a nadie quien espere. Solo una como viajar en un determinado medio de transporte. Solo otra como despertarse sabiendo dónde se va a pasar la noche. Y solo una cosa es tan agradable como regresar a los mismos lugares.

El viaje recién terminado, cuya crónica ahora comienza, ha sido un compendio de todas esas cosas y sus contrarios, seis días por el sur de España.

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Sábado 22 de abril

Como dice el titular, el triple objetivo de este viaje ha sido conocer lugares top de España que no conocía, la visita a amigos y comer en un restaurante con Estrella Michelin. El sábado, después de asistir en Soria al gran reto Pedalovida y de almorzar un día más en El Príncipe, arrancaba este viaje cuya primera parada técnica fue en Dosbarrios (Toledo) para comer, en el mismo lugar donde ya había dormido otra vez en un viaje anterior al sur. Al regresar a la autovía, me encontré de casualidad con el vistoso santuario dedicado al patrón de los viajeros, San Cristóbal.

El primer objetivo auténtico eran las Tablas de Daimiel, el célebre humedal manchego que estos días apenas se encontraba a menos del 15% de ocupación de agua. Aun así, como ya me advirtieron antes al llamar, el acuífero principal, el de la zona de la Isla del Pan, siempre tiene agua y siempre permite la posibilidad de disfrutar de numerosas aves. Siendo sábado como era, había bastante gente. Hice el recorrido mínimo clásico de alrededor de dos kilómetros.

Sin salir de la provincia de Ciudad Real, elegí para pernoctar Almagro, otro lugar todavía desconocido para mí como la mayoría de los de este viaje. Como ya era medio tarde, no pude entrar al Corral de Comedias, que se encontraba en visita teatralizada, pero sí el convento de la Asunción de Calatrava con su claustro renacentista, y la iglesia desacralizada de San Agustín, uno de los grandes ejemplos del importante barroco de Almagro. Cena en el camping y a dormir.

Domingo 23 de abril

Mi idea original era haber salido antes hacia Andalucía, pero no quería escaparme de Almagro sin visitar su Corral de Comedias, que abría a las 10.00. A esa hora estaba en la puerta para entrar. El Corral de Comedias está situado en plena plaza del pueblo. Si la plaza ya es única en España, el Corral todavía lo es más. Su visita es emocionante, pensar que se ha conservado con tanto vigor un lugar de los que hubo tantos en España, todos desaparecidos menos este. Hay más teatros en Almagro surgidos gracias a la importancia del original, pero en el Corral de Comedias aún es posible disfrutar de una nutrida cartelera sentado en sus sillas de enea, como hace cuatro siglos.

Huyendo de la autovía, salgo por fin hacia el sur, lo que me permite pasar de nuevo por Fuencaliente (Ciudad Real) y Cardeña (Córdoba), lugares que ya conocía gracias al reto de las montañas. Los paisajes de esta zona de Sierra Morena son increíbles: Valle de Alcudia, Sierra Madrona, Los Pedroches… En Cardeña volví a probar su ibérico para almorzar, que todavía no se había ido de mi paladar ni de mi mente.

La siguiente parada también estaba en el programa: Montoro (Córdoba), tantas veces vista y nunca antes visitada. Consejo número uno: no os metáis con el coche por sus calles. Qué bonito es Montoro… Además, tuve la gran suerte de verlo especialmente engalanado, tanto las calles como las personas. El motivo, la bendición del Simpecado de la Hermandad del Rocío de Montoro, Hermandad que todavía no es una de las más de 140 filiales, pero que seguro lo será pronto. Salí a comer al restaurante Sol Zapatilla, cruzando de nuevo el río Guadalquivir a través de su puente más antiguo, con cientos de nidos de avión común en sus vanos.

De nuevo huyendo de las autovías dentro de lo racional y lo posible, cruzo buena parte de la provincia de Sevilla sin detenerme: Marchena, Arahal, Utrera… Curiosamente, la única parada la hago en el lugar que ni sospechaba, El Palmar de Troya. Allí se levanta una gran Basílica de la novísima iglesia palmariana, escisión de la iglesia católica con unos preceptos que intimidan.

