La Junta resalta la importancia de las actuaciones en regadíos como verdaderos artífices de desarrollo rural

Con las actuaciones que se acometen en 2021, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural habrá puesto en marcha más de 23.700 hectáreas

Este año Naciones Unidas pone el foco del Día Mundial del Agua en el lema ‘El valor del agua’, con el fin de que las personas de todo el mundo conozcan mejor su significado, el aprovechamiento de todos sus usos y se encuentren las mejores soluciones que aseguren su conservación y protección. Desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, a través del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, uno de los mayores compromisos es preservar, día tras día, este recurso esencial para la vida, garante del futuro, especialmente, del medio rural.

En el marco del ‘Programa de impulso de infraestructuras agrarias de interés general en materia de regadíos’ (modernizaciones y nuevos regadíos) para 2021 están previstas 31 actuaciones, por valor de 84 millones de euros.

Con las actuaciones que se acometen en 2021 se habrá puesto en marcha más de 23.700 hectáreas de regadíos, que suponen el cumplimiento del 79 % del compromiso de legislatura.

Modernizaciones, sinónimo de desarrollo rural y competitividad sostenible

El lema de este Día Mundial del Agua: ‘El valor del agua’, permite poner de manifiesto la importancia que este recurso tiene en el territorio de Castilla y León, la necesidad de conservarlo, de mantener su calidad y cantidad y hacer posible que siga siendo fuente de riqueza y actividad en el medio rural, a través de políticas activas y sostenibles como las modernizaciones y nuevos regadios. Allí donde se apuesta por el regadío hay más riqueza económica, más densidad de población, así como una mayor afluencia de jóvenes. El regadío es clave para la mejora de la competitividad de las explotaciones, genera beneficios socioeconómicos y medioambientales y contribuye a la lucha contra el cambio climático.

Estos son argumentos suficientes para que desde la Consejería se haya aumentado la partida presupuestaria, especialmente en las modernizaciones, en más de un 31 %, un total de prácticamente 52 millones de euros, es decir 12,5 millones de euros más.

En el presente ejercicio se destinarán 33,69 millones de euros para continuar ejecutando las importantes obras de transformación de regadíos, entre las que destacan las de la zona de Payuelos en León, con las que la Junta de Castilla y León habrá puesto en marcha todos los compromisos establecidos para esta Administración en el Plan Coordinado de Obras de esta zona; la zona de La Armuña en Salamanca, el sector IV del Cea Carrión en Palencia y Valladolid o las modernizaciones de las zonas del Canal del Páramo y Páramo Bajo en León, con las que se finaliza la modernización de toda la zona del Páramo leonés, la modernización de Becerril de Campos en Palencia, la de Valoria La Buena y la del Canal de Pollos en Valladolid.

Además, se destinarán 17,86 millones de euros a obras que comenzarán este año, con las que se pretende actuar en 17.274 hectáreas de regadíos nuevos o a modernizar.

En este presupuesto se reflejan las actuaciones para poner en marcha los regadíos en las zonas de transformación del Aranzuelo en Burgos e Hinojosa del Campo en Soria. Se prevé empezar la ejecución del resto de la obra de la Presa sobre el Arroyo de Las Cuevas en Castrejón de la Peña, Palencia. A mayores, se comenzarán numerosas actuaciones de modernización de regadíos en las zonas de Llamas de la Ribera, Villarnera, Alto Villares, Presa de la Tierra y Velilla en León; Pisuerga, sector G en Palencia; Canal del Campillo de Buitrago en Soria; Canal de Castronuño en Valladolid y Canal de San José, sector I, en Zamora.

Evolución récord a nivel nacional

Durante estos últimos años se ha realizado un gran esfuerzo de modernización de regadíos alcanzando una evolución récord a nivel nacional. Desde el inicio de su actividad, hace 15 años, el Itacyl ha desarrollado más de 135.000 hectáreas de regadíos modernos, ya sea en zonas de nueva transformación o en zonas de modernización de los regadíos tradicionales a través de casi 200 obras y 457 millones de euros de inversión. Esto supone haber creado infraestructuras modernas de riego en el 25 % de la superficie de regadío de la Comunidad Autónoma.

