En la mayoría de las ocasiones, cuando hablamos de innovación educativa,
se nos viene a la mente las últimas tendencias metodológicas, y solemos pensar
que, en lo que a pedagogía se refiere, solo es válido lo inventado y pensado en
las últimas dos décadas. Sin embargo, la mayoría de las corrientes
educacionales más exitosas son herencia del pasado. Ya en el siglo XIX María
Montessori hablaba de las bondades de los ambientes flexibles o del aprendizaje
multisensorial, conceptos que ahora están más en boga que nunca.
Otro ejemplo de buen hacer educativo tiene su origen en 1983 en la soriana localidad de Abioncillo. Para finalizar esta trilogía de artículos sobre la educación rural, hoy hablamos con Félix Martínez Moñux, uno de los fundadores del Pueblo- Escuela Abioncillo.
1.- Cuéntanos en unas pinceladas cómo surge este proyecto educativo.
Un grupo de jóvenes profesores, algunos en activo y otros recién licenciados que habíamos salido de Soria por razones de estudio y de trabajo, procedentes en todos los casos del medio rural, decidimos emprender; por lo que constituimos una cooperativa de enseñanza, un proyecto de renovación pedagógica en un semidespoblado, con los objetivos de intentar revertir el proceso de despoblación del mundo rural, de buscar salida laboral para alguno de nosotros y de aportar a la educación elementos innovadores. También nos motivó el recuperar la cultura tradicional, que por motivos del éxodo de nuestros pueblos estaba en peligro de desaparecer.
2.- ¿Cuáles son vuestras líneas pedagógicas?
La línea fundamental del Proyecto
Educativo consiste en conjugar la teoría y la práctica en la labor educativa.
La educación que habíamos recibido se asentaba en unas bases memorísticas y con
escasa relación con la realidad y con las necesidades de los alumnos. Así que,
por una parte aprovechamos el entorno como elemento de nuestra práctica
educativa y buscamos la interdisciplinariedad, es decir, abordar esos elementos
del entorno desde diferentes ángulos, algo que en la educación tradicional se
trataba como parcelas de conocimiento aisladas o inconexas.
En la medida de lo posible
intentamos aplicar los métodos del conocimiento científico: la observación y la
experimentación en las diferentes áreas de nuestra actividad. Con el paso del
tiempo, no olvidemos que son 35 años desde que empezamos, la educación
ambiental ha ido impregnando cada vez con más fuerza nuestro trabajo educativo.
En líneas generales nuestro
proyecto se inspira en la Institución Libre de Enseñanza por el valor que damos
a las salidas para conocer, no solamente la naturaleza, sino yacimientos
arqueológicos, arte, historia, etc. no en vano nos llamamos cooperativa “del
Río” en homenaje a Julián Sanz del Río, filósofo y profesor de Francisco Giner
de los Ríos, fundador de la Institución. Uno de nuestros lemas es una de las frases
de Julián: “trabajo con el libro en una mano y la azada en la otra”.
3.- ¿Qué ofrece el Pueblo- Escuela Abioncillo que no puede ofrecer la
enseñanza formal?
Aunque gran parte de los motivos
que impulsaron el proyecto educativo del Pueblo-Escuela (buscar una conexión
entre la teoría y la práctica, la interdisciplinariedad, la mayor atención al
entorno, etc.) han sido, en parte, recogidos por la enseñanza formal después de
la reforma educativa de finales de los 80, la realidad es que resulta muy
complicado para un grupo escolar combinar las clases con salidas a conocer su
entorno por temas como horarios, desplazamientos, formación del profesorado.
Sin embargo, en Abioncillo, tenemos una relación inmediata con el medio natural,
histórico, arqueológico, en donde poner en contacto a los alumnos con el objeto
del conocimiento para observar la fauna del río, las aves, las características
de tal iglesia, castillo, etc., que nos van a motivar para conducir de forma
más coherente información sobre estos elementos. También sobre su necesidad de
su conservación y puesta en valor.
