Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 283. 27-1-2022. Por fin en Poblet

Conservo, aunque no encuentro, desde hace alrededor de 30 años una enciclopedia de Pueblos de España que publicó en su día 'Diario 16'. Eran 74 breves revistas, y en cada una de ellas salían seis u ocho pueblos. Tenía apuntados todos los que conocía, lista que se ha ampliado en los últimos años, desde que no la encuentro, y que ha vuelto a ampliarse hoy.

Recuerdo que uno de esos pueblos era Vimbodí, en Tarragona. Quizás no sea un nombre que llame la atención a la mayoría de la gente, pero si decimos que en su término municipal se encuentra el Real Monasterio de Santa María de Poblet, la cosa cambia y mucho.

Poblet es uno de los grandes monasterios, uno de los poquísimos en España incluidos dentro del Patrimonio de la Humanidad, y uno de los tres que conforma la Ruta del Císter en esta zona de Cataluña junto a los de Santes Creus (también en Tarragona) y Vallbona de las Monjas (en la vecina Lérida).

Si cada persona puede opinar que uno u otro de estos tres es más bonito, parece claro decidir cuál es el más importante históricamente de los tres. Por eso este jueves me he acercado a conocer Poblet.

Como he salido de Soria, he intentado llegar al Monasterio desde Vimbodí. Error: la carretera está cortada por obras, y he tenido que maniobrar, dar la vuelta y buscar el acceso por Espluga de Francolí. He comido pronto, bien y abundante en un restaurante junto a la gran iglesia parroquial, para estar en el Monasterio poco después de las 15.00, hora de apertura.

Si bien ahora Poblet se muestra  con la grandeza con la que fue concebido hace 900 años, grandeza que fue aumentando con sus posteriores valedores, también corrió el riesgo de caer en la ruina a raíz de la Desamortización de Mendizábal de 1835 y de todos los avatares históricos de ese siglo XIX.

Por suerte, el Monasterio y sus elementos anexos fueron recuperándose y la visita de ahora, a través de una comodísima aplicación de móvil, permite imaginar una importante parte de la historia de España encerrada en estas piedras.

Solo una pequeña parte de Poblet conserva la traza original románica. A partir de ahí, y seguramente sin calibrar la posible aprobación del monje San Benito, el edificio fue ampliándose y ornamentándose con numerosos elementos.

El claustro y su templete, la iglesia (impresionante el retablo de piedra y los sarcófagos que guardan los cuerpos de varios reyes, así como el coro y el nuevo órgano), el refectorio, el dormitorio de los monjes y el de los conversos, los ventanales del sobreclaustro, las ménsulas, la sala capitular, las ermitas exteriores, la Puerta Real, la fachada... Por fin he visitado Poblet.

Viaje hasta Cornudella del Montsant

Y después de las piedras labradas, las piedras sin labrar... y los árboles, los campos, los animales. Este es otro viaje de patrimonio y naturaleza, en resumen.

De Poblet he agarrado la carretera que llega a Prades, carretera en la que no es recomendable pasar de 35-40 kilómetros por hora. Preciosa.

He pasado Prades y, poco después las cinco de la tarde, he llegado a mi destino de hoy, Cornudella del Montsant. Quizás no sea otro nombre muy conocido, pero el que sí tiene algo de mítico es el del pueblo que está al lado, Siurana... mítico para los amantes de la escalada.

De hecho, en el lugar donde me alojo, y en general en todo el pueblo, ya he visto bastantes extranjeros que quieren disfrutar en esta zona del Montsant de los complicados grados de las paredes de Siurana.

Mañana me daré una vuelta por esas paredes. Hoy he disfrutado de Cornudella, también atractivo pueblo con ambiente montañero y el típico sabor de los pueblos tarraconeses de interior, al menos de los varios que conozco, bastante bonitos y muy bien cuidados. Me gustan estos pueblos de montaña en invierno, cuando a las siete de la tarde parecen las once de la noche, y a las once de la noche el fin del mundo.

Las dos últimas fotos de la galería son de Cornudella.