Blog | Por Sergio Tierno / Viajes, geografía, deportes y curiosidades

Cap. 304. 15/19-5-2023

Media docena de sorianos recorren Macedonia del Norte

San Juan Kaneo, iglesia ortodoxa en Ohrid (Macedonia del Norte)
photo_camera San Juan Kaneo, iglesia ortodoxa en Ohrid (Macedonia del Norte)

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Los cinco mismos sorianos que viajamos hace un año casi exacto a Albania y Montenegro (Adrián, José Mari, Nacho, Óscar, Sergio), reforzados por Sergio B., hemos conseguido regresar a esta zona del mundo para seguir visitando nuevos países y coleccionando experiencias. Vamos día por día.

Lunes 15 de mayo

Los vuelos directos de Wizzair entre Madrid y Tirana (Albania) salen los lunes y los viernes, así que el lunes 15 tomamos el avión de Barajas a las 21.55. Tres horas después aterrizamos. Hacemos los trámites del coche de alquiler. El Google Maps nos manda por un camino que casi da miedo, sobre todo un puente no mucho más ancho que nuestro coche, y sin barandilla, que no nos decidimos a cruzar hasta que no vemos que lo hace otro coche. En pocos minutos más estamos por fin en nuestro hotel, en el que comienza nuestro primer sueño del viaje poco después de las tres de mañana.

Viaje por Macedonia del Norte (1)
El puente cerca de nuestro hotel de Tirana

Martes 16 de mayo

Madrugamos lo justo para respetar el horario de salida de nuestro hotel, y allí mismo desayunamos. Es un hotel total de carretera. Cogemos nuestro coche de siete plazas y ya no nos detenemos hasta que no llegamos a la frontera con Macedonia del Norte, el país llamado Macedonia sin más hasta hace no muchos años, y de hecho en el resto de este relato es posible que omitamos el apellido en algunas ocasiones.

Durante el viaje nos llueve a ratos. No nos extraña lo verdísimo que está todo. En la frontera compramos la Green Card, la Tarjeta Verde obligatoria que es en realidad un seguro para nuestro vehículo. Han sido 15 euros y se consigue en varios garitos situados en la misma frontera.

Poco después de la frontera se encuentra nuestro primer destino de Macedonia, la ciudad que es considerada la más bella de este país: Ohrid, Patrimonio de la Humanidad, levantada a orillas del lago del mismo nombre, el lago más profundo de los Balcanes y uno de los más antiguos del mundo.

Comemos muy bien, algo que se ha convertido algo habitual en nuestra estancia en Macedonia, y elegimos alojamiento en pleno centro de esta ciudad de 40.000 habitantes. Este centro, peatonal, tiene un pavimento tan llamativo como resbaladizo, y en él el ambiente es muy agradable.

Una vez con el estómago lleno, nos disponemos a conocer el lugar más fotogénico de Ohrid y quizás de Macedonia: la iglesia ortodoxa de San Juan Kaneo. Solo el paseo hasta allí ya merece la pena. Primero, por las estrechas calles llenas de alojamientos y restaurantes, ahora casi todos cerrados por ser un martes de temporada no alta. Y segundo, por las pasarelas sobre el lago que llegan de nuevo hasta otro pequeño barrio turístico.

Nos caen cuatro gotas y esperamos cinco minutos a que amaine. Poco después estamos en San Juan Kaneo, un lugar precioso sobre todo por las vistas que se tienen de la iglesia con el lago detrás. A ratos, vemos el arcoíris. La foto de grupo nos la hace un francés que, en dos años, pretende unir en bicicleta su ciudad, Lille, con Nueva Zelanda. Se va financiando el viaje con las acuarelas que pinta.

En ese momento empieza a llover con mucha fuerza, pero con mucha. Vemos que no merece la pena regresar por el mismo camino y seguimos hacia delante. Empapados, paramos unos minutos a refugiarnos. Aunque no termina de parar, aprovechamos un momento de bajón para encontrar una cafetería bajo el castillo, donde ya sí termina de caer toda el agua de este martes.

Hotel Ohrid

Desde ese lugar, el camino hacia el centro pasa por la parte vieja de Ohrid, donde vemos el teatro griego, lo suficientemente bien conservado 2.200 años después de construirse como para que en él se sigan organizando actuaciones. Lo delata la gran estructura moderna que cubre el escenario. Fantaseamos con un concierto de Los Suaves en ese lugar…

Casi sin querer, callejeando, aparecemos en la calle de nuestro alojamiento. Ya no llueve y es pronto para cenar, así que damos una vuelta por el paseo lacustre hacia el lado que no conocíamos. Vemos la vuelta de la semifinal entre Milán e Inter en un bar con ambientazo para ser martes, cenamos en otro establecimiento, paseo y al hogar.

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Miércoles 17 de mayo

Nos levantamos ya sí a una hora decente y desayunamos, por supuesto, al lado del lago. La sensación de estar de vacaciones es clara. Hacemos cuatro gestiones obligatorias y volvemos a nuestra nave. Nuestro destino número 2 es Mavrovo, la localidad principal del Parque Nacional del mismo nombre, y situada también a orillas del lago así llamado.

En este viaje estamos cogiendo los alojamientos según llegamos a nuestros destinos. Aquí en Mavrovo entramos a un bar abierto, algo que no es tan sencillo porque el pueblo es además una estación de esquí situada a 1.200 metros de altitud, con lo que ahora es temporada baja total. En este bar hay colgadas las pieles de un oso, un lobo y un lince, entre otros animales. Nos ofrecen alojamiento pero no cabemos todos, así que nos metemos, por recomendación de la camarera-propietaria, en el gran apartamento de al lado, una vez que nos hemos asegurado de que vamos a poder ver en su televisor el partido entre el Manchester City y el Real Madrid. También me ha hecho una ilusión tremenda ver en el apartamento un manzadero idéntico a los que utilizamos en el Valle del Razón en Soria.

