El sueño de tener una isla privada: ¿vale realmente la pena?

Ya no se trata de tener un exclusivo reloj de marca, un superautomóvil de edición limitada o una joya personalizada. Ahora la distinción se demuestra teniendo una isla privada.

He aquí algunos ricos y famosos que pueden presumir de tener una: el fundador del Grupo Virgin, Richard Branson, es dueño de Necker Island, en las Islas Vírgenes Británicas; la estrella de Hollywood Johnny Depp tiene una casa en Little Halls Pond Cay, en las Bahamas; y el multimillonario tecnológico Larry Ellison ostenta el 98 % de Lanai, la sexta isla más grande de Hawái.

Esto no es más que una pequeña muestra de los muchos propietarios de islas privadas del mundo, que las usan como residencia permanente, como lugar de vacaciones o como oportunidad de negocios.

Tener una isla privada puede parecer un sueño hecho realidad, ya que es como disponer de un pedazo del paraíso para uno solo. Sin embargo, además del dinero que cuestan, hay muchos otros factores que deben tenerse en cuenta.

¿Vale la pena tener una isla privada? ¿O acarrean tantos problemas que pueden convertir el sueño en pesadilla? Echemos un vistazo a lo que conlleva ser dueño de una isla.

¿Cuánto cuesta una isla privada?

Estamos ante la pregunta del millón (o billón) definitiva. El precio de una isla depende de su ubicación, tamaño y grado de desarrollo con el que cuenta. Por ejemplo, una isla virgen de 2,5 hectáreas en Nueva Escocia (Canadá) puede costar unos 65 000 dólares, mientras que una isla urbanizada de 45 hectáreas en Tailandia puede venderse por unos 160 millones de dólares.

Una isla con alojamiento, electricidad y agua potable no baja del millón de dólares. Por lo tanto, y aunque existen opciones básicas más asequibles, hay que ser millonario o ganar uno de los mayores pozos de la lotería para poder invertir en una isla habitable.

¿Dónde hay islas privadas disponibles?

En realidad las hay en cualquier parte del mundo. Private Islands Inc., una de las mayores agencias del mundo especializadas exclusivamente en la venta y alquiler de islas privadas, tiene ofertas en África, el Caribe, Sudamérica, Asia, América Central, Pacífico Sur, Europa, Canadá y los Estados Unidos, lo que supone cerca de 40 países, estados y territorios del mundo.

¿Es fácil comprar una isla?

La cosa varía en función del país y de las leyes relativas la propiedad por parte de extranjeros. En Canadá, por ejemplo, donde se venden más islas privadas que en ningún otro país del mundo, no existen prácticamente restricciones sobre la nacionalidad del comprador de una isla privada y el proceso de compraventa es relativamente sencillo. Ahora bien, en muchos países asiáticos, la propiedad absoluta de una isla no puede obtenerla cualquier persona y suele tener un precio tan astronómico que haría temblar hasta el mismísimo Jeff Bezos (bueno, a él quizá no). Luego hay otros países, como Italia o Grecia, donde un extranjero sí puede obtener la propiedad absoluta de una isla, pero los trámites burocráticos son infinitos.

Ventajas de tener una isla privada

Imaginemos por un momento que podemos aspirar a vivir en una isla privada y analicemos por qué motivos sería un sueño hecho realidad.

Exclusividad: la escasez de oferta es uno de los motivos por los que es un símbolo de valor y estatus. Cuanto más excepcional es algo, más deseable resulta. Aunque hay muchas islas privadas en venta, no llegan al millar, por lo que adueñarse de una te convierte en miembro de un club muy exclusivo.

Privacidad: el motivo principal por el que la mayoría de gente muestra interés por una isla privada es precisamente por la privacidad que ofrece. Tanto si se busca la tranquilidad absoluta como albergar una fiesta salvaje, no habrá vecinos que puedan molestar.

Valor de alquiler: para aquellos que quieran alquilar su isla, el valor de alquiler es mayor que el de las propiedades de tierra firme. Aunque el desembolso inicial suele ser mayor, la exclusividad hace que los dueños puedan cobrar una prima a los posibles interesados.

Desventajas de tener una isla privada

Costos: como hemos mencionado anteriormente, contar con una isla privada desarrollada cuesta varios millones de dólares. Comprar una isla llave en mano con alojamiento, electricidad, agua corriente y otros aspectos necesarios para vivir en condiciones tiene un precio que no baja de las ocho cifras. Aunque comprar una isla virgen supone una inversión inicial mucho menor, acondicionarla con la infraestructura necesaria hará que los costos se disparen rápidamente.

Dificultades de construcción: no se trata solo del alto precio de construir un inmueble en una isla, sino las grandes dificultades que ello conlleva. Los materiales deben enviarse por mar o aire, hay que destacar al personal necesario a la isla y hay que organizar sistemas autosuficientes de agua y eliminación de residuos, instalar placas solares, etc. Además, este tipo de obras requieren un sinfín de permisos especiales.

Problemas logísticos: por lo general, ¿qué pasa si se acaba la leche o el pan? No se puede bajar en un momento al supermercado. Y algo todavía más serio: ¿qué pasa si alguien tiene una emergencia médica? Es evidente que una isla privada no es el sitio más práctico para sufrir un accidente.

¿Vale la pena tener una isla privada?

Esta es una pregunta muy personal. La gente que ha soñado toda su vida con tener una isla y tiene los medios para permitírselo seguro que antepone los pros a los contras. Sin embargo, otras personas pueden pensar que los costos y los problemas logísticos son tan grandes que no vale la pena el esfuerzo.

Sea como fuere, poder disfrutar de una isla privada estaría muy bien, ¿no?

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