La última parada del domingo fue el original y auténtico motor y detonante de este viaje, la localidad gaditana de El Puerto de Santa María, para ver a Blanqui y Jas. Después de disfrutar del atardecer casi veraniego de la hermosa playa de Fuentebravía, condujimos hacia el sur para conocer el centro de El Puerto: el castillo de San Marcos, la iglesia Mayor Prioral y el asador en el que decidimos cenar para cerrar esta semana.

Lunes 24 de abril

Sin madrugar en exceso, la meta de este lunes era conocer una de las tres capitales de provincia de España que todavía no había pisado: Cádiz. Sabía que me iba a encantar y así fue. Pensaba ir en coche, ignorante de que hay varios medios de transporte para ir entre estas dos importantes localidades de ese mordisco del Atlántico que es la Bahía de Cádiz, entre ellas tren y catamarán. Como en mi tierra tengo menos opciones de viajar en barco, opto por esta última.

La parte antigua de la ciudad de Cádiz es perfectamente abarcable a pie, lo que no quita para que también haya el típico autobús turístico que hace un recorrido por sus lugares más interesantes. Yo preferí caminar por las callejuelas estrechísimas y llenas de sabor, como por ejemplo las dos que se juntan en la esquina donde está la Casa Manteca. Menudos boquerones fritos y menuda tortilla de camarones, mmmmmmmm…

Después de comer visité la Torre Tavira, para disfrutar de un tour en francés de una de las escasísimas cámaras oscuras que hay en España, con unas vistas espectaculares de la milenaria Tacita de Plata. Tras pasar por la Catedral y callejear otro poco, visité el teatro romano y me dirigí de nuevo al puerto para tomar el catamarán de regreso. La segunda noche en El Puerto,, con mis anfitriones de nuevo, fue similar a la primera, en lugares diferentes: un visionado único del atardecer desde Puerto Sherry y una cena al fresco en Sedano. Qué ganas tenía de visitar El Puerto de Santa María…

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Martes 25 de abril

Para despedirme de Blanqui y Jas, me pongo el despertador relativamente pronto, lo que también me ayuda a aprovechar mejor este martes en el que arranca la segunda mitad del viaje. Nos emplazamos para vernos por nuestras tierras sorianas o donde quiera que sea, y monto en el coche, que hoy me servirá de compañía durante algunas horas. La meta de hoy es Baeza (Jaén), palabras mayores.

Una vez más, configuro mi Google Maps para que me guíe por carreteras de un carril en cada sentido salvo en aquellos lugares donde carezca de lógica a todas luces. Gracias a ello paso de nuevo por Utrera y Arahal, y giro hacia La Puebla de Cazalla, Osuna y… ¡Estepa! Estepa, sí, el paraíso de los amantes de los polvorones. No puedo evitar entrar a comprar unos pocos para que se haga algo más corto el trayecto hasta las Navidades.

Llego a Baeza a comer. Me alojo en el hotel Carmen. Como estas temperaturas veraniegas no favorecen el turismo de zapatilla, y como vengo de un buen viaje en coche, después de comer me refugio en mi habitación. Salgo pasadas las 18.30, porque el aula donde dio clase Antonio Machado cierra a las 19.00. Me encuentro la puerta cerrada y me dicen que, en contra de lo que aparece en internet, los martes cierra. Otra vez será.

El poeta universal vivió siete años en esta ciudad jienense. Hay gran cantidad de referencias a él, como por ejemplo el bonito paseo que rodea el alcázar original de la ciudad, paseo que completo entero, valga o no la redundancia. Antes y después, de día y de noche, visito por fuera algunos de los preciosos palacios de Baeza, de los cuales el más famoso es el de Jabalquinto. Entro en la Catedral, donde hay una impresionante Custodia que pronto, en el Corpus Christi, recorrerá las calles de la localidad.

Contemplo la escultura de Andrés de Vandelvira en San Francisco, visito San Pablo, pruebo los ochíos para respetar todas las recomendaciones recibidas, compruebo que hay bastantes restaurantes cerrados porque estamos en temporada media, camino las plazas de la Constitución y de España y, después del último callejeo fuera de los grandes monumentos renacentistas, cruzo la puerta de Úbeda para integrarme en mi alojamiento.