Viaje por Macedonia del Norte (31)
Mavrovo

Leemos que el lugar más interesante del Parque Nacional, además de sus impresionantes montañas ‘biverdes’, es el monasterio de San Juan Bautista. Está a algo más de media hora. El camino ya merece la pena. El monasterio, donde viven y trabajan los monjes ortodoxos, tiene ahora un precio de entrada de dos euros, que dan derecho a conocer una pequeña iglesia en la que sorprenden los tesoros que encierra. Hay varios feligreses de esta religión que visitan el templo acompañados por las explicaciones de un monje.

A 500 metros del monasterio hay un restaurante que parece propiedad del mismo. En él comemos de nuevo a lo grande, sobre todo nuestro postre favorito de esta zona del planeta y quizás de todos los postres: el ‘trilece’.

De regreso en Mavrovo, algunos inconscientes nos atrevemos de manera equivocada a dar un paseo. Nos vuelve a caer un chaparrón incompatible con estar sin techo, así que esta vez nos sirve de refugio el lugar desde el que salen los telesillas para esquiar. Cuando vemos otro momento de afloje, salimos hacia casa, compramos en el supermercado situado a diez metros donde encontramos los ingredientes suficientes para hacer una pasta carbonara, vemos el Manchester City-Real Madrid, nos cenamos la carbonara mencionada, sobremesa y cama.

Jueves 18 de mayo

Nuestro bar de referencia de Mavrovo está cerrado cuando empezamos a funcionar, así que nos vamos a desayunar a otro, en el que tampoco falta una piel de lobo colgada. Siguiente destino: el Cañón de Matka. Vamos tan tranquilos con el coche y nos detiene la Policía justo al llegar al lugar. Como no hablan inglés, llaman a un joven con peto que nos advierte: “Podéis pasar a pie pero no en coche, hay un evento”. El evento es nada menos que el Campeonato de Europa de descenso de aguas bravas. Vemos algo del ambiente, piragüistas, público… pero justo llegamos fuera del horario de competición.

En el Cañón de Matka hay dos opciones: coger una de las numerosas barcas motoras para llegar a la Cueva de Vrelo (15 minutos) o caminar alrededor de una hora para llegar a la altura de esa cueva pero a la otra orilla. Elegimos esta segunda opción. El paseo es bien bonito. De una de las paredes del gran cañón cuelga una piragua a gran altura, para que quede clara la actividad principal de este estrecho embalse.

Cañón de Matka

Es bien tarde para comer, pero decidimos no hacerlo allí sino en la capital de Macedonia del Norte, Skopje, situada a menos de media hora. Vamos directos hasta el lugar que nos había llamado la atención para dormir, un lugar muy curioso. Es un hotel de tres estrellas, pero que en su planta inferior tiene un gran dormitorio mixto de unas 60 camas. Esas camas están situadas en cápsulas, lo que permite un mejor aprovechamiento del espacio (ventaja para el hostelero) y lo que aísla mucho más de lo que pueda pensarse durante el sueño (ventaja para el alojado). En España ya hay algún alojamiento de cápsulas, algo muy típico en Japón.

Ya es tarde, quizás las cinco, así que comemos justo al lado del hotel, en el que además tenemos sitio para aparcar nuestro vehículo de gran tamaño. Después de comer, nos damos un paseo por Skopje, ciudad dividida en dos por el gran río Vardar. Al otro lado del río, tomando como referencia nuestro hotel, se encuentra una de las imágenes más conocidas de Skopje, la inmensa escultura de Alejandro Magno en la plaza de Macedonia.

En 1963, un terremoto destrozó el 80 por ciento de la ciudad de Skopje. Hubo más de mil muertos y más de 200.000 personas se quedaron sin casa. Los grandes edificios neoclásicos que adornaban la ciudad cayeron. Medio siglo después, el gran Proyecto Skopje 2014 fue ideado para darle a la capital macedonia un aspecto similar al que tenía, de apariencia clásica. Se construyeron 20 edificios y se levantaron más de 40 grandes monumentos. Los dos más importantes son los de Alejandro Magno y su padre, Filipo II.

En ese nuestro paseo, escuchamos de pronto unos bombos y una especie de gaitas. Estamos convencidos de que ese ruido procede de un polideportivo en el que se tiene que estar jugando un partido de alto nivel. Nos acercamos, y lo que en realidad era esa música era la animación de una gran fiesta de graduación de instituto. Luego vimos un par de ellas más por la ciudad, con todos los jóvenes arregladísimos, dispuestos a pasar una grande y larga noche de fiesta. En este paseo vespertino subimos también a la fortaleza y hacemos un primer acercamiento al bazar.

Skopje

Para cenar, elegimos uno de los tres restaurantes que nos había recomendado una persona nacida en Macedonia y que reside en Soria. Gran acierto fue el hacerle caso, en un restaurante lleno, también con música tradicional en directo y comida en nuestra mesa para muchas más que seis personas. Queremos tomar algo después, pero ya es casi medianoche y los tres o cuatro sitios donde lo intentamos están a punto de cerrar y nos niegan la entrada. La alternativa era fácil…

Viernes 19

Nos desperezamos en nuestras cápsulas. Alguno va a correr y algunos a tomar un café justo al lado. Tras la reunificación, damos un paseo algo más largo por el inmenso Antiguo Bazar, el más grande de los Balcanes y que se salvó en gran parte del terremoto por su particular constitución de edificios muy bajos. Muy buen ambiente en este lugar de herencia otomana, donde hacemos un par de compras necesarias antes de regresar al coche para decirle adiós a Macedonia del Norte.

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Bazar