Las empresas con propósito se convierten en el modelo a seguir

Desde la ruta de la seda hasta los negocios petroleros, las empresas de diferentes ramas a nivel global han tenido una característica común, maximizar las ganancias. Para lograrlo se han valido de diferentes estrategias en las que resaltan la reducción de costos de producción a su mínima expresión e, incrementar el alcance de la empresa para poder llegar a más consumidores y, por consiguiente, vender más. A finales del siglo XX surgió la pregunta sobre este modelo empresarial “¿Cuál es el costo real del éxito de la empresa?”, y ciertamente va más allá de los costos de producción, nos está costando el planeta. Las empresas con propósito llegaron para cambiar este modelo, integrando el beneficio económico de la actividad empresarial con los principios de conservación ambiental y trabajo comunitario, entendiendo que sin planeta y sin personas no existiría la empresa.

En España, con la obtención de un préstamo de 3000 euros, no es suficiente para iniciar una empresa con propósito, se requiere ser observador y asertivo. Un gran ejemplo de esto sucedió en México, una pizzería empezó a emplear personas que vivían en la indigencia, esto luego de implementar en su negocio una estrategia de ventas 5 por 1: luego de vender 5 porciones de pizza, le obsequiaban 1 porción a una persona en situación de indigencia. Al conocer a estas personas, los dueños tomaron la decisión de darles empleo y una oportunidad para volver a construir sus vidas.

¿Por qué una empresa con propósito en lugar de una empresa tradicional?

Actualmente nuestro modelo económico es de carácter lineal y se puede describir en 4 fases, extracción, transformación, consumo y desperdicio. Extraemos recursos naturales como el petróleo, madera, hierro, entre otros. Estos se transforman en procesos industriales para nuestro consumo y comodidad y luego de ello nos encargamos de tirar al bote de la basura aquello que no nos sirve, como el envase plástico. En el siglo XX este modelo nos iba bien, puesto que abundaban los recursos y había mucho espacio donde acumular nuestros desperdicios, pero con el crecimiento de la población también creció el consumo de productos y por ende, la acumulación de desperdicios.

Hoy día tenemos escases de recursos a la vuelta de la esquina, acumulación de gases de efecto invernadero, las islas de plástico en los océanos y altos índices de pobreza a nivel mundial, altas tasas de migración que incomodan la economía de las naciones receptoras y muchos otros problemas que deben ser atendidos con prontitud.

Ante lo expuesto anteriormente, surge una alternativa interesante que se trata de cambiar el modelo lineal por uno circular, que en lugar de extraer recursos utiliza el reciclaje de materiales para generar nuevos productos. Alrededor del 80% de lo que tiramos a la basura, puede ser reciclado; vidrio, cartón, plástico y aluminio son los materiales más comunes. Cuando vemos esto, lo primero que solemos pensar es en el reciclaje de los envases, pero pensemos en otro ejemplo un poco más aplicado, imaginemos que nuestro móvil ya es obsoleto y queremos cambiarlo, vamos a nuestra compañía de confianza y entregamos el equipo obsoleto al mismo tiempo que recibimos uno de última generación a muy bajo coste. Parece utópico pero es posible, dado que los componentes del móvil nuevo están hecho exactamente con los mismos materiales que los componentes de nuestro móvil anterior, la empresa únicamente tendría que reciclarlos para así obtener un equipo de última generación. Para hacer más atractivo el negocio puede optar por un contrato de alquiler en lugar de la venta directa, asegurando así que el usuario deba acudir a la empresa cuando desee cambiar el móvil al mismo tiempo que el usuario no tenga que gastar enormes cifras de dinero para tener un equipo de última generación.

Las empresas B y su auge a nivel mundial

Son empresas que, desde sus estatutos, operan con estándares de impacto positivo en ámbito social, ambiental y económico, considerando en sus decisiones los intereses financieros de sus accionistas en conjunto con los intereses de la comunidad a la que pertenecen, los empleados, proveedores y por supuesto, los clientes.

Estas empresas rompen el paradigma empresarial clásico y dan soluciones a los problemas que actualmente se presentan en nuestra sociedad al mismo tiempo que son sostenibles. A diferencia de la responsabilidad social empresarial, las empresas B (B Corporations) manejan el negocio desde un propósito sostenible que además, está protegido desde los estatutos de la empresa. Ya son más de 3.800 empresas con certificación B en todo el mundo y desde BLab manifiestan que esperan que llegue el día en que no haga falta una certificación para que las empresas del mundo cambien la forma de hacer negocios.

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