Día de la Infancia: sorteo de 'Un unicornio de emociones' y claves para una Infancia feliz

La maestra y autora de cuentos infantiles Lorena Rodríguez escribe sobre cuáles son los pilares para esta infancia feliz. Para participar en el sorteo, rellenar el formulario con lo que más valoras de la infancia o algún recuerdo especial

Con motivo del Día Universal de la Infancia que se celebra hoy 20 de noviembre, sorteamos dos ejemplares del cuento 'Un unicornio de emociones', de Lorena Rodríguez, uno de ellos traducido al inglés. La maestra y autora de cuentos infantiles, además, escribe un texto para conocer cuáles son los pilares de una Infancia feliz, que se puede leer en esta misma entrada, debajo del sorteo.

Para participar en este sorteo (el lunes 25 de noviembre a las 11.00), hay que rellenar este formulario contestando qué es lo que más valoras de la infancia o algún recuerdo especial de aquellos años.

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¿Cuáles son los pilares fundamentales de una Infancia feliz?

Por Lorena Rodríguez ("Maestra, madre de dos niñas maravillosas. Me apasiona la educación y el deporte. Soy de las que piensa que para educar hace falta una red de apoyo, que la educación no debería ser un acto individualista, sino que debería situarse en el centro de la vida social, una educación humanista, democrática, basada en el respeto y amor incondicional, para construir una sociedad más humana y solidaria")

Tanto padres como docentes hemos visto cómo en pocos años ha habido cambios importantes en la perspectiva sobre el ejercicio de educar. Un arte que se aprendía de tus padres y antepasados. Hoy ya no queremos ser perpetuadores de pautas sin más, algunas las sabemos, otras las cuestionamos, y vamos poniendo en revisión todo aquello que hemos vivido en nuestra infancia considerando que fueron experiencias que no aportaron beneficios a nuestro desarrollo personal, seleccionando también las que sí fueron beneficiosas e hicieron sentirnos bien. En este proceso de búsqueda de nuevas fórmulas educativas nos encontramos muchas veces con desconocimiento de habilidades que nos lleven a esas metas que supone el largo camino educativo y nos desanimamos por la falta de habilidades y competencias para lograrlas.

En muchas ocasiones vivimos siendo conductores y guías en este viaje educativo y humano y tal vez, no sabemos cómo conseguir afrontar los desafíos y retos de la vida cotidiana a la que nos enfrentan los niños.

Atendiendo a estas necesidades educativas, sociales y ante todo humanas, nuestra motivación va hacia un camino común, resultando ser una filosofía de vida. Muchas de estas palabras son un manojo de criterios muy prácticos para padres y profesores que deseen ayudar a sus hijos, y alumnos a desarrollar autodisciplina, responsabilidad y capacidades y actitudes positivas. Con estas ¨pinceladas¨, estaremos desarrollando el enfoque de una infancia ¨emocionalmente feliz¨, con un acompañamiento respetuoso y una actitud siempre positiva.

Reflexionemos…

¿Mantienes la dignidad y el respeto en el diálogo con niños y niñas?

 Todos tenemos este derecho, los niños también, siempre.

¿Tu actuación es amable y firme al mismo tiempo?

Entonces has generado un entorno motivador y respetuoso que no les haga sentir desorientación, tampoco vergüenza o dolor. Los métodos autoritarios carecen de la cordialidad, cuando nos disgustamos nos vemos atrapados en la falta de amabilidad. Los permisivos carecen de la firmeza, por temor a los efectos negativos del autoritarismo. Normalmente, los adultos nos movemos entre uno y otro estilo educativo porque no sabemos cómo se hace una práctica de respeto mutuo.

¿Ayudas a los niños y niñas a tener sentido de conexión?

Sentirse tenido en cuenta e importante para tus allegados… es la finalidad de todos los seres humanos, sobre todo en los niños y más que nunca en la edad temprana que es cuando se forjan los cimientos de la individualidad. La conexión es crucial en todas las relaciones educativas.

¿Enseñas habilidades sociales y de vida?