El agua, un recurso necesario

Desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural se quiere poner énfasis en la necesidad de poder disponer de recursos hídricos. La cuenca del Duero es la que peor capacidad de regulación tiene, respecto a las aportaciones, en relación a las cuencas de España, a excepción de las del norte de España. Esta situación provoca que para hacer frente a las consecuencias del cambio climático que está mostrando con frecuencia la irregularidad de los fenómenos meteorológicos, se precisan actuaciones que mejoren la resiliencia frente a las consecuencias de este fenómeno.

Para ello, se demanda el cumplimiento urgente de los contenidos del Plan Hidrológico vigente, especialmente en lo que se refiere a la ejecución de las regulaciones contempladas en el mismo, como algo necesario para afrontar de forma sostenible el futuro del medio rural y de Castilla y León.

El reconocimiento del valor del agua, precisamente, debe concienciar a la población de la necesidad de disponer de elementos de regulación que garanticen el uso de los recursos hídricos. Cuidar la disponibilidad, en cantidad y calidad, es por tanto una prioridad en este momento.

Beneficios contrastados de manera objetiva

Partiendo de que la optimización del agua en los regadíos modernizados ahorra de media un 20 %-25 % en el uso de los recursos hídricos necesarios, frente a los sistemas tradicionales, el valor agregado bruto en las explotaciones agrícolas se incrementa en torno a un 33  % respecto al que disponen las explotaciones con regadíos tradicionales, debido, fundamentalmente, a la reducción de costes y al incremento de las producciones. El valor agregado bruto de una hectárea de regadío es, por otra parte, 3,5 veces al del secano.

En cuanto a la mejora medioambiental, con los sistemas modernizados se reduce el uso de las energías tradicionales y de la contaminación difusa (reducción de la contaminación difusa superior al 30 % y ahorros de entre un 25 % y un 30 % en el abonado nitrogenado para obtener las producciones máximas).

La tecnología es otro de los elementos que contribuye al desarrollo de esas zonas modernizadas, mejorando las condiciones de vida de los regantes, facilitando la incorporación de jóvenes en hasta un 80 % más en aquellas zonas con  riegos modernos respecto a las que mantienen riegos tradicionales. Y se ha comprobado que gracias a estas actuaciones la incorporación de jóvenes es 6,5 veces mayor en zonas de regadío que en zonas de secano. Además, también se ha contrastado que la inversión particular de los agricultores en zonas modernizadas es un 240 % superior a zonas no modernizadas.

Y si atendemos a la densidad de población en los municipios rurales, aquellos que disponen de regadío albergan tres veces más de población que los de secano gracias a las infraestructuras agrarias colectivas del recurso agua. Además, las zonas de regadío presentan unas tasas de actividad laboral muy superiores (el número de trabajadores es 3,6 veces superior en todos los sectores, no solo en el agrícola).

Estas actuaciones realizadas por el Itacyl mejoran la diversificación de cultivos, ya que el regadío permite una mayor adaptación a las condiciones de los mercados y tiene una gran sinergia con la industria agroalimentaria.

 

Mantiene el empleo y la actividad en el medio rural. El regadío se configura como una de las herramientas más eficaces para el desarrollo rural, no solo porque la actividad de regadío requiere más mano de obra que el secano, en torno a tres veces más, sino porque además tiene un efecto sinérgico con otras actividades, como la industria agroalimentaria, lo que da un potencial muy alto para generar actividad social y económica en estos entornos.

La perspectiva de una integración ambiental previa de la actuación del regadío lo hace compatible con los valores del entorno y áreas de mayor sensibilidad, así como permite adoptar las medidas necesarias que posibilitan el desarrollo de la actividad, evitando la degradación de los espacios y potenciando su conservación.