Chana masala, o guiso de garbanzos
Cada vez que Lidl saca una oferta de sabores asiáticos, todos los cocinillas salimos en hordas para llenar nuestras despensas de algas nori, fideos de arroz o currys variados, aunque no todos sabemos sacer partido a estos productos allende los mares. Como en todo, los hay mejores y los hay peores, pero en general la calidad es bastante buena, y sobre todo, nos brinda la oportunidad de pasar por un día del pollo en pepitoria al Tikka masala, que suena mucho más exótico e interesante. Y de verdad lo es, siempre que nos gusten los sabores especiados con su punto agridulce y picante.
Aprovechando la promoción del supermercado de origen alemán, unos amigos míos decidieron montar una cenita india, para regocijo de todos. Aquí os cuento cómo fue la cosa, por si alguno se compró el basmati y no sabe ni qué hacer con él. Para empezar conviene saber que el masala estará muy presente en una comida de este tipo, es decir, la mezcla de especias que se usa para condimentar guisos como el del pollo o los garbanzos (tikka y chana masala, respectivamente). El primero de ellos se elabora con carne de pollo deshuesada, previamente macerada con especias y limón y guisada con curry y leche de coco. El resultado es una carne tierna y jugosa, con toques dulces y picantes que 'recuerda a' pero 'no sabe como'. Los garbanzos guisados con una salsa especiada de tomate fueron el otro plato fuerte de la cena, acompañados de lima, cebolla roja y cilantro como aderezos. Ningún guiso que se precie se puede comer sin mojar pan. En este caso probamos el famoso chapati (muy parecido a las tortillas mexicanas, pero con harina integral) y el curioso papadam, a base de harina de lentejas que se fríe tres minutos en aceite y queda como una crêpe crujiente que servirá como compañía perfecta del chutney de mango, por ejemplo. Entre las especias para montar el masala, un poco de todo: pimienta, guindillas, cardamomo, laurel, canela, cilantro, nuez moscada...
Los platos principales llegaron prececidos de unos de los aperitivos más conocidos de La India, las samosas y los panipuris (buñuelos). Las primeras son pequeños triángulos de pasta crujiente (tipo filo). Ambos están rellenos de verduras y se pueden mojar en chuteny (el chutney es una mezcla de dulce y picante originario del Oeste de la India en la que suele haber frutas. Como todo, está mejor si lo hacemos fresco, pero el envasado de mango puede pasar).
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Tampoco faltó en la mesa el arroz basmati, que hay que lavar previamente y que una vez cocido se mezcla con especias y frutos secos. Cunde mucho, acompaña cualquier plato y mitiga el picante, si nos hemos pasado mucho. Cualquier recetario hindú incluirá unas cantidades de guindillas y chiles prácticamente inoportables para nuestro frágil paladar. Aquí no hay más remedio que tirar de sentido común y rebajar las cantidades en función del aguante de nuestros invitados.
Otro 'apagafuegos' para el estómago es el batido de mango. Se hace mezclando yogur tipo griego, leche, mango natural y especias como el cardamomo. Su cremosidad ayuda a recuperar las papilas gustativas y resulta un postre estupendo en una cena de este tipo. Aunque la guinda de este banquete hindú en concreto llegó de la mano de otra amiga, originaria de Carolina del Norte, y sin embargo, experta en bailes tradicionales de la India. Una delicia y un regalo verla danzar.