Un acercamiento a las pinturas rupestres de Valonsadero

A siete kilómetros de la ciudad de Soria se encuentra uno de los conjuntos de pinturas rupestres más importantes de España

En el monte Valonsadero, situado a siete kilómetros de la ciudad de Soria, se encuentra uno de los conjuntos de pinturas rupestres más importantes de España. La zona, caracterizada por sus dehesas y abrigos rocosos, alberga 35 conjuntos de pinturas rupestres esquemáticas convirtiendo el paraje en un gran museo al aire libre. Desde 1994 están declaradas Bien de Interés Cultural con categoría de Zona Arqueológica. Además, forman parte del Itinerario Cultural Europeo bajo la denominación Caminos de Arte Rupestre Prehistórico junto con otras manifestaciones artísticas de varios países europeos.

Las pinturas fueron descubiertas alrededor de 1920 por Bruno Orden Tierno, quien años más tarde se las mostró a Teógenes Ortego Frías, inspector de Primera Enseñanza y Comisario Provincial de Excavaciones Arqueológicas. En 1951 se darían a conocer públicamente a través de un artículo periodístico escrito por Ricardo de Apraiz y Buesa, doctor en Historia y director del Museo Numantino y Celtibérico. Desde entonces, uno de los investigadores que más ha aportado al conocimiento de estas pinturas ha sido el historiador Juan Antonio Gómez Barrera.

Las pinturas del monte Valonsadero y sus alrededores se asocian a las primeras sociedades agroganaderas y metalúrgicas de la Edad de Bronce (entre los años 3.000 y 2.000 a. C.). Sobre sus autores no se tienen datos específicos, pero se cree que eran grupos nómadas que subsistían a través de la caza, la agricultura y la ganadería desplazándose por la zona.

Las expresiones artísticas son de tipo esquemático y elaboradas en tonalidades rojizas. Este color se conformaba uniendo los pigmentos naturales de las rocas con grasas animales y se aplicaban normalmente sobre la pared con los dedos o con pequeños pinceles y palos.  Los motivos que más destacan son figuras humanas y animales, además de algunos símbolos, espirales y representaciones de astros. Desde hace varios años existe una ruta señalizada que comienza en Cañada Honda (Valonsadero), a través de la cual se visitan once de estos abrigos rocosos.

Las Covatillas es uno de los abrigos donde se puede identificar con mayor facilidad la representación de una figura antropomórfica, figura muy presente en casi todos los conjuntos artísticos. En su momento, las dimensiones de la composición debieron ser superiores, pero el paso del tiempo y el deterioro de las pinturas impide la identificación de otros símbolos.

La Lastra, el Covachón del Puntal, El Mirador

El abrigo rocoso de La Lastra se encuentra bastante deteriorado, aunque a medida que descienden los trazos resultan más reconocibles. Destaca, especialmente, el dibujo de varias líneas verticales paralelas. En el conjunto del Covachón del Puntal también destacan unas líneas similares y es posible identificar, además, algunas figuras humanas entrelazadas entre sí.

Cabe destacar también el conjunto de pinturas rupestres situado en El Mirador, pues posee los restos más claros, abundantes y reconocibles. Entre ellos se pueden identificar figuras humanas, simbología en forma de espirales, cabañas, diferentes animales e, incluso, un sol. En el sol es posible observar el uso del propio relieve de la pared para darle volumen a la figura. Esta composición destaca, sobre todo, por la representación no solo de figuras individuales sino de conjuntos de escenas.

En cualquier caso, también hay ciertos enigmas y dibujos imposibles de interpretar desde la actualidad, pero que muestran la complejidad del pensamiento y las emociones de aquellos que habitaron estas tierras hace más de 4.000 años.

Nerea Eguiguren Castro

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