Terminan este miércoles 14 de junio otros cuatro días en mi ciudad de nacimiento, en Madrid, donde sigo conservando amistades y familia, y a ambas he dedicado buena parte de mi tiempo en la capital. Eso es "lo de siempre" a lo que hace referencia en el título.
La música se refiere al concierto en el que estuvimos el domingo 11 en el Espacio Theman de Madrid, donde mi hermana se subía a un escenario por primera vez en ocho años ante un grupo de unas 50 personas, entre las cuales se hallaba por primera vez su hija, aún no nacida en su inmediatamente anterior concierto. Fue un momento de ver a personas a las que hacía años que no veía.
El tren se refiere a que fui en tren. Eso en sí no es noticia, porque suelo utilizar ese medio de locomoción para transportarme entre Soria y Madrid. La noticia es que justo el día 11 recomenzaba el servicio completo de ferrocarril entre ambas ciudades, que desde octubre estaba dividido en un tramo de autobús entre Soria y Medinaceli y un tramo en tren entre Medinaceli y Madrid, y viceversa. Como siempre, una maravilla viajar en tren, y especialmente en este.
El trabajo se refiere, precisamente, a que aprovechamos el reinicio de este servicio para hacer un reportaje del tren Soria-Madrid y sus usuarios, así que el miércoles vinieron también las compañeras de trabajo hasta la capital para que el reportaje salga en condiciones.
Turismo se refiere a que, aprovechando esa visita de mis compañeras, dimos un bonito paseo por Bilbao, Fuencarral, café en Lhardy, Puerta del Sol, Plaza Mayor, Mercado de San Miguel, Palacio Real, Templo de Debod, los restos recién descubiertos del Cuartel de San Gil (lo que más ganas tenía de ver), la Plaza de España, Ópera, Callao, Gran Vía, Hortaleza y Alonso Martínez.

Gastronomía se refiere a que no nos limitamos en nuestra estancia en Madrid a comer en casa, sino todo lo contrario. Ahora que lo pienso, entre las comidas con mis padres, amigos, compañeras de trabajo y personas con las que casualmente me encontré, no hicimos más que comer fuera de casa. Cito los lugares en los que comimos con unos u otros de domingo a miércoles, por variedad que no sea: Criado (donde celebramos nuestras comuniones hace algunos años), Padilla 54 (canela en rama), Tony Roma's (al lado de la Jefatura Superior de Policía de Madrid, donde también estuve de visita), Burger King (este fue el encuentro casual en un centro comercial cerca de casa) y el Asador Real (espectacular sitio de unos hermanos de Velilla de Medinaceli junto al Teatro Real).
Y recuerdos, por último, se refiere a que el martes me acerqué al edificio de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid donde cursé mis estudios periodísticos, estudios finalizados hace algo más de un cuarto de siglo. Después de terminados, estuve allí quizás un par de veces o tres, seguramente la última para recoger el título hace quizás dos décadas. La Facultad está muy parecida. El sabor del café es el mismo, también la anchura de los vasos. En la segunda planta de la biblioteca han desaparecido los periódicos locales gracias a los cuales me mantenía informado de lo que sucedía en Soria. Apenas me encontré unas pocas personas porque no había ni clases ni exámenes hasta la próxima semana, pero me encantó ver de nuevo ese inolvidable gris del edificio donde tantas horas pasamos a finales del siglo pasado, cuando fumar dentro de los espacios públicos estaba permitido y cuando el Periodismo era exactamente lo mismo que ahora, pero muy diferente.