Confitería Almarza: 200 años de yemas, paciencias y mucho más en la Villa de Almazán

El comercio adnamantino cumple este año dos siglos continuados en el mismo lugar y con el mismo negocio, uno de los más antiguos de España

Junto al característico Arco de la Villa de Almazán, justo antes de entrar a la plaza Mayor de la localidad, se encuentra la Confitería Almarza.

Esto sucede hoy y esto sucedía en 1820, hace ahora 200 años. Durante todo este tiempo, sin cambiar de emplazamiento ni de modelo básico de negocio, ha permanecido abierta esta pastelería que ahora regenta Celina Almarza. Pertenece a la séptima generación familiar y se puso al frente del local hace ahora 24 años, el 10 de octubre de 1996.

Celina es descendiente directa de Cecilio Almarza, hermano de María Almarza, natural de Almazán y esposa de Salvador Canuto González de Villaumbrosia y Morales, natural de Deza, de familia hidalga, y quien con apenas 20 años comenzó este oficio en tan céntrico lugar.

Su padre, Ángel, fue el propietario los 40 años anteriores, desde 1956, hasta su fallecimiento. Algunos de estos datos y otros más de la extensa historia de Confitería Almarza pueden consultarse en su página web, en la que también pueden encontrarse los necesarios datos de contacto para realizar pedidos.

Fotos: Concha Ortega

De hecho, desde hace ya años, una de las partes de su trabajo consiste en elaborar paquetes que envían a numerosos puntos de España en Andalucía, Madrid, Cataluña, Galicia, Baleares, Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha...

En esos paquetes, el artículo que más abundan son las yemas. De hecho, Confitería Almarza es conocida también como La Casa de las Yemas. Explica Celina que, con frecuencia, recibe a clientes que le explican que se han desviado bastantes kilómetros de su ruta con el objetivo de probar este manjar adnamantino cuya tradición comenzó hace ya siglos.

Y si de la parte amarilla de los huevos salen estas yemas (también al bombón), de la parte blanca y de otros ingredientes salen las igualmente famosas paciencias. Ambos productos se elaboran también en otras partes de España, pero la unión de ambos y su larga historia no encuentran nada similar fuera de Almazán.

Si de las yemas se aprovecha todo, no sucede lo mismo con las claras. Antaño, y hasta no hace tantos lustros, esos excedentes de clara se enviaban por el tren hasta Madrid, para la elaboración de vacunas en laboratorios especializados. Era algo habitual en todas las pastelerías, pero los nuevos caminos de la ciencia desecharon la utilización de este producto de las gallinas con fines médicos.

 

En otros aspectos, sin embargo, la modernidad tuvo que rendirse a la tradición. Sucede así, por ejemplo, con los instrumentos de cobre que todavía se utilizan para la elaboración de las yemas. El cobre siempre ha sido considerado un gran antibacteriano, algo que los nuevos estudios no hacen sino corroborar. Durante un tiempo, las autoridades no los admitían en estas elaboraciones de dulces, pero de nuevo volvieron a ser permitidos y en el obrador de Confiterías Almarza este cobre continúa conviviendo con otros materiales antiguos que todavía siguen utilizándose.

Así, en la trastienda, y después de pasar por el tramo de muralla dentro del cual se construyó este edificio, se encuentra este obrador con una báscula acompañada por pesas de libra o un antiguo aparato para amasar que es el que sigue funcionando. El horno, originalmente de leña como no podía ser de otro modo en 1820, sí fue sustituido hace ya algún tiempo por uno eléctrico.

Al calor de este horno se cuecen otros productos que, sin llevar el apellido 'adnamantino' tanto como las yemas y las paciencias, sí gozan de éxito entre sus clientes. Durante todo el año se pueden encontrar roscos, mantecadas, sobadillos, bizcochos, pastas del Zarrón, pan de leche, pastas de coco...

Además, y como es tradicional en las pastelerías, hay productos que se elaboran solo en determinadas épocas del año. Acaba de pasar el tiempo de los buñuelos de los Santos, y en breve llegarán los turrones (ya le está llamando la gente para ver si están disponibles) y los roscones de Reyes. Después vendrán los panecillos de San Antón, las roscas de San Blas o las virutas de San José, que suelen 'volar' según explica Celina Almarza. Ver elaboraciones

En sus primeros pasos, hace ahora dos siglos, el negocio también trabajaba la cerería y el chocolate, dada la estrecha relación que tienen las abejas con la confitería. Ya hace años (Celina no lo ha conocido), se dejaron de trabajar estas ramas, y los productos de chocolate que vende, así como otros muchos, la mayoría de Soria, sirven para completar la oferta de la tienda.

Además de todo ello que se puede adquirir, Confitería Almarza tiene más. El espacio público es también un pequeño museo. Por un lado, los reconocimientos que en tanto tiempo ha recibido (FOES, Cámara de Comercio, Casa de Soria en Madrid, presencia en 'Saber y ganar' y 'Aquí la Tierra', carta de agradecimiento de la Casa Real por unos dulces enviados a los Príncipes de Asturias, Junta de Castilla y León, Feria del Campo de 1953..).

Y por otro, recuerdos de ese pasado cerero y de cajas, envoltorios, botellas, platos... que han ido perviviendo con el paso de las décadas.

Una de las intenciones de Confitería Almarza, para celebrar su 200 cumpleaños, era crear una pequeña exposición-museo en un espacio municipal para que adnamantinos y visitantes pudieran conocer la historia del negocio y, a través de ella, parte de la historia de la Villa.

Las circunstancias de este año tan especial han aparcado esta iniciativa pero no la han anulado. El año que viene, Celina Almarza cumple 25 años al frente de la confitería, una efeméride igualmente redonda y digna de celebrar.