Javier Megino Iturbe, una vida animando al voleibol soriano

A sus 93 años, no ha dejado nunca de apoyar al voleibol soriano en sus diferentes etapas en la máxima categoría

Francisco Javier Megino Iturbe es, a los 93 años de edad, uno de los decanos de la grada del polideportivo de Los Pajaritos. Abonado protector del Río Duero Soria desde el nacimiento del club, también ejerció un papel fundamental en la historia de este deporte en Soria cuando formó parte del acta fundacional del CD San José, un 15 de mayo de 1978. De hecho, estos fueron los orígenes que le marcaron, los que sellaron su fidelidad y compromiso con este deporte, pues no puede estar más orgulloso de ser el socio “número 4” del club colegial.

Aunque nunca quiso un cargo de gran responsabilidad, lo cierto es que fue muy participativo en las diferentes actividades sociales de la ciudad. “Quería ayudar en lo que pudiera. Siempre he estado muy vinculado a los franciscanos. Primero como alumno, luego como ex alumno, como fundador de la cofradía y fundador del club deportivo”, explica, y recuerda todavía algunas conversaciones con José Miguel Serrato y el resto de aquella junta directiva que buscaba un proyecto de voleibol “más serio” de los que se habían llevado inicialmente en la ciudad. Desde entonces, hace ya 42 años, hasta hoy, no ha dejado de ser abonado protector de cada uno de los diferentes proyectos deportivos de la máxima categoría de voleibol en la ciudad e intenta no perderse ningún partido en la grada. De hecho, como directivo y aficionado del San José también recorrió buena parte de España animando en los desplazamientos: “Éramos una familia con los jugadores”, apunta con nostalgia. Junto al voleibol, su otra pasión deportiva es el esquí, donde también fue un impulsor del Centro Excursionista Soriano, peñas taurinas… porque “en todos los líos me he metido”.

La trayectoria del voleibol en Soria ha tenido varios capítulos y avatares, que en ocasiones lo han puesto contra las cuerdas, pero a pesar de los cambios, él siempre ha estado ahí. Cuando el Numancia fue el representante en la máxima categoría, Megino, esta vez ya solo como aficionado, no dejó de lado su compromiso con el deporte y los valores de los padres franciscanos. “Ahora que ha tomado el relevo el Río Duero Soria sigo acudiendo a ver los partidos. A mis 93 años no sé si podré seguir yendo mucho más tiempo, porque me canso horrores solo con subir las escaleras”, lamenta, pero asegura que no faltará mientras pueda.

Del voleibol solo tiene palabras de admiración ya que “es un deporte muy bonito”. Pero los motivos de peso que le llevan a mantener su constancia son los valores que adquirió en la llegada de este deporte a la ciudad. “Lo empezamos nosotros en el colegio y luego fue creciendo hasta lo más alto” y asegura que “se puede llamar Numancia o Río Duero Soria, pero para mí es bajar a ver al CD San José”, sentencia. Precisamente no puede evitar tener palabras de recuerdo para los padres franciscanos, que recientemente han dejado la ciudad tras 100 años de trabajo. “Han sido mis padres y lo he pasado mal en la despedida. Se han dejado querer. Colaboraban en todo. La vida es así y da muchas vueltas…”

De los jugadores actuales, asume que “se me van muchos los nombres”, pero reconoce que tiene especial devoción por los jugadores jóvenes y de casa. En cuanto a nombres históricos, no tarda en recordar a Monreal, Chechu, Oliva… y el mejor entrenador, lo tiene más claro: José Miguel Serrato. “Sin duda. Es íntimo amigo mío. Le he seguido incluso cuando entrenaba a las chicas del Caep Soria”, comenta. Siguiendo con los recuerdos, más que de los grandes éxitos, que recuerda como “tanta gloria que es difícil de expresar”, se queda con los partidos en el antiguo San Andrés: “Recuerdo que en Navidad incluso hacíamos celebraciones debajo del mismo árbitro, porque estábamos unidos al equipo. Era muy familiar. Pero todos los tiempos me han gustado con sus cosas”.

 

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Sabiduría de la experiencia

Con una maravillosa lucidez y con la sabiduría de una vida llena de experiencias, Francisco Javier Megino no puede evitar intentar contagiar a los más jóvenes de las ventajas del deporte. “Que se acerquen al deporte, que es muy bonito y muy sano”, asegura y añade: “Yo enveneno a todos con la afición, porque ahora van mis hijos también a ver los partidos”.

La pandemia mundial también será un reto para él, ya que no se podrán presenciar los partidos en directo, pero al igual que utiliza los medios de comunicación para seguir al equipo a domicilio, lo que aprovecha para recordar la última victoria por 1-3 en Almoradí, buscará la ayuda de su hija para ver el partido por streaming a través del televisor. Ahora espera que el equipo le dé alegrías, ya que el “año pasado tocó sufrir un poco”. En este curso ve una mejoría, pero “nos cuesta cerrarlo”.   

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