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Miroslav Tichý: El ojo de Diógenes

miroslav-tichy-21 Una de sus fotos más características.

Hace un par de años conocí en una sala de exposiciones de Valladolid el trabajo de Miroslav Tichý. Nunca había oído hablar de él, pero pocas veces había visto algo que me llamase tanto la atención. Cientos de fotografías, muy rústicas, de mujeres en diversas situaciones que podríamos denominar como cotidianas cubrían las paredes de la sala, junto a una breve reseña de su vida que hacían aún más extraordinarias las imágenes.

Tichý nació en 1928 en un pueblo de la antigua Checoslovaquia y se dedicó en sus inicios artísticos a la pintura, mientras estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Praga. Por discrepancias con el régimen comunista y su intervención en la Escuela abandonó los estudios en 1948 y cayó en la indigencia. Entonces empezó a ser perseguido por la policía, debido a su forma de vida, y pasó más de una década entre cárceles y manicomios hasta que fue puesto en libertad.

En la década del 60 decidió fabricar él mismo la máquina que canalizaría sus esfuerzos en una dirección: una cámara fotográfica hecha con cosas de la basura. La escasez de recursos es uno de los principales factores que le dan identidad al trabajo de Tichý, fotografías reveladas en condiciones lamentables, con químicos seguramente caducados, una ampliadora no mucho mejor que la cámara, y un largo etcétera de condicionantes. El resultado es el producto lógico del procedimiento, fotografías desenfocadas, rayadas, semiveladas; en definitiva, sucias (artísticamente hablando). En ocasiones hasta decoraba las copias con un marco hecho con cartones de desecho y decorados con un lápiz o un bolígrafo.

Si la cosa se quedara ahí no sería muy trascendente, pero el verdadero espíritu de su obra reside en el contenido, el voayerismo, a veces tierno, a veces atrevido, con el que se queda con las imágenes de las mujeres que transitan a su alrededor. Seguramente la mayoría de ellas pensaría que se trataba de un mendigo loco o borracho con una cámara de mentira, hecha con dos latas y un tubo de papel higiénico.

Miroslav Tichy 1 Una de las varias cámaras que fabricó Tichý.

No sólo sus fotografías eran "pobres" sino que también su situación de vida era paupérrima, vivía de una pequeña pensión de invalidez y y tenía un aspecto descuidado que cada vez lo separaba más de la sociedad. Se lo gastaría todo en material fotográfico para las 100 fotos que se había impuesto hacer al día.

Como muchos otros genios sólo creaba para sí mismo y nadie tenía acceso a su obra, hasta que un vecino, Roman Buxbaum, empezó a recolectar parte de su trabajo, que descuidadamente poblaba los suelos y otras partes de la casa del artista. Buxbaum, que sí era consciente del valor de estas fotos, las llevó a una galería de Zurich y a raíz de eso empezaron a circular por museos y exposiciones, y a ocupar páginas de libros y revistas.

Durante los pocos años de reconocimiento que tuvo nunca aceptó dinero por una fotografía suya ni asistió a ninguna exposición; hasta que encontró la muerte en abril de 2011 en la casa donde siempre había vivido, y en las mismas condiciones. Buxbaum, su antiguo vecino, creó The Tichy Ocean Foundation, donde actualmente artistas de todo el mundo donan sus obras a cambio de una de sus fotografías.