Blog

Realismo mágico III y último

¡Pobre! No ha firmado todavía ningún ejemplar - lamenté Aunque bien mirado, me dedicará más tiempo. Mi efusivo saludo le hizo abandonar repentinamente su ensimismamiento.

-¡Soy su fan número uno! - le espeté lamentando en ese mismo momento no haber sido más original. Él me obsequió con una cálida sonrisa. Supongo que eso se lo dirán todos ¿no? - continué con mi falta de originalidad.

-No crea, no crea – respondió - ¿Y a nombre de quién quiere que dedique el libro?

-Esto… al mío, al mío. Es decir a Mateo, Mateo Río - acerté a decir a trompicones.

-A Mateo Río, mi más fiel lector con todo mi cariño GGM.

-¡Qué ilusión! Tengo su firma. No quiero imaginar las caras de mis compañeros cuando lo cuente en clase. No van a creerme - exclamé eufórico.

Y claro que no me creyeron. ¿Cómo iban a creer que al levantar la mirada de su cariñosa dedicatoria, éste había desaparecido? Y con él, la mesa con los libros cuidadosamente colocados.

Quizá sea eso del “realismo mágico” del que tanto hablan al referirse a algunos autores hispanoamericanos. No lo sé. El caso es que conservo aquella dedicatoria como lo más preciado del mundo. Y la tengo por auténtica, como tengo esta historia por cierta, convencido de que no se trató de un sueño de verano. Aún cuando los noticieros se empeñen en repetir que el ganador del premio Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez, dada su avanzada edad, lleva meses sin abandonar su residencia de México.