Las habilidades favorecen una comunicación enfocada en que el niño desarrolle competencias, respeto, interés por los demás, habilidades para resolver problemas, responsabilidad, participación, colaboración… Para ello es necesario que el adulto modele una disciplina que enseñe, una disciplina y diálogo no enfocados en lastimar sino en ayudar.

¿Te basas en una educación positiva efectiva a largo plazo?

La educación positiva, más concretamente la  disciplina positiva  en sí,  no pone el foco en la conducta sino que intenta identificar la creencia detrás del comportamiento. Reconoce las razones que hacen actuar a los niños de cierta manera y trabaja para cambiar esa creencia, en lugar de intentar sofocar o cambiar solamente el comportamiento puntual. Considera lo que el niño está pensando, sintiendo, aprendiendo y decidiendo acerca de él mismo y de su mundo y qué hacer en el futuro para sobrevivir o prosperar.

¨Aléjate de las prácticas no respetuosas y de una actitud negativa… ¡Eso lo trasmites! ¨

· Un niño con problemas de comportamiento es en realidad un niño desmotivado, que tiene que ser acompañado en un proceso de confianza y empatía.

Al finalizar cada día, el niño, la niña, tiene que tener la garantía de que ha sido acompañado en su proceso vital y social por un adulto que ha facilitado su crecimiento personal. 

Os comparto necesidades de niños y niñas, en una lluvia de ideas con ellas y ellos, hablando sobre ¿Qué necesitas en tu infancia?

-Que me acompañen

-Que me alimenten

-Que me escuchen

-Que me protejan de cosas malas

-Que no me mientan

-Ayuda

-Cuidado

-Que me defiendan

-Que me respeten

-Que me quieran mucho, muchísimo (tal cual)

-Que me cuiden cuando estemos enfermos

-Que no me abandonen

-Más apoyo

-Que jueguen con nosotros    (No olvidar facilitarles espacios, juegos y, lo más importante, compañía y tiempo)

-Que me sean sinceros

-Comprensión

-Oportunidades

-Igualdad entre hermanos

-Que me den  más participación

-Que no me oculten secretos

-Que mis padres compartan más de su tiempo

 ¿Por qué nuestro “piloto automático” a la hora de educar nos aleja del AQUÍ y AHORA, y de prestar atención a las necesidades y prioridades emocionales de nuestros niños y niñas?

Sí, cambiar hábitos y costumbres tan arraigados en la sociedad no es fácil. Seguimos reproduciendo patrones que nos aplicaron en nuestra infancia porque no estamos acostumbrados a hacer prácticas de introspección que nos ayuden a tomar conciencia de las piezas de nuestro puzle emocional que no logramos integrar o que supusieron traumas, y cuando somos educadores, madres, padres y estamos en ¨relación con la infancia¨ en los momentos de desánimo y tensión son las que reproducimos en la educación de nuestros chicos, sin darnos cuenta de que esto tiene consecuencias a largo plazo en sus vidas. Si a esto unimos que educar es una tarea hermosa pero muy difícil tenemos ingredientes para que algo que es clave como el respeto mutuo no sea un concepto que se adopte de un día para otro en la práctica de hogares y aulas. Los adultos tenemos mucho que ver en los problemas de conducta de los niños, no es cuestión de culpabilidad, se trata de responsabilidad. No se trata de cuestionar intencionalidad, que esa ya sé que los educadores, especialmente los padres, tenemos la mejor. Nos desvivimos en querer dar respuesta pero perdemos mucha energía porque no nos preguntamos genuinamente a qué debemos responder. Entramos en una filosofía que se mece entre la inercia de la costumbre y el vasallaje al consumismo, que también existe en educación. En el mejor de los casos pulimos el escaparate, poner aquí y allá pinceladas de tendencia para que todo mantenga la apariencia y nos haga sentir tranquilos de que cumplimos con la obligación. Hay ya mucha terminología democrática en nuestro lenguaje pero sigue habiendo demasiadas actuaciones desafortunadas, se sigue utilizando la amenaza, el chantaje, el soborno, la humillación, el premio, el castigo… sin darnos cuenta de que somos entrenadores de vida y que con cada una de nuestras conductas podemos estar consolidando aquello de lo que nos quejamos, que los niños sean difíciles. Sin darnos cuenta de que en nuestras manos está el que el niño, niña tenga éxito y aprenda cómo se hacen las cosas. Sin apreciar que somos los entrenadores de principios y valores, de las habilidades  necesarias para participar en el mundo más amplio de la sociedad.  Madres, padres, maestras, maestros,  educadores, monitores… ¡Es un  trabajo con una responsabilidad de inmensa magnitud!

