La historia de Astorga está íntimamente relacionada con el chocolate. En una reciente visita a la localidad maragata pude comprobar la enorme vinculación entre este pueblo y todo lo relacionado con el cacao, muy bien explicada desde el Museo del Chocolate de Astorga. De titularidad municipal e inaugurado en 2015, el museo está situado en un palacete que encargó en 1912 el chocolatero Magín Rubio, y da idea del poder de las familias que manejaban la industria chocolatera. El origen de este vínculo tiene que ver con una boda del siglo XVI, más concretamente, la de la hija de Hernán Cortés con el heredero del marquesado de Astorga. Al parecer, la dote de la muchacha incluía importantes cantidad de cacao, traído por Cortés desde América, donde era conocido y venerado por mayas y aztecas. Desde entonces, España se convirtió en un monopolio chocolatero, con obradores y fábricas que extendieron su consumo hacia Europa. Es probable que otra serie de circunstancias influyeran en el florecimiento de la industria del cacao en Astorga, pero lo cierto es que creció sin parar y a comienzos del siglo XX había en la localidad hasta 23 obradores. A partir de los años 50 comienza el declive y hoy hay una testimonial industria chocolatera. Y el museo, eso sí, que recoge cómo comenzó todo, explica con detalle cómo se fabricaba artesanalmente el chocolate, muestra diferentes tipos de cacao, reúne información sobre las principales familias chocolateras de Astorga, exhibe maquinaria y utensilios, explica cómo era la publicidad... en definitiva, un curioso y delicioso recorrido para todos los que amamos el chocolate por encima de todas las cosas.
La fabricación artesana del chocolate es sencilla y laboriosa a la vez. La técnica se denominba 'a brazo' y consistía en tostar las semillas de cacao a fuego de leña, moviéndolas constantemente para que no se quemaran. Una vez logrado el punto exacto de tostado, se descascarillaban, y el fruto se molía a mano en una piedra de granito curvada con un rodillo, bajo la cual se colocaba un hornillo. De esta forma se obtenía el preciado líquido que se colocaba en moldes, y una vez atemperado, se dividía en onzas y se enfriaba en el suelo. Por último, se desmoldaba y se empaquetaba. Durante el proceso de molturación se añadía el azúcar o los aromas, y posteriormente se utilizaron harinas. En la época industrial se utilizaron tostadoras y molturadoras, pero se desconoce el motivo por el que este sector no siguió creciendo y languideció hasta casi desaparecer.
La diferencia principal entre el proceso artesano y el industrial es que hoy en día se usa pasta de cacao, en vez del característico tostado de las semillas que diferenciaba a cada chocolatero. Además, esta pasta está alejada del puro cacao que se utilizaba entonces, apenas alterado por el azúcar o la vainilla. Aun así, existen en la actulidad diferencias notables entre unos chocolates y otros, dependiendo de la calidad y origen del cacao.
De todos es sabido que comer chocolate mejora el ánimo. Esto es debido a que en la composición del cacao existen estimulantes, como la feniletinamina, entre otros. También aporta grasas, fibra, magnesio, potasio, zinc y vitaminas del grupo B. Y no se puede olvidar su propiedad antioxidante, debido a su riqueza en flavonoides.
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Recomiendo encarecidamente la visita al Museo del Chocolate y de Astorga y probar las semillas de cacao tostadas, además de los distintos tipos de chocolates que pueden catarse. Allí mismo se pueden comprar chocolates de calidad y de distintos orígenes, además de las cáscaras de las semillas tostadas para preparar infusiones. Y para terminar, dejo algunas curiosidades que cuenta el propio mueso:
-La palabra bombón proviene del francés bon bon, que significa dos veces bueno.
-El chocolate se derrite a los 34ºC, temperatura cercana a la de nuestro cuerpo, por eso se derrite en la boca
-El chocolate ha sido utilizado como alimento de necesidad por las fuerzas armadas de combate estadounidenses. La Ración D era la porción de emergencia que se daba a los soldados a partir de 1937.
-En España el chocolate alcanzó gran popularidad gracias a que la Iglesia consideró que su consumo no rompía el ayuno.
-Durante los siglos XVII y XVIII las dos vías más importantes de distribución del chocolate fueron los monasterios y las farmacias.
-A los coruñeses se les conoce como cascarilleiros porque utilizaban la cáscara de la semilla del cacao tostada en infusiones y recetas culinarias.
Antes de rechazar una porción o un humeante vaso de chocolate espeso, pensad que estáis renunciando a un auténtio manjar de los dioses.