El CD Numancia juega esta tarde contra la Ponferradina (19.30, Los Pajaritos), el partido más importante de su historia desde el 16 de mayo de 1998. Aquel día, el recién ascendido de Segunda B logró salvar la categoría en Segunda, algo que no lograron los otros tres ascendidos de la temporada anterior: Xerez, Jaén y Elche. El cuarto equipo que bajó a Segunda B fue el Levante, que acabó último.
Para entender aquella proeza, cuesta comparar la temporada 97-98 con la actual 2019-20. Entonces, hace 22 años, hubo un total de siete equipos que no llegaron a 50 puntos y dos más se quedaron en 50 exactos. Es decir, había una gran diferencia entre los equipos de arriba y los de abajo. Aquel año la salvación se logró con 46 puntos, y este año no es seguro que se logre con 51. Desde luego, no con muchos menos.
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Gracias a los problemas que tenían entonces muchos equipos para ganar, el Numancia consiguió no descolgarse nunca de la lucha por la permanencia, aunque nunca estuvo tranquilo y en varias jornadas, la última la 36, estuvo en zona de descenso igual que ahora.
El equipo soriano de entonces, entrenado por Paco Herrera tras la destitución de Antonio Gómez, logró en las últimas diez jornadas una proeza difícil de igualar. En esos diez partidos cayó claramente 3-0 contra el líder Alavés, pero a cambio ganó cuatro partidos (fuera de casa 0-1 a Leganés y Osasuna, y en los viejos Pajaritos 1-0 al Lleida y 4-0 al Ourense) y empató los cinco restantes (Levante y Xerez fuera de casa, Las Palmas, Jaén y Hércules en Soria).
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La importancia de los empates
Los empates son, precisamente, una de las principales diferencias entre aquel Numancia de hace 22 años y el actual. Entonces, los sorianos sumaron 17, el segundo equipo que más. Ahora, el Numancia lleva 11 empates, el segundo que menos empatado con otros dos. Se decía que, con la irrupción de los tres puntos por victoria, los empates dejarían de tener tanto valor como antes, pero nada más lejos de la realidad.
A la última jornada, la 42, disputada con horario unificado el 16 de mayo de 1998, llegaban tres equipos intentando evitar una plaza de descenso: Logroñés y Numancia 46 puntos, Jaén 44 puntos. El Numancia recibía al Hércules, el Logroñés recibía al Lleida, el Jaén visitaba al ya ascendido Extremadura. Al Numancia no le valía el empate ya que un posible empate a 47 puntos con el Jaén perjudicaba a los sorianos.
Y en esa última jornada pasó algo curioso: ninguno de los tres equipos que se jugaban el descenso pudo ganar. El Logroñés cayó 0-1 en Las Gaunas con el Lleida, el Jaén empató a dos en Almendralejo y el Numancia-Hércules acabó sin goles.
Lo que se vivió entonces en el viejo estadio de Los Pajaritos a través de los transistores cuesta imaginarlo ahora. Si en los últimos minutos el Logroñés hubiera marcado un gol, el Jaén otro y el Numancia no hubiera marcado, habría habido un triple empate a 47 puntos que también habría mandado al Numancia a Segunda B. También existía la posibilidad, por supuesto, de que anotara el Hércules.
Por suerte, nada de eso sucedió. El Numancia adelantó al Logroñés en la tabla para salvarse con esos 47 puntos. Los riojanos se salvaron con 46 y el Jaén bajó con 45.
Hoy, 22 años y casi dos meses después, el Numancia se juega de nuevo la permanencia en Segunda. Hoy es la primera de las tres bolas de partido. Los equipos de abajo no fallaron el otro día pero habrán de fallar en estas tres jornadas. El Numancia no puede hacerlo, ni en sus dos partidos en casa contra Ponferradina y Tenerife ni el viernes próximo contra el Huesca en plena lucha por el ascenso directo.
