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El aprendizaje significativo o la alternativa a la memorización

Uno de los conceptos que más se reitera entre las nuevas teoría pedagógicas y didácticas es la necesidad de que el aprendizaje de los alumnos sea significativo. Un término que se considera esencial para un correcto proceso de enseñanza- aprendizaje, y que surge como contraposición al aprendizaje memorístico. Pero, ¿qué es realmente el aprendizaje significativo?

La teoría del aprendizaje significativo, desarrollada por David Ausubel, dice que el nuevo conocimiento que un niño adquiere debe estar conectado con saberes relevantes que ya existían en su estructura cognitiva. Es decir, basar la enseñanza en los conocimientos previos con los que los alumnos cuentan, y enmarcarlos en un contexto significativo para el alumno, en el que se fomente el aprendizaje a partir de la experimentación y el descubrimiento.

Y, ¿cómo se traduce eso en las aulas? En primer lugar, para que un docente comience con su tarea como educador, si queremos que lo que le enseñamos a los niños sea significativo, debemos conocer a la perfección cuáles son sus conocimientos previos. Para ello, en los centros escolares se realizan evaluaciones iniciales, tanto al comienzo de cada curso o etapa, como al comienzo de cada unidad didáctica. A partir de los resultados obtenidos, la forma de enfocar las clases será una u otra, incidiendo en un apartado o en otro, y adaptándose al nivel de la clase en general y de cada alumno en particular.

La otra particularidad del aprendizaje significativo llega mejor a unas aulas que otras. Y es que no siempre es sencillo que el conocimiento provenga de la experimentación y el descubrimiento. De hecho, este problema va en aumento según se van avanzando cursos y, sobre todo, según se van complicando los enseñanzas a transmitir.

En la mayoría de las aulas de infantil, la teoría del aprendizaje significativo está totalmente asentada y aplicada a todo el proceso de enseñanza- aprendizaje. El aprendizaje por descubrimiento es una de las técnicas que más se emplea a lo largo de toda la etapa. Los niños se relacionan con su entorno y a partir de esta conexión descubren cosas. Manipulan, experimentan, viven, y a partir de ahí aprenden.

Después, los alumnos llegan a primaria, donde hay que asentar algunos de los conocimientos adquiridos en infantil, y aprender otros muchos nuevos. Tantos, y tan variados, que a veces es complicado continuar con el aprendizaje por descubrimiento. Sin embargo, los profesores de primaria siguen potenciando la manipulación y la experimentación. Es por ello que nos acordamos tanto de todo lo que aprendimos en estas dos etapas esenciales de nuestra vida.

Al pasar a estudios secundarios, la cosa se complica. La materia se amplía exponencialmente y, a su vez, esto complica la cosa. Hay asignaturas más experimentales que otras (las ciencias: biología, física, química, se llevan la palma, sus profesores lo saben y la experimentación está a la orden del día). Pero hay otras donde es más complicado superar el aprendizaje por memorización y contextualizar los nuevos conceptos para que estos sean más prácticos y significativos para nuestros alumnos. Sin embargo, cada vez más, los docentes españoles tienen en cuenta la importancia de esta metodología y lo plasman en su día a día en el aula.

En algunas ocasiones, los docentes pecamos de olvidar nuestro pasado. Antes que otra cosa fuimos alumnos, y como alumnos tenemos claro los métodos que para nosotros (y gran parte de nuestros compañeros) fueron más efectivos. Es más difícil recordar aprendizajes que tuvimos que aprender de memoria, sin embargo, nunca olvidaremos aquellos conocimientos que adquirimos a través de vivencias propias. Si para nosotros fue efectivo, tratemos de hacer lo mismo con nuestros alumnos.