Una parada en el camino. Hoy, rumbo a Burgos, una pausa en el enigmático mundo visigodo 

Apenas quedan diez templos visigodos en toda la península ibérica, el más cercano a la provincia de Soria es este

Una parada en el camino. Hoy, por la N-234 rumbo a Burgos, una pausa en el enigmático mundo visigodo 

Soria es una provincia habituada a viajar, bien por motivos educativos, sanitarios, administrativos, deportivos, comerciales o familiares y, cómo no, turísticos. Ante la carencia de una gran oferta de transporte público que conecte a la ciudad con otras capitales de provincia, los conductores sorianos deben discurrir por algunas de las principales vías de comunicación como son la N-111 para ir a La Rioja, la N-234 para desplazarse a Burgos o Teruel, la N-122 para desplazarse a Valladolid o Zaragoza, la N-113 a Pamplona, sin olvidar la A-11 que pone rumbo a Guadalajara o la N-11o hacia Segovia. De hecho, en buena parte de estas vías, por no decir en todas, los conductores sorianos tienen paradas recurrentes en diferentes establecimientos hosteleros que permiten descansar y hacer los viajes más amenos. En este monográfico, este es el tercer episodio que intenta trasladar propuestas turísticas sin apenas desviarse de la ruta, todas ellas fuera de la provincia, para contribuir a estirar las piernas en los próximos viajes, sean vacacionales o no. Leer parada 1, Leer parada 2, Leer parada 3, Leer parada 4, Leer parada 5, Leer parada 6 y Leer parada 7.

Volvemos a la N-234, como ya hiciéramos en su día buscando el corredor Mediterráneo. Hoy, toca tomar la dirección a Santander o mejor, a Burgos, por no irnos tan lejos. Se trata de la parada de despedida de un monográfico que termina como empezó, con una visita a una iglesia. Evidentemente, no se trata de un templo cualquiera, si en la primera visita encontramos una iglesia románica, bajo un espectacular roquedo y sin el tejado habitual, lo que le daba una singularidad muy especial, ahora tendremos la oportunidad de echar la vista todavía más atrás, aproximadamente a finales del S. VII cuando se edificó la ermita de Santa María en Quintanilla de las Viñas (Burgos). Se trata de uno de los escasos vestigios visigodos que se conservan en la península (apenas una docena), de los cuales cuatro están en Castilla y León siendo este, el más cercano a Soria.

Antes de profundizar, explicaremos cómo llegar desde Soria. Para ello circularemos durante poco más de 105 kilómetros por la N-234 dirección Burgos, tomando un desvío a la derecha hacia Quintanilla de las Viñas. Después de tomar el desvío hay que atravesar el pueblo y salir por el camino de la derecha hacia Lara de los Infantes. Desde el desvío de la nacional al templo hay 4,4 kilómetros. A pocos metros de Quintanilla sale el desvío a la ermita y al aparcamiento, que está señalizado. Tardaremos alrededor de una hora y 23 minutos. Eso sí, cabe destacar que antes de llegar a Quintanilla, en una bajada, hay un yacimiento de icnitas de dinosaurios que se aprecian muy bien. En este caso, se encuentra fácilmente porque llama la atención un cartel y un tejadillo en una zona sin apenas árboles ni otras edificaciones.

Centrémonos ahora en el templo. Como indicábamos, esta parada es muy especial porque apenas se encuentran restos visigodos de este calibre en nuestro país. De hecho, en Castilla y León tan solo podemos ver la cripta de la catedral de Palencia, la iglesia de San Juan de Baños y su fuente en Baños de Cerrato (Palencia), a pocos kilómetros de Palencia, la iglesia de San Pedro de la Nave en el Campillo (Zamora), muy cerquita de la capital zamorana y esta de la provincia de Burgos. Por tanto, se trata de vestigios muy escasos y de gran valor por haber podido llegar hasta nuestros días en pie. En el caso de San Juan de Baños, es el templo más antiguo de la península y su visita, es toda una experiencia, que se completa con la fuente del exterior. En el caso de San Pedro de la Nave, es de una belleza arrebatadora, y tuvo que trasladarse piedra a piedra por la construcción de un embalse en su emplazamiento original. 

En el caso de Quintanilla de las Viñas, se trata de una edificación de pequeñas dimensiones donde solo una parte es visigoda. En el exterior se pueden ver numerosos bajorrelieves y en su interior, los característicos arcos de herradura visigodos. Animales, elementos celestes, vides, son algunos de los recursos escultóricos característicos de su época de construcción que se pueden encontrar. Su valor es inmenso, y de hecho hace unos años se robaron dos bloques de piedra de 130 kilos que, afortunadamente, aparecieron en Inglaterra y han vuelto al museo de Burgos. Como en otros monumentos visigodos, sus constructores se aprovecharon de elementos arquitectónicos de villas romanas próximas, y es que hay que tener en cuenta que los visigodos llegaron a la península después de propiciar la caída del imperio a partir del año 376 y tendrían su continuidad en la misma hasta el 711, con la llegada musulmana. Es decir, fueron grandes protagonistas de nuestra historia y, sin embargo, continúan siendo un tanto desconocidos y olvidados, entre otras cuestiones, porque muchas de sus construcciones desaparecieron.

Así pues, la historia de esta parada en el camino con la que ponemos el broche final de este monográfico es apasionante. Para conocer más, en la web oficial de Turismo de Burgos hay un interesante artículo para descargar, junto a imágenes y vídeos. En la web de la Junta, además de información práctica, en 'Saber Más' se puede profundizar aún más.