Cuando se habla de la Educación Positiva, algunos lo entienden como permisividad o como un enfoque en el que no se marcan límites. O dicen que sin castigo o refuerzo negativo (como por ejemplo ignorando una rabieta) no se puede educar. ¿Qué se puede contestar ante estas críticas?

Quizás estas críticas se basan en el desconocimiento, porque la filosofía de una educación positiva, se distancia del control excesivo y externo del autoritarismo que acaba siendo humillante para niños y adultos, no enseñan responsabilidad e invita al sometimiento a las prohibiciones o a la revancha y la rebeldía, pero también consideramos irrespetuosa la permisividad en la que tanto niños como adultos eluden la responsabilidad. A esta confusión les induce el término “amabilidad” que junto con la firmeza es piedra angular de una ¨Educación Positiva¨. Cuando decimos que en un conflicto el adulto debe mantener la amabilidad lo interpretan como complacencia, consentir al niño. Esto no es así, amabilidad supone no perder el respeto precisamente cuando el niño más necesita de nosotros, cuando no sabe o se equivoca, cuando estamos modelando cómo hacer frente a los problemas y situaciones complicadas de la vida. En Disciplina Positiva sí se establecen límites pero, y en esto nos distanciamos mucho de otros enfoques, el propósito de los límites es mantener a salvo la seguridad infantil y que estimulen la adquisición de autocontrol y responsabilidad. No los fija el adulto, ni los impone, se establecen con acuerdos (a partir de cuatro años en función de la responsabilidad que va manifestando el niño), involucrando en su establecimiento. Cuando les explicamos a nuestros hijos y alumnos el sentido o la razón de un límite y les damos participación, los estamos valorando como personas capaces de reflexionar, valorar, tener iniciativa, tomar decisiones, de comprender. Y porque los niños estarán más dispuestos a respetar los límites que ellos mismos han ayudado a establecer, ya que comprenden por qué son necesarios y cómo ser responsables de ellos. Es cierto que se pueden conseguir resultados más rápidos pero ¡cuidado! perpetúa el bucle de venganza, se basa en sentimientos de humillación a los que el niño solo puede responder con conductas negativas. Alimenta la desconexión, la falta de comunicación. Aleja al niño del adulto.

En conclusión, los niños se portan mejor cuando se sienten bien y se sienten bien cuando sus emociones y sentimientos son escuchados y comprendidos. Esta es la vía para poder comunicar con el malestar infantil, un proceso de confianza y empatía para que el niño o la niña, se sienta seguro/a y abierto/a a la comunicación y el enfoque en soluciones.

Los niños y las niñas son PRESENCIA, están enfocados en el Aquí y el Ahora, centrados en lo que está ocurriendo mientras tiene lugar, con una actitud expectante, curiosa, sin juicios… cada niño, cada niña, te hace un regalo vital y trascendente para entender la vida, LA PRESENCIA, un regalo que se nos concedió cuando vinimos al mundo y perdemos por el camino cuando desconectamos de la realidad y del presente, con lo que acontece en este preciso momento. Algunos de los problemas que tenemos los adultos es por no aceptar la realidad tal y como se presenta, cuántas veces pensamos que “lo que es, no es lo que debería ser a nuestro parecer”. Esto nos hace ser profundamente infelices, impidiéndonos disfrutar de aquello que nos regala la vida.

Todos los adultos tenemos la responsabilidad y la magia en nuestras manos, para que la Infancia disfrute de sus derechos, para que niños y niñas sean emocionalmente felices, crezcan y se desarrollen rodeados de escucha y cariño, así de sencillo lo han expresado en un momento de diálogo con ellos y he compartido con vosotros, ninguno diferente  a lo que nos evoca el Plan Internacional sobre los Derechos de la Infancia.

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