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La elaboración de escobas ha sido algo común en los pueblos de Soria, aprovechando los materiales vegetales más apropiados para ello que se encontraran en las cercanías. Sin embargo, hay un pueblo en el que esta elaboración de escobas iba más allá del uso doméstico, dada la abundancia de vergazas (sobre todo) y la pericia de sus habitantes.
Como con tantas representaciones de la vida cotidiana hasta el segundo tercio del pasado siglo, en Tardajos de Duero sus vecinos ya no elaboran decenas de escobas para luego subir a Soria a venderlas, como hacían algunos de ellos en el establecimiento Gallardo de la calle Ferial.
Varios de estos vecinos sí las conservan en sus domicilios, y otros como Eusebio o Luis las llegaron a 'construir' con sus propias manos. Como muchos de los más jóvenes de Tardajos jamás habían visto este proceso con sus ojos, la Asociación organizó para este jueves una actividad en la que Eusebio y Luis elaboraron sendas escobas siguiendo procesos levemente diferentes.
Así, Eusebio, después de pasar la cuerda, giraba los haces de vergazas un total de 360 grados, para que se quedaran mirando en la misma dirección... pero mucho más tensos. Luis prefirió no dar ese giro completo y atar con fuerza esas cuerdas, cuerdas que en realidad son un elemento relativamente moderno, pues antaño se utilizaban alambres o incluso los tallos de las zarzas.
Para terminar de darle su forma, el alcalde José Ignacio Blázquez empleó una pequeña hacha con la que cortar tanto el extremo del mango, muy compacto, como el extremo del 'cepillo'. Si bien estas dos escobas elaboradas in situ eran de vergaza, utilizadas entonces para barrer las eras donde quedaba el grano, algunos de los vecinos también llevaron al lugar de la actividad escobas de retama, muy verdes, o unas más pequeñas de tomillo, que todavía hoy se utilizan para limpiar el gallinero, con la certeza de que además sirven para desinfectar.
