El agradecimiento de un médico del Hospital por el desayuno que rompe la rutina

Cada mañana se reparten las bolsas de desayuno que prepara hipermercado E.Leclerc por todas las plantas del Hospital

Probablemente, estos estén siendo los días de manera continuada para cientos de médicos de toda España en el desempeño de su labor. Desde la incertidumbre de cuando empezó a hablarse del coronavirus en China y el aumento de las precauciones cuando Italia vivió los primeros y duros golpes, hasta que España empezó a sufrir del mismo modo que los italianos.

Como mecanismo de autodefensa y como una mejor manera de desempeñar su trabajo, los médicos se acostumbran a las dificultades y siguen unas rutinas por mucho que todo ello no termine de hacerles olvidar esa complicadísima situación que están defendiendo.

Dentro de todo ello, y tan necesarios en una batalla tan larga, existen breves momentos de reposo que, seguro, son los mejores de cada jornada de trabajo. El médico del Hospital Patricio Arriba cita ese momento, el que él llama 'Momento E.Leclerc', como el más esperado de cada mañana, con el desayuno que reciben los profesionales sanitarios:

"A todo se acostumbra uno, también a las dificultades.

De un tiempo a esta parte la vida de los que trabajamos en el Hospital ha cogido cierto aire de rutina. Da igual ser auxiliar que jefe de servicio. Llegamos a las ocho aunque nos hemos desvelado a las cinco. Por el camino maldecimos o rezamos con el estómago encogido. Ya todos juntos bromeamos para espantar el miedo, repartimos el trabajo. Todos nos embutimos en capas de plástico y máscaras. Sudando y medio a ciegas entramos en las habitaciones, una a una: a limpiar, a cambiar la cama, a auscultar, a poner medicación… y también a hablar, a coger de la mano, a acercar el vaso de agua, a bromear o dar recuerdos de la familia… Después llega el momento, a menudo muy duro, de hablar por el frío teléfono con los angustiados familiares.  Todo huele a lejía y con eso excusamos los ojos llorosos.

A media mañana, como todos los días, aparece un compañero que trae 'las bolsas del lecler' y las reparte puntualmente por todas las plantas. Hoy hay café, leche, unos bombones, unas tortas, galletas y han metido además rotuladores 'de enfermera' y tipex. No hay tipex que borre esto pero la bolsa es una excusa para recuperar la sonrisa, para sentarnos frente a frente sin plásticos y comprobar que seguimos siendo humanos. La abrimos con la curiosidad del “papá ¿qué me has traído hoy?”, nos peleamos por el último trozo de chocolate, nos comemos la torta sin remordimientos porque ya la hemos sudado, y volvemos a bromear y volvemos a tener fuerzas y seguimos adelante, porque hay que seguir adelante.

Muchas gracias Pilar, muchas gracias 'lecler'. No es sólo un desayuno, es un respiro. De corazón gracias".

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