La sala de exposiciones de Salduero acoge desde el pasado sábado 31 de julio y hasta el próximo 11 de septiembre la exposición del pinto nacido en la localidad, Maximino Peña, que podrá visitarse de miércoles a domingo de 10.00 a 14.00 y de 16.30 a 20.00 horas.
Una exposición que se celebra por quinto año en la localidad que le vio nacer y donde se muestran desde retratos de sus familiares a las cartas que se escribió con su amigo Sorolla.
Además, en el marco de Salduero como pueblo literario, esta noche se celebrará cine al aire libre con la película ‘La isla mínima’ (programado para ayer y aplazado por la previsión meteorológica) mientras que del 3 al 15 de agosto se podrá visitar la exposición ‘Aleluyas de Gustavo Adolfo Bécquer 1836-1870’, en el salón del Ayuntamiento, comisariada por José María Martínez Laseca.
El 4 de agosto se realizará una ruta literaria a cargo del grupo ‘El calabacín errante’ con dos sesiones por el pueblo a las 12.00 y a las 19.00 horas. Cierran la programación, los días 13 y 14 de agosto, el taller de escritura de Pilar Fraile, ganadora del premio crítica de Castilla y León, de 10.00 a 12.00 horas en el salón del Ayuntamiento.
También este verano podrá visitar la Iglesia de San Juan Bautista de la localidad de martes a domingo de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 19.30 horas (excepto horas de culto) en el marco del programa apertura de monumentos de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León.
SOBRE MAXIMINO PEÑA
(Salduero, Soria, 1863-Madrid, 1940). Pintor español. Siendo muy niño se trasladó a Argentina, para trabajar con su tío Felipe Muñoz Benito. Allí comenzó a acudir al taller del pintor Blanco Aguirre, quien le recomendó ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde conoció a Casto Plasencia, con el que inició una amistad que duraría toda la vida. A partir de 1885 continuó su formación en Roma, donde frecuentó los talleres de Moreno Carbonero, Muñoz Degrain, José Benlliure y Joaquín Sorolla. Desde allí envió el cuadro Carta del hijo ausente a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887, y obtuvo una medalla de tercera clase.
A su regreso a Madrid, Casto Plasencia le invitó a participar en la decoración de la basílica de San Francisco el Grande y en las actividades del Círculo de Bellas Artes, y llegó a formar parte de la Junta Directiva. A partir de entonces los encargos aumentaron y las recompensas en las Exposiciones Nacionales también, y logró medalla de primera clase con Cabeza de labriego en 1912. Su producción fue amplísima, destacando en la utilización del pastel, en los paisajes del natural, apuntes y temas costumbristas. Como ilustrador colaboró en el Imparcial y en La Ilustración Española y Americana.