Durante cuatro horas, el público, en gran parte personas dedicadas a la agricultura, siguieron con mucha atención e interés la narración de doce experiencias agrícolas consolidadas, arraigadas a la tierra, contadas de primera mano y de manera clara y cercana por sus protagonistas. Algunos ponentes emocionaron con sus palabras y todos destilaron conocimiento y buen hacer. En estos tiempos que corren con noticias en su mayoría desoladoras, más que nunca, fueron un soplo de aire fresco que llenó la sala de esperanza. Hay mucho que agradecer a estos agricultores: su conciencia y su responsabilidad, su creatividad y reinvención, y sus desvelos –que también los tienen, y muchos-.
Al mediodía, hubo comida en La Arboleda de Almazán y ese fue el pretexto para seguir hablando, intercambiando experiencias, pidiendo consejos, comparando las distintas técnicas en los distintos territorios -pues había, además de sorianos, burgaleses, oscenses, riojanos, palentinos, navarros…- Allí también se pudo probar el pan exquisito que elabora una maestra panadera de Sigüenza con harina de variedades antiguas de trigo recuperadas y cultivadas en ecológico en la comarca.
Para finalizar la jornada, se realizó una visita a una de las parcelas de un agricultor soriano que realiza agricultura de conservación (siembra directa) en ecológico.
