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4-10-2023

Los Rábanos, la gran historia de las huertas en Soria

Huertos de los Rábanos-01
photo_camera Doro, Paco, Sonia, Marta, Miriam, Luca y Jimena

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Si hay una localidad horticultora por excelencia en la provincia de Soria esa es sin duda Los Rábanos. No es algo del año pasado, ni de la década pasada ni siquiera del pasado siglo. En la prensa soriana del siglo XIX ya es posible encontrar testimonios de la estrechísima relación entre este pueblo y las huertas.

Han pasado muchos años y ha habido muchos cambios, pero buena parte de la esencia permanece, como puede comprobarse de manera sencilla dando un paseo por la tarde, un día de estos, por Los Rábanos, y eso que ya estamos en el tardío.

Ayer martes eso es precisamente lo que hicimos, dar un paseo por Los Rábanos dirigidos por Doroteo Martínez y su hermano Paco, que recuerdan unos tiempos muy diferentes a los actuales. Ahora, salvo alguna excepción, las huertas de Los Rábanos son sobre todo un entretenimiento destinado al autoconsumo y a los detalles para familiares y amigos.

Pero Doro y Paco recuerdan de sobra cuando no era así, cuando casi todos los vecinos de Los Rábanos se dedicaban de manera afanosa a la huerta para ayudar a sostener la economía familiar: “De abril a octubre no había días de fiesta”.

Durante esos meses, se regaba durante las 24 horas del día, siempre a reos y con un tiempo que venía marcado por la cantidad de metros cuadrados que tenía cada horticultor. Es fácil pensar que el agua podría venir del cercano Duero, pero en realidad, y a pesar de la inmensa cantidad de tierra labrada entonces, casi era suficiente con el agua de las fuentes situadas por encima del nivel de esas huertas.

Desde hace ya muchos años, sin embargo, sí que se coge agua del Duero, para regar directamente o para guardar en los pequeños estanques privados. Para ello, en pleno centro de Los Rábanos hay una máquina donde se introduce una ficha con la que se activa el motor situado en la zona conocida como La Playita. El agua sube entubada y, para dirigirla, existen los habituales desvíos dentro de las canalizaciones.

Si ahora da gusto pasear por Los Rábanos en los meses de esplendor de las huertas, lo de hace algunas décadas tenía que ser un espectáculo. Ahora se ven muchos terrenos que ya no se labran, algo que era impensable en los años de mocedad de Doro y Paco, cuando se cavaban “hasta los cerros”. Solo había espacio sin productos para los estrechos caminos.

Los vecinos también tenían algunas tierras de cereal y árboles frutales, pero estos últimos eran para consumir en casa. Lo que se llevaba para vender con los burros y los carros eran los productos de la huerta: “Ahora se recogen las judías en bolsas, antes se recogían en sacos”, recuerda Doro, quien explica que se vendían lechugas en mayo, cebollas sanjuaneras, puerros, pimientos, acelgas, patatas, judías, repollos, coliflores, tomates… Había menos variedades de cada producto que ahora, pero las cantidades eran mucho mayores.

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No recuerdan que hubiera plagas de ningún tipo y todo era natural, lo que permitía además que hubiera grandes cantidades de caracoles, que en ocasiones también se recogían y se vendían en aquella época. La gran fertilidad de Los Rábanos también se explica por la calidad de la tierra, que en algunos terrenos es más dura pero que en otros “está muy suelta y casi se puede cavar con la mano”.

La gran destinataria de todos estos productos era la ciudad de Soria, donde iban los carros de Los Rábanos por lo que ahora es la Nacional 111. Sin embargo, recuerdan que también hacían desplazamientos más largos, por ejemplo a la zona de Almarza o a la del Campo de Gómara.

Los burros y los carros ya no circulan con los productos de Los Rábanos, pero las huertas siguen existiendo. Las hay, como las de nuestros anfitriones, que siguen siendo explotadas por los vecinos de Los Rábanos. Y las hay que son alquiladas o cedidas a personas de otros lugares, sobre todo de Soria capital, así que todavía se respira ambiente hortícola en Los Rábanos durante estos meses.

Muchos de los productos son los mismos de toda la vida, solo que ahora con muchas más variedades. Además, también se han introducido otros y se hacen pruebas con algunos nuevos, por ejemplo con los tradicionales calçots catalanes, a ver si aguantan las temperaturas en esta margen derecha del alto Duero y pueden ser bañados dentro de unas semanas o meses con salsa romesco.

En estos días de octubre todavía puede disfrutarse de un espectáculo poco habitual en otros lugares de Soria como es el tumbado y enterrado de las grandes plantas de cardo, que permanecerán así entre mes y mes y medio antes de que puedan recolectarse tan tiernos que pueden comerse casi crudos.

Pero en general, a las tierras de Los Rábanos les esperan ahora unos meses de descanso, hasta que la primavera que viene vuelvan a ser labradas para seguir manteniendo la antiquísima tradición de las mejores huertas de Soria.

Muchas gracias a Doro, Paco, Sonia, Marta, Miriam, Luca y Jimena, así como al resto de los propietarios de las huertas que aparecen en las fotografías

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Luca y Doro, con dos grandes sandías
Luca y Doro, con dos grandes sandías