Otro elemento importante que
aportamos es el acceso a la cultura tradicional a través de diferentes talleres
como pueden ser doma de bastones, cestería, textil, juegos tradicionales y, el
museo etnológico. A través de estos, mediante determinada manipulación,
motivamos valorar convenientemente ciertos conocimientos alejados de nuestra
sociedad tecnológica, pero de los cuales podemos aprender elementos tan
necesarios y en boga en la sociedad actual como el reciclaje, la reutilización,
autoconsumo, etc.
La estancia durante varios días de los alumnos en el Pueblo-Escuela propicia un conocimiento especial de las aptitudes y habilidades, no solamente entre los alumnos, sino entre estos y los profesores que rompen con la dinámica más encorsetada del aula. Este proceso lo intentamos potenciar por medio de juegos y actividades lúdicas. Teniendo en cuenta que la mayoría de los alumnos proceden de un medio urbano, cada vez más alejado del entorno natural, hay todo un mundo de sensaciones que descubren en Abioncillo: olores -el tomillo al ser pisado huele a pizza- sonidos - ¡el croar de la rana que muchos no conocen!, las estrellas por la noche, el fuego de campamento, etc.
4.- No solo formáis a niños, también organizáis jornadas para
profesores, ¿con qué fin? ¿cuáles son los objetivos de esta formación?
Las jornadas para profesores han
llevado un proceso descendente en el tiempo. En los comienzos de la reforma
educativa nuestra actividad era bastante relevante de cara a formar en la
educación ambiental como una tarea pendiente en la formación del profesorado,
estamos hablando de los primeros años 90. En aquella época no era necesario el
otorgar créditos para acumular puntos en el currículum del profesorado. La
finalidad de las jornadas era contribuir a desarrollar la educación ambiental
en un momento en que era un área nueva a la que muchos profesores se
enfrentaban sin tener suficientes conocimientos y herramientas para ello. Entre
los objetivos de las jornadas estaban el proponer itinerarios ambientales,
talleres de conocimiento del medio, juegos de educación ambiental, talleres
reciclado.
Con el paso de los años, dado que
nuestro proyecto no está reconocido como centro colaborador del Ministerio y la
Consejería de Educación no podemos ofrecer los créditos necesarios para el
currículum para el profesorado, por lo que hemos dejado de llevarlos a cabo.
Puntualmente hemos organizado jornadas abiertas al público, incluyendo el
profesorado, en áreas puntuales de nuestra actividad: ornitología, micología,
energías renovables…
5.- ¿Cuál es el futuro del proyecto? ¿alguna novedad a corto- medio
plazo?
Desgraciadamente no tenemos
ningún reconocimiento oficial como centro educativo. Nuestro reconocimiento
oficial es a través de la Consejería de Medio Ambiente como Equipamiento
Privado de Educación Ambiental, lo cual dice bastante sobre la percepción y la
voluntad de la Consejería de Educación hacia la enseñanza no reglada.
Esto no quiere decir que no
tengamos un reconocimiento por parte de los colegios públicos, concertados y
privados, algunos de reconocido prestigio a nivel nacional y que son los que
mantienen vivo nuestro proyecto.
Desde el inicio del Proyecto en
1983 intentamos ser reconocidos como una parte de la enseñanza pública, sin que
lo hayamos conseguido, a pesar de que varios profesores, hoy colaboradores,
formen parte de la Cooperativa del Río y de que hayamos intentado, en repetidas
ocasiones, realizar algún tipo de convenio.
Según estos parámetros el futuro es mantener la actividad, mejorando nuestras actividades, instalaciones, equipamiento y el conocimiento entre los centros. A medio-corto plazo estamos desarrollando una potente inversión para fomentar el ahorro energético, no descartamos invertir en instalación solar-fotovoltaica e intentaremos que el municipio de Calatañazor, al que pertenecemos y, en su defecto, la Diputación Provincial de Soria, se involucren en mucha mayor medida en el desarrollo y conservación del pueblo dado que, en la práctica, nos sentimos abandonados siendo nosotros lo que tenemos que mantener arreglada la plaza, limpio el entorno, etc.