Miércoles 26 de abril

Otro día de madrugar porque no es cuestión de pasear por Úbeda a más de 30 grados. De hecho, llego justo a las 9.00, cuando abren la oficina de turismo. No creo que nadie se haya sorprendido cuando haya leído que Úbeda ha sido la siguiente parada del viaje, porque Úbeda y Baeza aparecen siempre lógicamente unidas, y el conjunto que ambas forman comparte la consideración de Patrimonio de la Humanidad.

Es impresionante la cantidad de edificios palaciegos y religiosos de primer nivel artístico que hay en ambas ciudades. Fotografío solo algunos porque todavía no se ha inventado móvil que resista la inmortalización de todos ellos. Aun así, siempre está la crema de la crema. En Úbeda, ese lugar único en el mundo es la plaza de Vázquez de Molina. Su postal más famosa es la Sacra Capilla del Salvador, uno de los edificios construidos por Vandelvira. Pero la plaza en general tiene como media docena de edificios que servirían para que cualquier pueblo que acogiese uno solo de ellos fuera lugar de peregrinaje turístico: el Palacio de los Deán de Ortega, la iglesia de Santa María de los Reales Alcázares, el Palacio de las Cadenas, el Pósito, la Cárcel del Obispo…

Aún me da tiempo a ver el mar de olivos desde el mirador de San Luis y de llegar hasta otras dos plazas muy bonitas, la del Primero de Mayo y la de San Pedro. Vuelvo por la calle Real hasta la moderna Plaza de Andalucía, compro agua fresca, y al vehículo. Como ya sabéis los que habéis llegado hasta aquí, elimino una vez más las autovías de mi plan de avance. Quiero conocer someramente las carreteras de la comarca jienense del Condado y la ciudadrealeña del Campo de Montiel, llenas de olivos, encinas y fincas de cientos de hectáreas.

Voy despacio para llegar poco antes de las 14.00 a la cita que tenía concertada en el restaurante del hotel Coto de Quevedo, en Torre de Juan Abad. El restaurante se llama Origen, y en la penúltima gala de la Guía Michelin, a finales de 2021, recibió su primera Estrella. A mediodía, entre semana, sirve un llamado menú de mercado por 35 euros, que es el que me ha traído hasta aquí. Impresionante. Aceite de oliva, mantequilla de oveja, ajoblanco, alcachofas exquisitas con crema de ibéricos y bacalao, cordero, helado de turrón… Por deformación profesional, comento que me he encontrado con dos fotógrafos que están elaborando la nueva web del establecimiento.

Ya no salí de Ciudad Real este miércoles. De Torre de Juan Abad me dirijo hacia la Finca Peñalajo, elaboradora de quesos y aceites, y conocida por albergar varios linces. Algunos de ellos son famosos por haber colonizado para criar un pajar abandonado. Desde ahí, todavía pronto, me llego hasta Santa Cruz de Mudela para alojarme en el balneario Cervantes, construido muy cerca de la A4 sobre aguas con propiedades medicinales conocidas desde hace siglos. Quería haber visitado también la plaza de toros cuadrada, una de las dos o tres que hay en España, pero no está en el mismo casco urbano sino en Las Virtudes, y ya no me desplacé.

Jueves 27 de abril

Último día y último día de levantarse pronto, para no llegar muy tarde a Soria y para cumplimentar la última visita planeada. Desayuno en el primer turno, a las 8.00 horas, y poco después ya estoy en el coche. Sin bajarme del mismo piso cuatro de las cinco provincias de Castilla-La Mancha (que no manchegas): Ciudad Real, Toledo, Cuenca y Guadalajara.

De hecho, esa última visita es Pastrana, otro de los importantes conjuntos monumentales de esa comunidad autónoma. Como he llegado según me cuadraba, no he podido visitar los importantísimos tapices gótico-flamencos que se conservan en su Colegiata, pues deben ser con visita guiada y empezaba demasiado tarde para mis planes. Al menos, sí he visto esta Colegiata por dentro, el gran Palacio Ducal donde residió la Princesa de Éboli, la plaza de la Hora, la fuente de los Cuatro Caños, el colegio de Buenaventura, el convento de San Francisco y los importantes edificios de la estrecha calle de La Palma. Todo ello puede hacerse en no mucho rato, almuerzo incluido.

Ya no ha habido más paradas: coche hasta Soria y fin de trayecto de este precioso viaje.

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